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Tres víctimas de las torturas policiales franquistas, 50 años después de la muerte del dictador: "El franquismo era represión"

Tres víctimas de las torturas policiales franquistas, 50 años después de la muerte del dictador: "El franquismo era represión"

Hablamos con Ángela Gutiérrez, Inma Pardo y Julio Pacheco, los tres torturados en el franquismo y la Transición por la Brigada Político-Social en la actual sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, cuando se cumple medio siglo de la muerte en la cama del dictador Francisco Franco.

De los miles de personas que cada día atraviesan la céntrica y madrileña Puerta del Sol, entre habitantes, turistas y hasta puede que despistados, pocos saben qué pasó durante los años del franquismo y de la Transición en ese imponente edificio que hoy alberga la sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Quienes pasen estos días por la plaza pueden enterarse de que llega la navidad, gracias a un gran árbol recién instalado; que en casi un año se celebrará un circuito de Fórmula 1 en la ciudad; o que justo ahí se produjo la primera batalla contra las tropas de Napoleón el 2 de mayo de 1808. Esto último se sabe gracias a una placa colocada en la fachada de la Real Casa de Correos. No hay todavía, sin embargo, aunque así lo haya ordenado el Gobierno, ninguna otra placa que recuerde que en la Real Casa de Correos se torturó a miles de personas durante la dictadura y también en los primeros años del posfranquismo. Para Isabel Díaz Ayuso, el asunto merece mofa. "Francomodín", definió Ayuso la idea de la placa, tirando del agotado argumento de la reapertura de unas heridas que nunca se llegaron a cerrar.

Quienes sí saben lo que pasó en la Real Casa de Correos son, entre muchas otras personas, Ángela Gutiérrez, Julio Pacheco e Inma Pardo. Los tres fueron torturados entre esas paredes por miembros de la Brigada Político-Social de la Dirección General de Seguridad de la dictadura franquista, entre ellos, Antonio González Pacheco 'Billy el Niño' o José Manuel Villarejo. 50 años después de la muerte del dictador Francisco Franco, Gutiérrez, Pacheco y Pardo pueden contar la verdad, pero todavía no gozan de las otras dos patas que hacen falta para sustentar la memoria: justicia y reparación. Los tres relatan su pasado, que es el pasado de todo un país, frente a la única puerta de la sede de la Comunidad de Madrid que da a la calle del Correo; una puerta grande, pero con cierto toque insustancial (a nadie llama especialmente la atención) por la que, sin embargo, entraron detenidos Gutiérrez, Pacheco y Pardo en diferentes años y ocasiones, conscientes de que tras esos portones esperaba la tortura. Sus testimonios son la mejor respuesta para quienes, sabedores o engañados, mayores o jóvenes, creen que los años de la dictadura franquista fueron buenos, o no tan malos.

Ángela Gutiérrez: "Me hicieron el pato"

Ángela Gutiérrez fue detenida por la Brigada Político Social hasta en tres ocasiones, dos veces en 1973 y otra en 1976, ya muerto Franco: "Cuando me trajeron la primera vez fue por una huelga en mi puesto de trabajo. No existía el derecho a reunión, a manifestación ni a huelga, no se podía ir en grupo de cuatro por la calle porque te paraba la Policía. En la fábrica había que reunirse a escondidas. La Brigada Político-Social me trajo con la bata de trabajo puesta. Me torturaron y me enviaron dos meses a la cárcel de Alcalá de Henares con una multa gubernativa. A los dos meses de salir de la cárcel, me detuvieron por Gran Vía con mi pareja, a quien estaban siguiendo. Me torturaron todavía más que la primera vez. Entre miembros de la Brigada Político-Social me iban dando vueltas a empujones, de un lado para otro. Me amenazaron con la ley de Vagos y Maleantes y me hicieron también el pato por no querer dar la dirección en la que vivía en Madrid. Fue muy duro". "Hacer el pato" consiste en esposar a alguien por la espalda y darle patadas en la vulva o los testículos. La tercera detención fue el 1 de mayo de 1976. Al menos en esa ocasión no la torturaron. "Me preguntaron cómo se me había ocurrido salir a la calle un día tan señalado... Me detuvieron por un salto [una manifestación relámpago] por la amnistía y la libertad que un grupo de personas hicimos en la calle Goya. Estuve un mes en la cárcel".

