El Consolador es quien mira a las personas como sujetos y no como objetos. Quien acaricia y no golpea. Quien acoge y no excluye. Quien defiende y no agrede. Quien se indigna ante la injusticia y lucha contra ella. Quien actúa localmente y piensa globalmente. Quien actúa globalmente y piensa localmente. Quien sabe que la solidaridad es la ternura de los pueblos.
En este mes de abril se ha estrenado la película Altamira que, la verdad, ha pasado con más pena que gloria. A pesar del gancho de Antonio Banderas y del tema del descubrimiento de las pinturas rupestres en las famosas cuevas de Cantabria, los resultados en la taquilla han sido discretos, las críticas cinematográficas han sido más bien duras y, desde el punto de vista del diálogo fe-ciencia, el film resulta decepcionante.
Con los atentados de Bruselas el martes pasado, se anticipó el Viernes Santo. Día de cruz, dolor, muerte y llanto. Los evangelios ponen en labios de Jesús crucificado "siete palabras", que nos pueden ayudar a rumiar la barbarie terrorista y también la barbaridad de la crisis de refugiados.
Es razonable que, después de ataques como el 11-S en EEUU, o en el más reciente de Paris, los gobiernos lancen algún tipo de represalia. Más allá de la mala puntería que caracteriza a la alta tecnología, estas reacciones son justificables. Sin embargo, apenas consideramos un contexto más amplio, aparecen las razones.
El periodismo ya no es lo que has estudiado. Eso es historia. Hoy simplifica o miente, ridiculiza o lincha. En cualquier caso, no frenes ni un segundo, sin contexto, sin historia, opina de todo sin leer, sin pensar, sin saber, busca un bando, una trinchera. Y hazlo rápido. No vencerás, tampoco informarás, pero, ¿y lo que entretienes?
¿Dónde estás, Izquierda? Ni he sido católica ni lo soy, pero soy periodista. Y últimamente la noticia es la soledad en la que ha sido abandonado este papa tan popular, el único jefe de Estado capaz de apuntar con el dedo a la pasividad de los países occidentales por las muertes de indefensos.