Los estudios alertan de los riesgos ocultos del film transparente y encuentran una alternativa más segura en las abejas
Este objeto usado durante años resulta ahora de las peores opciones.

El film transparente con el que solemos cubrir nuestros alimentos, desde un simple plato de pasta hasta unas galletas caseras, parece una solución práctica. Sin embargo, detrás de su función aparentemente inocente, se esconde un mundo de químicos y potenciales riesgos para la salud desconocidos para muchos.
Las dos principales sustancias con las que se fabrican las películas adhesivas más comunes son el cloruro de polivinilo (PVC) y el polietileno (PE). Aunque ambos plásticos se usan para envolver alimentos, tienen características y riesgos distintos.
El PVC se caracteriza por su capacidad para adherirse bien a las superficies y flexibilidad. Una elasticidad que se consigue añadiendo aditivos llamados ftalatos, sustancias que, tal y como advierte la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), tienen efectos adversos en la salud.
Los ftalatos son conocidos como disruptores endocrinos, lo que significa que pueden interferir con el sistema hormonal, provocando alteraciones reproductivas, problemas de tiroides, trastornos metabólicos como la obesidad y la diabetes, e incluso afectando el desarrollo del cerebro en los niños. Debido a estos riesgos, la Unión Europea ha prohibido el uso de algunos ftalatos en materiales de contacto con alimentos.
El polietileno, en cambio, no requiere de ftalatos para su procesamiento y es considerado un material menos problemático. Sin embargo, no está exento de riesgos. Un estudio reciente publicado en la revista Science of the Total Environment identificó más de 200 sustancias químicas que migran desde los plásticos de contacto con alimentos, muchas de las cuales superan los límites de seguridad establecidos por la legislación europea.
Cuando el film entra en contacto con alimentos grasosos o calientes el peligro aumenta porque los productos químicos del plástico tienen más probabilidades de migrar hacia los alimentos. En particular, el PVC tiene más propensión a liberar ftalatos cuando entra en contacto con alimentos ricos en grasa, debido a que estas sustancias son solubles en lípidos. Además, el calor suaviza el plástico, haciendo que sea más poroso y propenso a liberar estos compuestos dañinos.
Alternativas más seguras: ojo al papel de las abejas
Por suerte, existen alternativas más naturales y seguras para envolver los alimentos. Una de las opciones más populares son los envoltorios reutilizables de cera de abeja, que están hechos de algodón recubierto con cera y resina vegetal. Estos envoltorios no solo son transpirables y ecológicos, sino que no liberan sustancias nocivas.
Las tapas de acero inoxidable también son una excelente opción, ya que, además de ser resistentes al calor, se pueden lavar fácilmente y están totalmente libres de plastificantes.
Si buscas una alternativa aún más tradicional los frascos de vidrio con tapas ofrecen una forma segura y reciclable de almacenar alimentos, sin que exista riesgo de migración de compuestos químicos. Además, este material es inerte y no reacciona con los alimentos, lo que lo convierte en una opción ideal para conservar sopas, salsas, jugos o cualquier otra preparación.
Otra opción sencilla y económica son los platos boca abajo sobre cuencos, un sistema antiguo pero eficaz para proteger los alimentos sin recurrir al plástico. Los paños de cocina de lino o algodón también sirven para envolver alimentos, especialmente pan o ensaladas, permitiendo que los productos respiren y absorban la humedad sin contacto directo con materiales contaminantes.
