Educación de calidad, acción por el clima, igualdad de género, hambre cero... son algunos de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que las Naciones Unidas se propusieron alcanzar en 2030. Pero esta no es solo misión de instituciones y gobiernos, nosotros también podemos aportar nuestro granito de arena para conseguirlo.
Cambiar la esencia misma de nuestro modelo de desarrollo es muy difícil, pero inevitable. Es más: es una fantástica idea para recuperar el ánimo y la voluntad de construir un proyecto común. No hay progreso ni crecimiento que perdure en escenarios en los que esquilmamos recursos o en los que colapse el sistema climático.
La conectividad global se perfila como palanca para alcanzar el desarrollo sostenible y reducir la desigualdad económica entre personas y países, pero la acción pública generalizada para proporcionar a todos los seres humanos acceso a Internet está lejos de ser una opción globalmente viable. Sin embargo, el precio que pagar para cerrar la brecha digital a veces puede salir bien caro.
Tras haber alcanzado en los quince últimos años significativos avances en la lucha contra la pobreza y en otros aspectos del desarrollo, toca ahora abordar o profundizar en otros acuciantes problemas globales: acabar con el hambre, garantizar energía asequible y no contaminante para todos, reducir las desigualdades o trabajar por ciudades y comunidades sostenibles, entre otros.
Los países en desarrollo, han adoptado el discurso del comercio justo, la sostenibilidad y lo adquirido éticamente, pero en la realidad, esas mal llamadas "soluciones sostenibles" aportan menos de un céntimo de euro por cada taza de café para erradicar la pobreza.
Hay mucho más en juego que la salud de los individuos; la seguridad internacional también está en peligro. Los expertos han identificado al agua como el riesgo global número uno en términos de impacto negativo significativo sobre los países durante la próxima década. El agua puede ser tanto una causa de conflicto como un nexo de cooperación. La elección debería ser obvia.
Trabajando juntos, los gobiernos y sus ciudadanos, debemos aprovechar el nuevo paradigma en datos abiertos para alcanzar el desarrollo sostenible. Es nuestra responsabilidad fortalecer el espacio público, impulsar el diálogo y facilitar el acceso a información de calidad, como elementos esenciales para tener sociedades más justas e incluyentes.