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'La corte de Faraón', hazte el cool, di sicalíptico

'La corte de Faraón', hazte el cool, di sicalíptico

Ha vuelto a escena para divertir a los espectadores del Teatro de la Zarzuela. 

Luis Cansino en La corte de FaraónElena del Real

¿Zarzuela? ¿Opereta? ¿Revista? ¡Qué más da el género! Vuelve La corte de Faraón al Teatro de la Zarzuela de la mano del director de escena Emilio Sagi, el cantante Enrique Viana y el director musical Carlos Aragón. Y, seguramente, el público de zarzuela irá a verla en masa. Porque saben y conocen el percal que se gasta la obra y el equipo artístico. ¿Y el resto? Deberían ir a saber y conocer, pero, sobre todo, deberían ir a divertirse como los primeros.

La trama es mínima y hasta boba, pero como lo es en muchos de los musicales de la Gran Vía y aledaños. El General Putifar vuelve a Egipto tras ganar a los sirios. Para recompensarle, Faraón, rey borrachín, lúbrico y de orientación sexual dudosa, le ofrece en matrimonio una joven doncella. Una tal Lota que según dicen en Menfis es virgen, pero vete tú a saber, que en Menfis se miente mucho. Lo que no sabe Faraón y pocos en su corte es que una flecha enemiga ha dejado impotente a Putifar y no podrá consumar, dejando a Lota en su noche de bodas, con mucha luna y poca miel.

Pero no se me agobien, que para algo está José. Esclavo, guapo a la antigua, de pelis de Errol Flyn, musculado y casto, al que su religión, la hebrea, le obliga llegar virgen al matrimonio. Un esclavo que no solo podrá sustituir a Putifar en la alcoba con su virginal esposa, sino que podrá hacer el trabajo marital que Faraón, debido a su afición al vino de Tebas, tiene dificultad en hacer a la reina. Con el beneplácito de ellas, y el rechazo de José, que el esclavo les gusta a ambas.

Sí, todo esto sucede en el Nilo, con sus barcas. Entre pirámide y pirámide. En un mundo de paredes doradas. Un Egipto fantástico, tópico y casi caricaturesco. Tanto en su bella escenografía, escenografía de riesgo que resbala y más de uno estuvo a punto de partirse la crisma, como en el vestuario. En el que Isis, Anubis, Uvis, Tetris —¿Tetris? ¿ha dicho tetris con R?—, Amón Ra, que en el pueblo conocen por RaAmón, los dioses, hacen de las suyas con los humanos de todo tipo y condición.

  Peleándose por el casto José en 'La corte de Faraón'Javier del Real

Ni que decir que todo esto favorece también levemente el vodevil con blancas y pícaras referencias sexuales, demasiado light para los tiempos pornográficos que corren gracias a la Red. Referencias que mueven a la sonrisa a muchos, aunque pueden sonar a antiguas a otros.

Una antigüedad al estilo de las películas que se ven los sábados en la primera en Cine de Barrio. Y que es jugado a conciencia en la forma de hacer y decir, que al igual que todo el montaje parodia sin ridiculizar unas formas. Unas bromas que un espectador describe como picaronas, y no se me puede ocurrir otro sinónimo mejor para sicalíptica, que es como se calificaba este tipo de espectáculos y canciones llenas de referencias sexuales cuando se estrenó. Unas bromas que tienen el perfume de The book of Mormon o Avenue Q.

Al final, poco importa, aunque ayuda a pasarlo bien, porque lo importante, al menos como se presenta en esta producción, es favorecer el número musical. Parte muy cuidada tanto en lo vocal, eligiendo las voces adecuadas a la obra y personajes, antes que a la calidad de la técnica canora. Y es que hay sabiduría de teatro musical en esta producción tanto en la escena como en el foso, y, sin que chuleen de ello, se nota.

  'La corte de Faraón'Javier del Real

Ya sea para echarse unos bailes, ya sea para escuchar los coros buenos y bonitos, ya sea para cantarse un aria. Sí, un aria que es la palabra italiana para canción. Y desde luego el aria de Yo soy el casto José una de las mejores del cancionero cómico español.

Aunque el número por excelencia de esta revista musical es, sin duda, Ay, ba, Ay, ba. ¡Ay si esa canción la hubiera escrito el maestro Sondheim lo que se diría! La canta un personaje que aparece por arte de magia, un regalo del Rey de Babilonia. Y, aunque en el original es un número metido a capón para que una cómica popular hiciese mucha gracia, Sagi ha sabido encontrarle una justificación, en forma de un sarcófago-regalo con sorpresa que el público ha visto pasear por escenario varias veces hasta que se abre el pastel.

Es este número por el que han pasado cuanta cómica, con voz o con voz peculiar, folclórica y cantante española de éxito que ha podido. Pero no solo que hasta la soprano Gheorgiu la ha cantado sin ningún tipo de complejos. Interpretes populares a las que la mínima letra, con su música pegadiza, sus silencios y pareados les permitía meter a saco su personalidad y sus morcillas, o comentarios sobre la actualidad, de forma sensual.

Esta vez la interprete es él. Enrique Viana, que desde hace tiempo está haciendo recitales de zarzuela y ópera con un fuerte sesgo cómico, kitsch y queer. Producciones de pequeño formato y de mucho éxito. Y, de nuevo, vuelve a mostrar la diva que lleva a dentro y que se lleva al público a cantar el Ay, Ba, Ay, Ba, en uno de los momentos más divertidos de la noche. En los que consigue que quién más y quién menos pierda la vergüenza torera y cante. Y hay personas que tienen voz, y la usan.

  Enrique Viana en 'La corte de Faraón'Javier del Real

Habrá quien vea esta obra demodé y machista. Y es que los tiempos han cambiado una barbaridad y eso de que las mujeres vírgenes sean entregadas como trofeos a los héroes, es inaceptable. Y que aguanten lo inaguantable, es aún peor. Así que solo queda, como ha decidido Sagi y Viana, que ha colaborado en esta versión, mirar con cierta crítica amable a aquellos tiempos y focalizarse en la pura diversión.

Y también reescribirlos. Lo que se nota más que nada en el Terceto de las tres viudas, mujeres experimentadas que se acercan al lecho nupcial a instruir a Lota en su noche de bodas. Y le cantan que no se puede ni debe aguantar el puro del marido ni el mal olor del humo que desprende si no gusta. Y que en esos casos le recomiendan té. Sí, té, de des pide té. Dile adiós y anda que le ondulen con la permanén al puro y a él.

Que todo esto que llama a la astracanada, a lo antiguo y al mal gusto, resulte más que bonito se le debe al equipo artístico. Que han puesto imaginación para que, igual que hay que descarbonizar la economía, se desfranquize a un fenómeno cultural que gustaba e interpelaba a todos independientemente de la orientación política, religiosa y sexual. Y más la zarzuela y la revista, de las que se apropió el franquismo como si fuera consustancial a dicho régimen. Algo que sigue lastrándola de cara a su reconocimiento.

Como muestra este montaje, no debería ser así. Y una vez mostrado pasa el testigo a la juventud llenando el escenario de unos coloridos grafitis de figuras egipcias, para que, también jo tía y bro, se diviertan y se enriquezcan con el amable y simpático juego sicalíptico y actualicen y hagan su versión del babilonio que marea.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.