Tomasa, jubilada de 70 años que comparte piso: "No me da. Tengo una pensión por invalidez de 650 euros"
Cada vez son más personas mayores las que se ven obligadas a compartir piso.
A sus 70 años, Tomasa, que cobra una pensión de invalidez de 650 euros al mes, comparte piso con otras tres personas. Y ni con esas. El suyo es un ejemplo más de lo lamentable de la situación de la vivienda en España, donde hasta las personas mayores se ven obligadas a convivir con más gente porque no pueden afrontar los gastos. Tomasa, cuya historia cuentan en El Español, nunca imaginó que, con su edad, "acabaría viviendo así".
Lo peor es que la pensión no le da ni para compartir piso. Cada mes, Tomasa tiene que destinar 250 euros al pago del alquiler de su habitación, lo que la deja con tan solo 400 euros para todo lo demás: comida, transporte, facturas, medicinas... Pese a apañarse como puede, se ve obligada en muchas ocasiones a tener que escoger entre comprar comida o algún medicamento.
Al igual que ella, sus dos compañeros de piso son también personas mayores con pensiones bajas. Los cuatro han creado una especie de familia improvisada. Comparten, como pueden, los gastos de comida, facturas... "Nos cuidamos los unos a los otros", comenta Tomasa.
Antes de jubilarse, Tomasa trabajó durante años en la limpieza y el cuidado de personas mayores. "Siempre he sido trabajadora, pero nunca me pagaron bien", dice. Pese a trabajar durante décadas, la precariedad la acompañó siempre, a través de salarios bajos y contratos parciales que diezmaron su pensión. "No es justo, hemos levantado el país y ahora vivimos con lo justo para sobrevivir", lamenta.
A pesar de las dificultades, Tomasa, como muchas personas mayores, intenta ser positiva y cuidarse lo que puede. Sale a pasear, cuida las plantas y participa en un centro de mayores del barrio, donde ha hecho amigos y amigas. A pesar de que su vida no es sencilla, se siente incluso una afortunada por al menos tener un techo y, sobre todo, gente con la que conversar. "La soledad es peor que la pobreza", afirma.
Cada vez son más las personas mayores que, ante la subida de los precios de la vivienda, se ven obligadas a compartir piso. Y aunque hay quien quiere ponerle nombres bonitos a estos modelos de convivencia, la realidad es que lo hacen porque no les queda otra. Y cada vez son más.