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Nostalgia, 'autotune' y Las Ketchup arman la fiesta de Rusowsky en Madrid

Nostalgia, 'autotune' y Las Ketchup arman la fiesta de Rusowsky en Madrid

El artista llenó el Movistar Arena con un potente espectáculo parte de su gira 'Daisy'.

Rusowsky en el Movistar Arena este jueves.Europa Press via Getty Images

Si de algo vive la generación Z, al igual que la millenial, es de la nostalgia. De romantizar esos momentos en el Nokia 3310, el Messenger e incluso los hits que, en su momento no eran más que una canción del Caribe Mix y que con el paso de los años parecen mejorar como el vino. Rusowksy con su aire intimista, autoproducido, romántico y a la vez bailable que tanto ha calado entre el público como han hecho sus buenos amigos Ralphie Choo y Barry B ha tomado esa nostalgia y la ha hecho éxito en solo seis años. Una trayectoria que ha consolidado este jueves trasladando ese bedroom hyperpop al Movistar Arena con un sold out y un público completamente entregado.

No es casualidad que con su proyecto y su intención, la primera imagen que mostrara a los más de 17.000 asistentes, que bien puntuales llenaban el recinto con las camisetas amarillas con el gorila negro de su último disco Daisy llenaban en el recinto —porque la gen Z sí sabe sumarse a la tendencia de los dress code en los conciertos—, fuera él mismo en un primerísimo primer plano selfie con un vaper y auriculares. Ni tampoco fue casual que la puesta en escena fuera tan sencilla como onírica. Cuatro lámparas de cristal nacarado, unos escalones y un escenario blanco impoluto como si de una nave espacial se tratase.

Sus tripulantes no eran otros que él y su excelente banda que aparecieron a las 21:09 con percusiones, batería, guitarras, seis coristas, teclados e incluso a su productor y amigo Drummie en los sintetizadores. Todos ellos uniformados con un chándal blanco, pelucas de media melena negra y gafas de sol. Pero también el "ruso", con chándal con pedrería con Daisy a la espalda, peluca pelirroja, chanclas Dolce & Gabbana y calcetines blancos.

Una suerte de Elvis o más bien de Jhonny Glamour, la primera canción del recital, que en un primer momento no pudo esquivar los problemas técnicos. Unos bajos que no permitían escuchar con claridad este primer tema, que se resarciría con una estupenda versión final con Las Ketchup —cuyo sample y crédito de su Kusha las payas se incluyen en la canción—, y varios problemas al conectar la guitarra persiguieron esta noche soñada del de Fuenlabrada.

El artista demostró que sabe hacer mucho más que cantar con autotune, como ya hizo en el TinyDesk de este verano que le hizo dar el salto a nivel mundial, y para eso comenzó una versión intimista de Altagama, que acabó rompiendo con su viral base de golpes de tempo que el artista acompañó coqueteando y buscando la complicidad del público. 

Siguiendo con este romanticismo, llegaron otro 4 Daisy y SOPHIA, que se transforma en bachata a ritmo tropical yendo un paso más allá de la versión orgánica que ya mostró en el Tiny Desk. 

Si algo caracteriza a este joven artista de 26 años, cuyo nombre real es Ruslán Mediavilla, es saber mezclar géneros, explorar sin miedo lo que ofertan sintetizadores, el autotune y la distorsión, sin olvidar su base de conservatorio con instrumentales elaboradas a piano, flauta travesera o que introducen elementos de jazz y todo ello mezclarlo con samples que llamen a esa nostalgia tan característica del bedroom pop. 

También lo han hecho las colaboraciones y los amigos de los que se ha rodeado también en esta noche en el recinto madrileño. Algunos de ellos, como Tristán, que subió al escenario ataviado con gorra de plato negra y antifaz para cantar CELL en una plataforma 360. O los mexicanos Latin Mafia, que fueron recibidos con una ensordecedora ovación antes de cantar neo roneo.