Julio Pacheco: "Siete días de torturas"

Julio Pacheco fue detenido el 24 de agosto de 1975. Hace apenas un par de años, en septiembre de 2023, se convirtió en la primera víctima de torturas policiales del franquismo en declarar en un juzgado. Casi 50 años después de haber sufrido los malos tratos. Tras su detención, Pacheco fue llevado a la Dirección General de Seguridad. "Fueron siete días de torturas, amenazas y golpes. Siete días completos hasta que me llevaron a la cárcel de Carabanchel". Los miembros de la Brigada Político-Social, entre los que se encontraba el comisario Villarejo, querían que se autoinculpara del asesinato del teniente de la Guardia Civil Antonio Pose. Entre otros abusos, a Pacheco le ataron a un radiador para golpearle los pies de manera constante. Todo esto lo contó en el Juzgado, pero la denuncia se archivó tras considerar la jueza que los hechos habían prescrito.

Inma Pardo: "En 1980 me hicieron el quirófano"

Como Gutiérrez, Inma Pardo fue detenida hasta en tres ocasiones por la Brigada Político-Social y enviada a la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol. Cuando la detuvieron por primera vez, en 1977, tenía tan solo 17 años. Cumplió los 18 en la DGS, siendo torturada: "Me golpeaban en los pies. La tortura era el modus operandi de esta gente, era la norma, igual que era la norma que los policías pegaran tiros en la calle. No había ningún derecho para nuestro pueblo, así que podían hacer lo que quisieran". Un año después, en 1978, Pardo pasó once días en la DGS: "Fue muy fuerte también. Me enseñaban cómo torturaban a mi compañero". Lo peor es que en 1980, durante su tercera detención, también pasó lo mismo. Lo peor porque España era ya entonces, se supone, una democracia: "Ya estaba iniciándose el proceso de cerrar la DGS, pero me hicieron el quirófano. ¡Era 1980! Me tendieron en una mesa durante horas y de vez en cuando me pegaban puñetazos. Es muy doloroso".

  Julio Pacheco, Ángela Gutiérrez e Inma Pardo, frente a la puerta por la que entraban detenidos en la Real Casa de Correos.

¿Con Franco se vivía mejor?

"El franquismo era represión, si se mantuvo 30 años en el poder fue por pura represión", resume Julio Pacheco desde la Puerta del Sol y en respuesta a quienes hoy se atreven a esbozar una visión positiva de la dictadura, en especial a ese 20% de personas jóvenes que piensa que no fue tan mala. "El franquismo era una completa falta de libertad para todo. Te podían detener por ver una película prohibida y ya no te digo por hacer una pintada o por repartir octavillas. Yo, tras una pintada, tuve que salir corriendo porque la Policía comenzó a pegar tiros", recuerda. "Los jóvenes tendrían que transportarse a una época donde darte un beso en la calle también era motivo de detención", añade Inma Pardo. "Alterar el orden público, se llamaba. Te podían poner hasta una multa. A mí me pasó en Badajoz cuando tenía 17 años", completa Ángela Gutiérrez. Y sigue Pardo, también desde esa puerta de la extinta DGS que atravesó tres veces: "Hablar mal del régimen te convertía en un subversivo, podías pasar por aquí [la DGS] o por cualquier otra cárcel. Las manifestaciones, imposibles. Y esto de los botellones, ni de coña. Ellos [los jóvenes] han nacido en libertad, justo lo contrario a la falta de libertades que nosotros tuvimos". "Nadie en su sano juicio puede añorar un Estado en el que no había libertad para nada, en el que podían pegarte un tiro por cualquier acto que consideraban que no era apropiado", señala Pacheco. "El que diga eso [con Franco se vivía mejor] es que no vivió la época o se benefició de ella", concluye Pardo.

