Ingenieros construyen a dos pasos de España un proyecto crítico para recrear el poder de las estrellas
Podría cambiar para siempre el futuro energético.

Las colinas del sur de Francia albergan un proyecto que podría cambiar para siempre el futuro energético. Un equipo internacional de ingenieros trabaja en el ensamblaje del núcleo del ITER, el mayor experimento de fusión nuclear jamás concebido.
La actualización del proyecto, publicada en julio de 2024, señala que este momento marca la transición hacia la etapa más decisiva de un esfuerzo de décadas para reproducir en la Tierra la misma reacción que alimenta al Sol.
En el centro del desafío se encuentra la llamada 'nave de vacío', una cámara de doble pared de 19 metros de ancho diseñada para confinar plasma a temperaturas superiores a los 150 millones de grados Celsius. El recipiente se construye a partir de nueve sectores de acero de 440 toneladas cada uno, fabricados en Europa y Corea del Sur, que una vez soldados y sellados alcanzarán un peso superior a las 5.200 toneladas.
Este verano, la empresa estadounidense Westinghouse recibió un contrato de 180 millones de dólares para liderar el delicado trabajo de ensamblaje, en colaboración con sus socios europeos Ansaldo Nucleare y Walter Tosto.
El reto técnico es mayúsculo, pues los ingenieros deben lograr una alineación perfecta de los sectores, compensando al mismo tiempo la expansión térmica y la inevitable deformación del metal. Cualquier error podría resultar fatal, ya que, si el plasma toca las paredes de la cámara, el experimento fracasaría.
Coalició global
El ITER no es, sin embargo, un proyecto francés, sino un ejemplo sin precedentes de cooperación científica global. Hasta 35 países participan en la iniciativa, entre ellos Estados Unidos, China, Rusia, Japón, Corea del Sur y todos los Estados miembros de la Unión Europea.
Cada uno de estos socios aporta piezas críticas. Por ejemplo, Europa se encarga de cinco sectores de la nave de vacío, Corea del Sur de cuatro, Estados Unidos ha enviado imanes superconductores de 18 metros y Japón suministra secciones clave del solenoide central.
Pese a su ambición, el ITER no ha estado exento de contratiempos. El plan inicial era generar el primer plasma en 2018, pero retrasos técnicos y debates presupuestarios han pospuesto el calendario. Ahora, se estima que la máquina alcanzará su primera fase de operación con plasma de deuterio en 2035, alcanzará su máxima capacidad en 2036 y no iniciará pruebas con deuterio-tritio hasta 2039.
Su meta es demostrar que puede obtener un factor de amplificación de potencia de 10, es decir, producir 500 megavatios de energía de fusión a partir de solo 50 de entrada.
