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Bailar es bueno para la salud: el proyecto que ayuda a las personas con alzhéimer a ganar calidad de vida

Bailar es bueno para la salud: el proyecto que ayuda a las personas con alzhéimer a ganar calidad de vida

Así es el proyecto Dit-Dit, organizado por la Fundació Ace Alzheimer Center Barcelona.

Una pareja bailandoGetty Images

Bailar es bueno para la salud. Y esto no tiene que ver solo con una mejora del estado de ánimo general o como herramienta para hacer un poco de cardio, también es una alternativa para mejorar el bienestar de personas con enfermedades neurológicas como la demencia o el alzhéimer.

Así lo demuestra el proyecto Dit-Dit, organizado por la Fundació Ace Alzheimer Center de Barcelona y la Fundación Castell de Peralada, que ha puesto la danza a disposición de los pacientes con demencia o alzhéimer del centro de día de Ace para que tengan un espacio en el que expresarse.

El proyecto arrancó en 2023 y hasta ahora se han celebrado tres ediciones, finalizando la última el pasado junio. En todas ellas, los profesionales que trabajan con los pacientes han notado avances tangibles como la mejora del equilibrio, pero especialmente en el bienestar emocional de estas personas que, en muchas ocasiones, sienten el peso psicológico de la enfermedad.

Amèrica Morera, responsable de la Unidad de Atención Diurna de Ace, cuenta que el proyecto lo arrancó la doctora Boada, neuróloga y cofundadora y directora médica de Ace Alzheimer Center, pensó que aplicar esta actividad de baile terapéutico que ya se había hecho con niños, podía ser positivo para los pacientes con demencia.

“Hicimos primero un pequeño proyecto piloto y este año ya ha sido la tercera edición. Básicamente la actividad se hace con bailarines y coreógrafos y no se trata de aprender una coreografía, sino de expresión corporal. Los usuarios entran en la sala donde se realiza la actividad, los bailarines ponen siempre una canción de bienvenida para conectar y ellos comienzan a hacer esta conexión dedo-dedo, mano-mano, codo-codo...”, explica Morera.

La pedagoga cuenta que no todos los pacientes reaccionan igual al taller: “Hay quien lo hace enseguida y quien aparece al rato. Entre todos se va creando ese vínculo, la finalidad es no forzar en ningún movimiento, sino que fluya en el ambiente”. Morera explica que este año se programaron 42 sesiones, distribuidas entre enero y junio dos veces por semana, y destaca que el único requisito para participar es ser paciente de la unidad de día y tener ganas de formar parte del proyecto.

"El criterio de inclusión es el mismo que hay en el centro, es que tengan deterioro cognitivo o demencia y que les guste bailar y que quieran hacerlo"
Amèrica Morera, responsable de la Unidad de Atención Diurna de Ace

“La premisa es que no tengan ninguna incapacidad para poder estar de pie, pero hay personas con el equilibrio bastante mal que han participado. El criterio de inclusión es el mismo que hay en el centro, es que tengan deterioro cognitivo o demencia y que les guste bailar y que quieran hacerlo”, cuenta Morera, que explica que normalmente se hace una sesión de prueba y pueden incorporarse o dejar el proyecto siempre que quieran.

En esta última edición, la pedagoga cuenta que han notado cómo entre pacientes se animaban y aconsejaban unos a otros la actividad. “No había pasado antes. Esto es fantástico, quiere decir que te gusta tanto como para recomendarlo”, celebra Morera.

Mejora del equilibrio y del bienestar

El doctor Yahveth Cantero, Investigador Asociado de Ace, trabaja para abordar la parte científica del proyecto y cómo puede mejorar el día a día de los pacientes. “En general hemos incluido pacientes con todo tipo de demencias, porque es un amplio espectro y puede ser demencia frontotemporal, alzhéimer, demencia vascular... Lo que quisimos hacer fue ser inclusivos en ese sentido para que la terapia fuera para todos y se pudieran beneficiar”, comenta el médico.

“Principalmente, la actividad contribuye a mejorar la calidad de vida y mejorar el equilibrio, y esto directamente implica una mejora en la funcionalidad de los pacientes"
Yahveth Cantero, Investigador Asociado de Ace

“Principalmente, la actividad contribuye a mejorar la calidad de vida y mejorar el equilibrio, y esto directamente implica una mejora en la funcionalidad de los pacientes. Parece poco pero no lo es, porque sabemos hoy en día que ralentizar la enfermedad...”, explica Cantero.

Esa funcionalidad de la que habla Cantero se mide con el test de Berg, que analiza el equilibrio, y en el que se ha visto una mejoría entre las personas que participan en el proyecto. “Como adultos mayores, simplemente por eso ya tienes un riesgo de caídas incrementado. Si además le sumas que tienes demencia, este riesgo se incrementa mucho más y la dependencia es mucho mayor. Entonces obviamente al mejorar esto pues está mejorando también la independencia de las personas, esto es bueno”, valora el médico.