Pero pese a estas opiniones favorables al franquismo, estas tres víctimas de las torturas policiales del franquismo prefieren quedarse con una mayoría de jóvenes que no piensa así. "Hay gente joven que preconiza eso, pero luego hay montones de chavales, que son de los que no hablamos, que no; los que están en las manifestaciones contra el genocidio en Palestina, a favor de la Sanidad pública, universal y gratuita...", defiende Inma Pardo. "Eso es lo importante, de cada cinco jóvenes, hay cuatro que no están de acuerdo con el fascismo. Las movilizaciones por Palestina demuestran que la juventud se mueve, y además lo hace por temas solidarios, cosas que no le afectan personalmente en su vida, sino a sus principios, a sus creencias. Eso es importantísimo", dice Pacheco.

Los tres apuntan, no obstante, a la necesidad de fomentar una educación memorialista real, una enseñanza que explique de verdad lo que sucedió (el golpe de Estado franquista, la Guerra Civil, el franquismo...), algo que hasta ahora no sucede. Si hay una "absoluta falta de conocimiento de aquella época", apunta Pacheco, "es producto de la Transición, que fue un pacto de silencio, con una ley de Amnistía que fue una ley de punto final, un borrón y cuenta. En los colegios no se estudia todo esto, como mucho se llega a la guerra de la Independencia. Los chavales no conocen lo que pasó. Sería muy importante que se metiese en el currículo escolar; se supone que lo obliga la ley de Memoria Democrática, pero no se controla, no se está haciendo".

La memoria democrática

Para que un país tenga memoria y no se vea condenado a reincidir en un pasado peor, es necesario que transforme el olvido en vivo recuerdo, como sucede en Argentina con la ESMA o en Alemania con Auschwitz-Birkenau. Hace poco, la Real Casa de Correos fue nombrada de manera oficial como Lugar de Memoria, algo que implica la colocación de una placa que atestigüe lo que allí sucedió, las torturas que sufrieron miles de personas como Pacheco, Pardo o Gutiérrez. Pero Isabel Díaz Ayuso se niega. "Tiene que cumplir la ley, y el Gobierno es el que tiene que hacer que la ley de Memoria Democrática se implemente. Si esto ha sido considerado un lugar de Memoria, a Ayuso no hay que preguntarle nada; cúmplase la ley, pero de verdad. No es suyo esto, esto no es de la señora Ayuso [con relación a la Puerta del Sol]", incide Pardo. Gutiérrez, además de una placa, considera importante que también se rehabiliten los espacios por los que pasaron. "Debían habilitar alguna celda, para que se vieran las condiciones, cómo eran", dice mientras observa los ventanucos con rejas de la Real Casa de Correos que pegan con la acera. Cuando estuvo detenida, se entretenía mirando por ellas los zapatos de la gente que pasaba, imaginando quién los calzaba. "Tendrían que habilitar al menos una para que pudiera ser visitada como en otros países, o como en la cárcel Modelo de Barcelona. Me parece importante que pudieran venir los colegios y verlo", explica.

50 años después de la muerte del dictador, mientras el rey Felipe VI, hijo del rey emérito Juan Carlos I, a quien el dictador Franco puso en el puesto, interviene en el Congreso, Gutiérrez, Pacheco y Pardo exigen ser escuchados. Hasta ahora, más allá de unas leyes de memoria que no se cumplen, ninguno se siente demasiado atendido por el Gobierno. "Es que lo de escuchar... Que empiecen a salir adelante las ciento y pico denuncias que se han puesto por torturas, que se elimine la ley del 77 que impide seguir investigando [la ley de Amnistía]. Eso es apoyar, lo demás son tonterías", denuncia Inma Pardo, a quien apoya Pacheco: "Si no se obtiene justicia, no sirve de nada. Te pueden dar un reconocimiento, pero ¿qué van a decirme a mí, que torturaban? Por supuesto que torturaban, a nosotros nos lo van a decir. Lo que queremos es primero la verdad, luego justicia y después, reparación. Han pasado catorce años desde la querella argentina y la jueza Servini ha enviado montones de requerimientos a los jueces españoles... Y no se le ha hecho ni caso". "Yo personalmente no deseo que nadie vaya a la cárcel, pero sí que se sepa la verdad y se juzgue, que se sepa en todo el Estado español lo que sucedió. Ni siquiera han pedido perdón. Y nosotros lo seguimos llevando a cuesta. Cada vez que paso por aquí [la Puerta del Sol] y miro esas celdas, se me pone la carne de gallina", dice Gutiérrez.

