Lo que Jesús, María y José tienen en común con los refugiados sirios

Lo que Jesús, María y José tienen en común con los refugiados sirios

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Adoración de los magos. María, a lomos de un burro al que guía José, lleva en brazos a Jesús, envuelto en paños. Galería Uffizi (Florencia)

Ya que celebramos estas Navidades en medio de la mayor migración en masa desde la Segunda Guerra Mundial, es buen momento para señalar el parecido existente entre la huida de los refugiados de los conflictos de Oriente Medio y el origen de esta festividad.

Aunque la de la Navidad es una historia de triunfo —de ángeles y Reyes Magos que celebran el nacimiento de Jesucristo—, también es una historia sobre el peligroso viaje de María y José, que recorrieron más de 140 kilómetros desde Nazaret a Belén para registrarse en un censo. Llegaron a una ciudad que estaba demasiado llena como para hospedarles con un bebé que no tenía los papeles en regla, precisamente.

Es debatible si Jesús, María y José eran realmente refugiados, pero, según la historia, lo que sí es verdad es que tuvieron que seguir un camino difícil para llegar a un lugar en el que su hijo no sería bienvenido.

Para trazar su ruta en un mapa, el periódico Orlando Sentinel se puso en contacto con James Strange, profesor experto en el Nuevo Testamento y en arqueología bíblica de la Universidad de Florida del Sur, en Tampa (Estados Unidos). Según su estudio, María y José probablemente siguieran una ruta común: se dirigieron hacia el sur por las llanuras del río Jordán, hacia el oeste por las colinas que rodean Jerusalén y después hacia Belén.

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Escena del nacimiento de Cristo en Lucéram (sureste de Francia).

"Fue un viaje agotador", afirma Strange. "En la antigüedad, lo máximo que llegaba a recorrer la gente eran unos 30 kilómetros al día. Y este recorrido tenía muchas pendientes. No era un camino fácil".

Strange señala que María, embarazada, tuvo que soportar temperaturas bajísimas, la amenaza constante de los bandoleros de la ruta del comercio y lo abrupto del terreno.

Cuando por fin María y José llegaron a Belén, les dijeron que se dieran la vuelta. Belén ya albergaba a "10.000 personas de la casa de David" —explica Strange—, que iban a empadronarse por decreto de César Augusto. La pareja optó por quedarse en un establo.

El periódico Los Angeles Times lo explica a la perfección:

Según Lucas, Jesús nació en un establo de Belén —en un lugar en el que se guardaba a los animales— porque no había habitaciones libres en una simple posada. A diferencia de César Augusto, que vivía en su palacio del Monte Palatino en Roma, el auténtico emperador llegó al mundo desprotegido y vulnerable.

Los problemas no habían hecho más que empezar cuando Jesús nació. El rey Herodes, preocupado por que Jesús fuera una amenaza para él, mandó asesinar a todos los niños menores de dos años de Belén. María y José huyeron a Egipto en burro y a pie, donde vivieron exiliados durante años.

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¿Qué se siente al verse obligado a abandonar el hogar bajo amenaza de muerte y al pasar por países en los que no se es bienvenido para acabar llegando a un destino en el que te sientes impotente, desprotegido y vulnerable?

Los refugiados sirios lo saben bien, porque ellos han vivido un viaje así. Sophia Jones, del equipo de The Huffington Post Estados Unidos, ha recorrido con un grupo de refugiados, muchos de ellos sirios, 1600 kilómetros por tierra y mar, pasando por Turquía y Grecia, entre otros países, para llegar a Austria y Alemania.

Según Jones, cientos de miles de refugiados hacen viajes similares, poniendo su vida en peligro y lidiando con los bandoleros, las condiciones ambientales, la encarcelación o el traslado indefinido a campamentos de refugiados. (Lee su historia completa —en inglés— aquí).

Muchos de los refugiados tienen un solo objetivo, el mismo que tenían María y José: mantener a salvo a su familia. Así lo cuenta Jones, que lo vivió en primera persona:

Una pareja de la ciudad siria predominantemente kurda de Hasakah espera para entrar en el coche azul de [los voluntarios] Philippa y Eric. Sostienen a su hijo y a su hija, que solo tiene 15 días y lleva un gorrito verde.

"Se llama Simav", dice la madre, Amira, refiriéndose a la recién nacida. "En kurdo, significa 'agua plateada'".

Simav deja escapar un gemido. Llegó al mundo hace solo dos semanas, pero ya ha sobrevivido al mar.

La ONU estima que para finales de este año habrán entrado en Europa 400.000 refugiados, muchos de ellos sirios, tras sus peligrosas travesías desde Asia, África y Oriente Medio.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero

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