Morera destaca que “las escalas de evaluación que utilizamos son las mismas que se utilizan por ejemplo para los fármacos o para un ensayo clínico” y que están midiendo aspectos como la memoria o el lenguaje ademas de la funcionalidad. “Lo que sí es empírico en este caso es la escala de equilibrio, que es donde estamos viendo la mejora porque lo estamos entrenando. Desafortunadamente los deterioros cognitivos no los podemos frenar, ojalá el baile les frenara esto, pero podemos hacer que tengan más equilibrio, bienestar y calidad de vida”, relata Morera.

Un espacio en el que sentirse personas y no solo pacientes

"Una parte que no se puede medir con nada es la impresión clínica del cambio, si nosotros y las familias vemos mejor a estas personas. Yo que estoy en las sesiones y participo, porque no hay observadores, lo que he visto es que a nivel emocional, surgen emociones preciosas y que te remueven", cuenta Morera sobre el bienestar emocional de los pacientes que han acudido a estos talleres. 

"A nivel emocional, surgen emociones preciosas y que te remueven"
Amèrica Morera, responsable de la Unidad de Atención Diurna de Ace

La pedagoga explica que lo más bonito es "la conexión y el vínculo entre ellos". "La idea de esta herramienta es mejorar la calidad de vida y que los pacientes se lo pasen bien, que disfruten, que tengan ese momento agradable y divertido durante las sesiones y que en cierta forma esto también mejore su experiencia en cuanto al tratamiento, pero de una forma más humana. Muchas veces se pierde eso, se pierde la humanidad", lamenta Yahveth Cantero. 

"La enfermedad tiende a despersonalizar y este tipo de terapias les ponen en contacto con más gente y al final les hace recordar quienes son, que pueden disfrutar, que pueden tener momentos de gozo, que tienen dignidad"
Yahveth Cantero, Investigador Asociado de Ace

"Es sumamente importante que tengan espacios como este. La enfermedad tiende a despersonalizar y este tipo de terapias les ponen en contacto con más gente y al final les hace recordar quienes son, que pueden disfrutar, que pueden tener momentos de gozo, que tienen dignidad, así que es sumamente importante", valora el doctor, que pide mantener el trato personal en la medicina. "Lo más importante es que siempre desde un sentido humano puede mejorarse todo en la medicina. El deterioro es irreversible y no se cambia, entonces que al menos estas personas puedan mejorar su calidad de vida", comenta Cantero. 

Amèrica Morera insiste en que lo más importante para todos los que organizan este proyecto es que es "importante que se sientan personas". "Que se sientan en un lugar amable, donde no soy juzgado, donde me puedo expresar. Cuando acaban las sesiones cada uno dice una palabra o una frase sobre cómo se siente y cómo ha ido la sesión, y es increíble porque las frases que se repiten son conexión, hogar, felicidad o familia...", comenta la pedagoga. En definitiva, palabras bonitas.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España, esa sección en la que intentamos contar el lado hedonista de la vida sin dejar de lado otras realidades.

  

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Como redactora de LIFE, escribo sobre temas de cultura, moda, belleza o estilo de vida. También he abordado temas de medioambiente, feminismo o sociales, pero donde más cómoda me encuentro es explorando la relación de la moda con otras disciplinas culturales o su impacto social, y sobre todo lo que tenga que ver con el cuidado de la piel.

 

Siempre desde una perspectiva cercana, he tratado cuestiones como la estrategia del Museo del Prado para triunfar a través de sus redes sociales, explicado cómo Melania Trump utilizó su armario como arma política o desmentido bulos relacionados con la protección solar. Es probable que el 80% de los temas que he publicado se hayan escrito mientras sonaban Beyoncé, Oasis y Arctic Monkeys. Además, también me encargo de preparar el boletín de LIFE que enviamos cada sábado intentando resumir la actualidad de la semana.

 

Mi trayectoria

Nací en Vigo en 1992 y desde que tengo uso de razón siempre quise ser periodista. La única excepción fue la época en la que tuve fantasías con ser pintora, pero descarté rápido la idea cuando mis padres me anotaron a clases y me di cuenta de que no era lo mío. Estudié Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), donde me gradué en 2014 después de pasar un año en Roma que me hizo apreciar todavía más la cultura italiana. Dejé Galicia para mudarme a Madrid en 2015 y cursar el Máster de Periodismo Cultural en la Universidad San Pablo Ceu. Aprendí en Radio Galega y en Pentación Espectáculos, donde descubrí lo que hay detrás de producciones de teatro y de grandes eventos como el Festival de Mérida. Colaboré puntualmente con Guía Repsol o la revista L'Officiel y llegué a El HuffPost en 2016, donde empecé compaginando mi trabajo como redactora de Branded Content con temas para la sección de tendencias, que terminó convirtiéndose en LIFE, donde actualmente soy una de las redactoras. Fui finalista en los Premios Ecovidrio de 2017.

 


 

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