Un equipo de investigadores analiza más de 100 países y dan con la mejor proteína para la longevidad
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Un equipo de investigadores analiza más de 100 países y dan con la mejor proteína para la longevidad

Derriban algún que otro mito respecto a este asunto.

Alimentos ricos en proteínasCarlos Gawronski

Durante años, el debate sobre qué tipo de proteína es mejor —animal o vegetal— ha estado dominado por una única preocupación: el crecimiento muscular. Las proteínas de origen animal han sido tradicionalmente las favoritas en ese terreno, gracias a su perfil de aminoácidos más completo y su alta biodisponibilidad, lo que se traduce en una mayor eficiencia para estimular la síntesis muscular.

Pero los tiempos cambian, y también las prioridades. Ahora, el foco se ha desplazado más allá del gimnasio y la masa muscular. La pregunta ya no es solo qué proteína ayuda a ganar músculo, sino cuál contribuye a vivir más y mejor. Y según la evidencia más reciente, hay una clara candidata.

Una investigación de la Universidad de Sídney, publicada en Nature Communications, analizó datos de más de 100 países durante casi seis décadas (1961-2018) para explorar la relación entre el tipo de proteína consumida y la esperanza de vida. Los resultados fueron reveladores: en las poblaciones donde predominan las proteínas vegetales —como las presentes en legumbres, tofu, frutos secos o guisantes—, la longevidad tiende a ser mayor.

"Vimos una clara diferencia: mientras que las proteínas animales mejoran ciertos indicadores en la infancia, como la mortalidad infantil, en los adultos ocurre lo contrario: las proteínas vegetales están vinculadas a una vida más larga", explica Caitlin Andrews, una de las autoras del estudio.

¿Y las proteínas animales?

Eso no significa que las proteínas animales sean negativas en todos los contextos. De hecho, durante las primeras etapas de la vida, aportan nutrientes esenciales que favorecen el desarrollo. Pero en la edad adulta, un consumo elevado —especialmente de carnes procesadas— se ha asociado con enfermedades crónicas como problemas cardiovasculares, diabetes tipo 2 o algunos tipos de cáncer.

En cambio, las dietas basadas en proteínas vegetales se relacionan con un menor riesgo de enfermedades y una menor mortalidad general. Este patrón alimenticio ha sido clave en la longevidad de poblaciones como las de Okinawa (Japón), Icaria (Grecia) o Loma Linda (EE. UU.), conocidas como “zonas azules” por su elevado número de personas centenarias.

¿Importa más la cantidad que el origen?

Aun así, los expertos insisten en no caer en reduccionismos. Según los nutricionistas, lo más importante es cubrir las necesidades proteicas diarias, independientemente del origen. En otras palabras: más allá de si la proteína es vegetal o animal, lo fundamental es que sea suficiente y equilibrada.

“El tipo de proteína que consumimos influye tanto en nuestra salud personal como en la del planeta. Por eso, apostar por fuentes vegetales tiene un doble beneficio: promueve la longevidad y reduce el impacto ambiental”, resume el investigador Alistair Senior.

La respuesta corta: depende. Para niños y personas en crecimiento, las proteínas animales siguen siendo fundamentales. Pero en adultos sanos, priorizar las fuentes vegetales podría marcar una diferencia no solo en cómo se ve el cuerpo, sino en cuánto tiempo y con qué calidad se vive.

Y eso, en tiempos donde la salud a largo plazo empieza a importar tanto como la estética, convierte al humilde garbanzo en algo más que un simple ingrediente de ensalada.

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