El cartel que coloca este camping dirigido a los clientes más pesados debería ser caso de estudio
La situación es mucho mejor actualmente.

En pleno arranque de la temporada alta, el Camping Ristinge, en la isla danesa de Langeland, ha tenido que tomar una medida poco habitual: colocar carteles pidiendo amabilidad a sus visitantes. La razón, según explica desde la dirección, es el creciente número de quejas y malos tratos verbales hacia los jóvenes empleados del recinto.
La iniciativa ha sorprendido a más de un veraneante, pero responde a una situación que lleva tiempo gestándose. "En los últimos años hemos notado un aumento del comportamiento negativo hacia nuestro personal", explica Kathrine Rasmussen, directora del camping. Aunque aseguran que en general prefieren no llenar el espacio de señales, esta vez han hecho una excepción para proteger a su equipo.
Los carteles, visibles tanto dentro como fuera de la tienda del camping, invitan a los huéspedes a reflexionar sobre el tono y las formas con las que se dirigen al personal, en su mayoría jóvenes que trabajan durante el verano. "La falta de personal no acorta las colas ni hace que las cosas vayan más rápido", recuerda uno de los mensajes.
Las protestas, según Rasmussen, pueden deberse a cualquier motivo: desde demoras en el servicio hasta porciones que no cumplen las expectativas. Pero lo preocupante es el impacto que estos episodios tienen en los trabajadores más jóvenes.
Cecilie Hesselo, empleada durante varios veranos en el camping, lo ha vivido en carne propia. "Cuando te dicen que lo estás haciendo mal, te afecta", confiesa. Celebra, sin embargo, que desde que se colocaron los carteles, la situación ha mejorado notablemente: "Desde entonces non ha habido ningún problema. Me parece una gran idea".
La preocupación no es menor. La responsable del camping advierte que si los jóvenes no quieren volver por haber tenido malas experiencias, podría haber consecuencias serias para el funcionamiento del lugar, "Ya hemos perdido la heladería por no encontrar personal dispuesto a aguantar ese trato", señala.
La situación es mucho mejor tras la colocación de los carteles
Sin embargo, se trata de un fenómeno generalizado. Así, apuntan que esto no se limita a Ristinge, ya que una encuesta nacional realizada por el sindicato HK Handel el pasado mes de mayo desveló que el 78% de los trabajadores del comercio han recibido comentarios desagradables de clientes, mientras que esa cifra aumenta hasta el 90% en el grupo de jóvenes de entre 15 y 29 años.
Por su parte, en Sommerland Zealand, un parque de atracciones en la isla de Fionia (Dinmarca) decidieron tomar un camino distinto: premiar la amabilidad de los clientes. De esta forma, apliacarán descuentos o tratos de favor a aquellos clientes que tengna buenos módales.
"Es una manera sencilla de promover un trato más cordial", señala su directo, Kâre Dyvekaer, aunque afirma que la mayoría de los visitantes tienen ya un buen comportamiento.
Pero si volvemos al caso de Langeland, la señalización ha tenido buena acogida, incluso entre quienes no entienden cómo se ha llegado a este punto. "Es mi primera vez aquí y me ha sorprendido lo amable que es el personal", comenta Jorgen Begtsson, de Bureso.
En definitiva, los carteles han tenido una gran aceptación entre los clientes, que consideran que tienen una función útil. "Es triste que algunos jóvenes tengan que tener miedo solo porque hay quien no sabe dirigirse bien a los demás", señaló uno de los campistas.
Otros visitantes apuntan que este tipo de medidas deberían extenderse a más lugares como supermercados o restaurantes, y aseguran ser conscientes y conocedores de estos malos tratos por parte de clientes, ya que los han sufrido en primera persona en más de una ocasión.
