El presidente se marcha al exótico Kazajstán y al Japón de Fukushima dispuesto a que cale la idea de que somos la mano de obra más barata de entre los grandes países de la UE.
Se ha encontrado, como el que se encuentra un billete de cinco euros o un bonobus tirado en el suelo, una fábrica bajo las calles de Moscú. Las imágenes televisivas de la salida de los obreros de la fábrica no se parece en nada a la que inmortalizaron los hermanos Lumière, hacia finales del siglo XIX.