Pese a que todavía queda mucho camino por recorrer, los tres se muestran esperanzados, sabedores de que, antes o después, España sabrá lo que pasó. "Las generaciones futuras lo sabrán, estoy seguro. Es que para vivir en democracia es lo fundamental, es la base. Si no, ¿en qué democracia vas a vivir, en una democracia basada en el emérito?", se pregunta Pacheco antes de referirse a la famosa sentencia del filósofo George Santayana: "Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla". Gutiérrez escoge otra fase: "Sin memoria, no hay democracia". Lo mismo piensa Pardo: "Si no conocemos nuestra historia, la historia de represión, no seremos una democracia".

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Me llamó Héctor Juanatey, aunque como dice Xoan Tallón, eso no importa, todo el mundo tiene un nombre. Me gusta escribir y contar cosas. En El HuffPost escribo de política, y como política lo es todo, decirles esto es como decir todo y decir nada.

 

Sobre qué temas escribo

En El HuffPost escribo, como ya les dije, de política, que es todo. Si quisieran entrar más en detalle, les cuento: por gustar, me gusta escribir de todo aquello que me preocupa dentro y fuera de la redacción. En los últimos años, por ejemplo, he estado investigando el ascenso de la extrema derecha, una suerte de virus invisible que crece cada día más. Un crecimiento, sin embargo, que también tiene responsables, y en ellos me gusta fijarme, ya sea Elon Musk, Mark Zuckerberg o influencers de ultraderecha con cada vez más adeptos. Pero también la política es causa de la desafección de la que beben los ultras. De ahí que no haya que olvidarse nunca de temas fundamentales como la vivienda; en definitiva, de las condiciones materiales de la ciudadanía. Por ese motivo, también, y desde la cobertura que hice para Público durante el 15M en la Puerta del Sol, en Madrid, he centrado gran parte de mi trabajo en las diferentes reivindicaciones de la movilización social. Sospechen siempre de aquellos periodistas que acostumbran a agobiar con la cantinela de la objetividad. Al final, solo buscan desprestigiar el sentido mismo de la profesión.

 

Mi trayectoria

Pese a todas las advertencias, desde que me decanté por estudiar periodismo (Licenciatura y Máster en Periodismo de Investigación), a excepción de un parón en el que trabajé en discurso y comunicación política, he tenido la suerte de dedicarme a escribir. Empecé en La Voz de Galicia y, tras dejar la terruña (Galicia) y mudarme a la capital en busca de oportunidades laborales, pasé por Público, La Sexta, fui redactor fundacional de eldiario.es, y he escrito para un buen número de medios como Praza.com, la revista Luzes, Playground Magazine, La Marea, Vanity Fair o CTXT. En una ocasión estuve en el campamento de refugiados de Dajla, en el Sahara, y de allí me traje unas breves anotaciones que fueron publicadas como libro, ‘Dajla. Apuntes desde o Sahara’, editado por Praza. En otra, entrevisté a Txema Guijarro, una de las personas que trabajó en el asilo de Julian Assange y Edward Snowden, y esos diálogos se transformaron también en libro, ‘El analista. Un espía accidental en los casos Assange y Snowden’, de Libros del KO. En otro lapso de tiempo, creé junto a los cómicos Facu Díaz y Miguel Maldonado un programa de humor, La Tuerka News, porque tengan claro que sin risas nos vamos a la m*****.

 


 

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