Camino de Santiago: etapas y tramos del camino del norte
Las últimas etapas, ya en tierras gallegas, discurren por bosques de eucaliptos, aldeas de piedra y caminos rurales.

El Camino del Norte comienza en Irún, en la frontera con Francia, y se extiende a lo largo de cuatro comunidades autónomas: País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia. A diferencia de otras rutas jacobeas, esta se caracteriza por su perfil montañoso y su cercanía constante al mar, lo que la convierte en una de las más escénicas y exigentes físicamente.
Las primeras etapas atraviesan el País Vasco, donde el peregrino se adentra en un paisaje de acantilados, playas salvajes y pueblos pesqueros. Desde Irún, se pasa por San Sebastián, Zarautz y Deba, hasta llegar a Markina-Xemein y Gernika. Esta sección destaca por su riqueza cultural y lingüística, así como por la arquitectura vasca y la gastronomía local, con productos como el bacalao al pil-pil o el txakoli.
Al entrar en Cantabria, el camino se suaviza ligeramente, aunque sigue presentando desniveles importantes. Las etapas más representativas incluyen las que pasan por Castro Urdiales, Laredo, Santoña, Santander y Comillas. Esta región ofrece una mezcla de playas doradas, prados verdes y monumentos históricos como el Capricho de Gaudí o la colegiata de Santillana del Mar. El contacto con el mar es constante, y muchas veces el peregrino camina junto a la costa, con vistas espectaculares del Cantábrico.
Asturias representa uno de los tramos más intensos del Camino del Norte, tanto por su orografía como por su clima cambiante. Desde Llanes hasta Ribadeo, el camino se adentra en valles profundos, bosques frondosos y aldeas remotas. Etapas como las de Villaviciosa, Gijón, Avilés y Luarca son especialmente valoradas por su autenticidad y por la hospitalidad de sus gentes. Aquí, el peregrino puede degustar sidra natural, fabada asturiana y quesos artesanales, mientras atraviesa paisajes que parecen sacados de una postal.
Una vez en Galicia, el Camino del Norte se une con el Camino Primitivo en la localidad de Arzúa, aunque algunos peregrinos optan por seguir la variante costera hasta Ribadeo y luego continuar por el interior. Las últimas etapas, ya en tierras gallegas, discurren por bosques de eucaliptos, aldeas de piedra y caminos rurales que conducen finalmente a la catedral de Santiago de Compostela. Esta parte del recorrido, aunque menos abrupta, no deja de ofrecer momentos de introspección y belleza natural.
A lo largo del Camino del Norte, la señalización con flechas amarillas y mojones es constante, aunque en algunos tramos rurales puede resultar más escasa que en otras rutas. La red de albergues, tanto públicos como privados, ha mejorado notablemente en los últimos años, ofreciendo opciones para todos los presupuestos. Además, muchas localidades cuentan con servicios específicos para peregrinos, como lavanderías, menús especiales y transporte de mochilas.
El Camino del Norte no es solo una ruta de peregrinación, sino también un viaje interior. Su dureza física, combinada con la serenidad de los paisajes y la riqueza cultural de las regiones que atraviesa, lo convierten en una experiencia transformadora. Cada etapa es una historia, cada tramo un descubrimiento, y cada paso una oportunidad para reconectar con uno mismo y con el entorno.