La mesa de centro no tiene que estar en el centro: el nuevo espacio que dará un lavado de cara a tu salón
Lo importante es que el espacio sea cómodo y funcional.
La decoración de una casa refleja mucho sobre quienes la habitan. Cada espacio, desde el salón hasta la cocina, puede indicar diferentes aspectos de la personalidad y las aspiraciones de las personas. Por ejemplo, los tonos fuertes suelen asociarse con personalidades extrovertidas y alegres, mientras que los colores neutros o pasteles sugieren una búsqueda de calma, equilibrio y orden.
Los objetos y muebles también hablan por sí solos: una estantería llena de libros puede reflejar curiosidad y amor por la cultura; las plantas, una conexión con la naturaleza; y los cuadros o piezas artesanales, una inclinación por la creatividad o la estética.
Por otro lado, el orden o el desorden dentro del hogar puede ser un reflejo de la claridad o el caos mental de quien lo habita. la decoración no es solo estética, también es un reflejo de la vida interior, las emociones y la forma de pensar de las personas.
Una de las piezas más emblemáticas del salón es, sin duda, la mesa de centro. A menudo se considera un elemento puramente funcional, pero en realidad tiene un papel esencial tanto en la estética como en la dinámica del espacio.
Sirve para apoyar la bebida, los libros, el mando de la tele o los objetos decorativos que aportan personalidad. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que su ubicación puede transformar por completo el aspecto y la sensación del salón.
Tradicionalmente, la mesa de centro se coloca en medio del salón, frente al sofá, respetando una distancia de al menos 40 centímetros para garantizar comodidad y equilibrio visual, según Idmarket. Esta disposición clásica transmite armonía y estructura, ideal para quienes prefieren una organización simétrica y tradicional. Sin embargo, ha surgido una nueva tendencia y los expertos en interiorismo proponen romper las normas: la mesa de centro no tiene que estar necesariamente en el centro.
Colocar la mesa en un lugar diferente puede ser la clave para modernizar el salón y darle un toque más personal y funcional. En espacios pequeños, por ejemplo, moverla hacia un lado o colocarla cerca de una pared puede liberar metros cuadrados valiosos, facilitando la circulación y aportando una sensación de amplitud.
Las mesas redondas o asimétricas también permiten una mayor fluidez en los movimientos y ayudan a crear entornos más dinámicos y acogedores según explican en la revista Bovary. Si el sofá se encuentra en una esquina o junto a una ventana, colocar la mesa ligeramente desplazada puede equilibrar el conjunto y dar un aire más natural y desenfadado.
Al modificar su posición, el flujo de movimiento se vuelve más libre, la habitación parece más grande y el entorno se siente más equilibrado. Además, este pequeño cambio puede inspirar nuevas formas de organización y decoración.
Los expertos recomiendan probar distintas ubicaciones durante algunos días para identificar la que mejor se adapte al estilo de vida y las necesidades del hogar. No hay reglas fijas, ya que lo importante es que el espacio sea cómodo, funcional y refleje la personalidad de quien lo habita.