Rusowsky en el Movstar Arena este jueves.Europa Press via Getty Images

Las transiciones en sus canciones son buen ejemplo de ese eclecticismo ya que en temas como pikito pasa del acústico al breakbeat o de la épica glam de 99% acaba rompiendo en ska.

Por mucho que sus canciones y sus letras apelen a esa esencia adolescente de escribir al desamor en un diario y que él mismo reflejó en diversas imágenes y vídeos junto a sus amigos que iban pasando en las pantallas, en Rusowsky también hay baile. En temas como pink+pink con su base de castañuelas y sintetizadores formó una auténtica fiesta, dentro —ojo a la coreografía al más puro estilo YMCA de sus coristas— y fuera del escenario, con neones rosas que pondría fin a la primera parte del concierto

El segundo acto traía los platos fuertes. O así, lo quiso dejar claro precalentándolo al público en un microondas en la gran pantalla. La surrealista imagen de vídeos caseros dio paso a diversos gorilas, para muchos bautizados directamente como Daisy, que dan portada al disco, tanto en poses naturales como artificiales como realizados con IA que pasan editados al puro estilo Windows Movie Maker con la base sinfónica de KINKI Fígaro.

Con un cambio a un look, a un chándal de lentejuelas doradas Rusowsky volvía a escena para traer una buena tralla de colaboraciones. Aunque el grupo colombo-venezolano y andaluz Çantamarta no pudo estar para cantar junto a él Liit, sí que lo hizo La Zowi o más bien "La Zowi puta" como ella se presenta para cantar sukkKK!! y generando un ensordecedor ruido del público que acompañaba esos guiños al Papichulo de Lorna.

Tampoco podía faltar Ralphie Choo, quien fuera su compañero de piso y uno de sus mejores amigos, le acompañó hasta en tres ocasiones: primero para su BBY Romeo, con guiños sensuales y cariñosos entre ambos, como los Ca7riel y Paco Amoroso patrios mientras se sucedían las imágenes de gatitos en un feed de Instagram en las pantallas del estadio. 

Tras un impás de pausa y calma, con mwah :3 tocada en un piano de cola que acaba con una fuerte base de reguetón, llegaron dos bombazos. El primero "la canción más esperada de la noche", tal y como anunció él mismo malibU, un merengue reinventado que ha sido de las canciones más virales este verano en redes que hizo temblar el Movistar Arena.

Pero la traca final no había hecho más que comenzar, al menos para buena parte de los millenials presentes: Las Ketchup se subían al escenario para cantar ese Kusha las payas que ha revivido Jhonny Glamour  23 años después y que el Aserejé eclipsó. "No podía hacerlo sin ellas", dijo el cantante, mientras las hijas del Tomate acabaron con un medley de su icónico Aserejé.

"Esto siempre ha sido un proyecto pequeño sin pretensiones y hace tiempo que superó mis expectativas", declaró el artista, que invitó a Ralphie Choo de nuevo al escenario para cantar su Dolores con ese "se me hace difícil expresar mis sentimientos". Y acabar la fiesta por todo lo alto con Valentino lanzando con pistolas camisetas de merchandising.

Con el Movistar Arena convertido en una auténtica rave, el de Fuenlabrada se despedía tras dos horas y 40 minutos de espectáculo. Sin bises, que tampoco eran necesarios, demostrando que es mucho más que autotune y que con Daisy se puede llorar, bailar y reír en menos de tres minutos. 

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

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Escribo principalmente de música, cultura, cine, series y entretenimiento porque, aunque sirva para desconectar, bailar o echar un rato entre palomitas, la cultura esconde mucho más. Evitando el elitismo, trato de tender la mano a las nuevas tendencias de la industria musical o del audiovisual a través de entrevistas con artistas emergentes —que pronto dejarán de serlo— y compaginarlo con el análisis de lo más mainstream como Taylor Swift o Bad Bunny.


En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla.
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Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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