Estudia cerca de 200 niños y da con los hábitos parentales que promueven habilidades sociales "excepcionales"
"Crecer en un entorno donde se fomenta la seguridad emocional y la conexión auténtica marca una gran diferencia".
Las relaciones humanas se complican a medida que crecemos. Por eso, una de las prioridades que tienen los padres es preparar a sus hijos para desenvolverse con éxito en la vida social. Muchos creen que basta con enseñar frases de cortesía como "por favor" y "gracias", pero la especialista en desarrollo infantil Reem Raouda va más allá.
La experta, que también es madre, escribe en CNBC que "la verdadera base se construye mucho antes, en casa y a través de las interacciones cotidianas". Tras estudiar más de 200 relaciones entre padres e hijos, Raouda ha identificado un patrón claro: los niños aprenden a comunicarse y a conectar principalmente observando cómo se comportan sus padres.
"Crecer en un entorno donde se fomenta la seguridad emocional y la conexión auténtica marca una gran diferencia", subraya. Asimismo, propone nueve prácticas cotidianas que ayudan a desarrollar habilidades sociales sólidas desde la infancia:
- Hablar abiertamente sobre sentimientos y emociones. La experta señala que esta acción contribuye a la regulación emocional. Por ejemplo, explica que decir "me siento decepcionado, pero lo intentaré mañana" ayuda a los niños a expresar tristeza sin recurrir a la agresión.
- Modelar la empatía en la vida cotidiana. Los niños imitan las acciones que ven en sus padres. "Un simple 'tiene mucho trabajo, así que abrámosle la puerta' enseña más sobre empatía que cualquier sermón", afirma Raouda.
- Fomentar una confianza real y auténtica. Dejar que los hijos intenten y se equivoquen demuestra que se confía en ellos. Animarles con frases como "me encanta cómo seguiste intentándolo" refuerza su autoestima.
- Enseñar cómo hacer las paces tras un conflicto. La reparación fortalece vínculos, y expresiones como "heriste a tu hermana, pensemos cómo solucionarlo" convierten los desacuerdos en aprendizajes.
- Validar los sentimientos del niño. Restar importancia a prblemas como "mi amigo no quiso jugar conmigo" puede hacer que sientan que sus sentimientos no importan, por lo que es importante escucharles y apoyarles, diciéndoles algo como: "Eso suena difícil. ¿Quieres contarme más?".
- Ayudar a reconocer señales sociales. Un comentario como "¿notaste que su voz se ha vuelto más baja? Quizás se sienta tímido" enseña a captar matices en la comunicación.
- No apresurarse a resolver todos los conflictos. Dejar que los niños gestionen sus discusiones con apoyo cercano fomenta la autonomía.
- Tratar los errores como oportunidades de aprendizaje. Una respuesta calmada, como "derramaste el zumo, vamos a limpiarlo", enseña responsabilidad sin humillación.
- Escuchar más de lo que se habla. Pausar, mirar a los ojos y decir "cuéntame más sobre eso" demuestra atención plena y enseña respeto en la comunicación.
Según Roauda, estas "microlecciones" cotidianas son semillas que, con el tiempo, "moldean adultos socialmente conscientes y emocionalmente inteligentes". "Al practicarlas desde temprano, se garantiza que los hijos se conviertan en personas empáticas y listas para las relaciones en el mundo real", concluye.