Señalan las tres cosas que hay que 'tirar' a partir de los 60 años para disfrutar más de la vida
Impiden que el corazón madure con libertad y serenidad.

A medida que la vida avanza y las prioridades cambian, muchos descubren que la felicidad no consiste en acumular más cosas, sino en aprender a soltar. Cada año que pasa nos cambia un poco: las prioridades se reordenan, los sueños se transforman y las certezas de la juventud se suavizan.
Cumplir años no es simplemente acumular tiempo, sino descubrir nuevas formas de estar en el mundo. En la juventud buscamos ganar —experiencias, reconocimiento, éxito—, pero con la madurez comprendemos que la verdadera riqueza está en la calma, la ligereza y la capacidad de dejar ir.
A partir de los 60, muchas personas comienzan a mirar atrás y a preguntarse qué vale realmente la pena conservar. Ya no se trata tanto de conquistar el mundo, sino de encontrar equilibrio interior. Es el momento de simplificar, de liberarse del ruido y de elegir con cuidado qué pensamientos y emociones merecen seguir acompañándonos en el camino.
En este sentido, un popular blog coreano llamado Growth Bear ha señalado tres aspectos emocionales y mentales que, según sus autores, se convierten en los principales obstáculos para disfrutar plenamente de esta etapa de la vida: la terquedad, la simulación y el arrepentimiento. Estos tres pesos invisibles, dicen, impiden que el corazón madure con libertad y serenidad.
1. La terquedad
Envejecer trae consigo experiencia y sabiduría, pero también puede alimentar una peligrosa rigidez. Aferrarse a las viejas costumbres o rechazar lo nuevo no es señal de firmeza, sino de miedo al cambio. El blog recuerda que “la terquedad no es sabiduría, sino convicción cerrada”, y que el verdadero envejecimiento del corazón ocurre cuando uno pierde la curiosidad y la voluntad de seguir aprendiendo.
2. La simulación
La segunda carga que conviene soltar es la necesidad de aparentar. En la juventud, la vanidad puede ser un impulso natural; en la madurez, sin embargo, suele nacer de la inseguridad. Fingir que todo está bien o intentar demostrar que “aún se puede” solo genera cansancio. “La verdadera elegancia —dice el texto— no se exhibe, se siente”. La autenticidad, no la apariencia, es el refugio más cálido de la vejez.
3. El arrepentimiento
Por último, el arrepentimiento se considera la emoción más peligrosa después de los 60. Revivir constantemente las oportunidades perdidas, los errores o los amores que no fueron impide disfrutar del presente. “Lo que has perdido es parte de la vida, no lo es todo”, recuerda la reflexión. Dejar ir el pasado no significa olvidarlo, sino hacer las paces con él para poder vivir con plenitud lo que aún queda por delante.
En definitiva, después de los 60, la madurez no consiste en acumular, sino en vaciarse de lo innecesario. Cuando soltamos la terquedad, la vanidad y el arrepentimiento, lo que queda es la esencia de uno mismo.
