Manuel y 'Manchita', o cómo sobrevivir juntos a una Ibiza sin compasión para jubilados y trabajadores
Tras haber entregado su vida a la isla, este septuagenario jubilado se ve forzado a abandonar el lugar donde reside de forma irregular en el municipio de Santa Eulària des Riu, ante la imposibilidad de poder pagarse una habitación de alquiler con su pensión y tras el endurecimiento de la normativa que regula el uso de caravanas. Pero, pase lo que pase, se niega a hacerlo sin la perra que le acompaña desde hace 11 años.

La siguiente historia retrata el mismo terror con el que se levantan muchos cada día en las islas Baleares, pero también en otros puntos del país, allí donde la presión del mercado inmobiliario y los alquileres han alcanzado cotas inimaginables. Al menos para quienes entregaron la mayor parte de su vida al mercado laboral de un lugar del que ahora se ven forzados a tener que abandonar. En esta ocasión, la encarna Manuel, jubilado de 76 años y vecino de Santa Eulària des Riu (Eivissa, Ibiza), quien mañana viernes afronta una de las reuniones más importantes de su vida.
Manuel tiene una cita con el departamento municipal de Asuntos Sociales, con el objetivo de lograr una alternativa a la dura situación en la que se encuentra. En otras palabras, un techo bajo el que cobijarse, ante la imposibilidad de seguir quedándose donde ha pasado los últimos años. Porque como tantas otras personas, Manuel vive donde está plantada su caravana -en su caso es literal, pues una serie de averías acabaron por dejar inoperativo el motor-. El problema es que se trata de un aparcamiento privado.
Consciente de que es una situación irregular, surge la pregunta obvia. ¿Qué ha pasado para que ahora Manuel y el resto de personas que estaban allí tengan que irse? La respuesta se encuentra en los cambios normativos que regulan el uso de caravanas y autocaravanas y que endurecen la norma con sanciones a aquellos que pernocten y estacionen fuera de un camping. En ese marco, las autoridades de la isla han iniciado una campaña informativa por la que están comunicando los cambios a los propietarios de este tipo de vehículos. Conviene recordar que en otros sitios, como en Palma, tuvieron que recoger cable con este tipo de normas.
Una pensión de mil euros: elegir entre un techo y comer
El pasado martes, Manuel recibía esa visita y notificación, acompañada de la advertencia de que una caravana ya solo puede estar en las instalaciones de un camping. "Si yo ya lo había pensado, claro, pero son 90 euros al día", explica este jubilado, que echa cuentas rápidamente. Un año saldría por encima de los 30.000 euros, a cerca de 2.737 euros mensuales, pero puntualiza que ni siquiera todos los campings abren durante todo el ejercicio anual.
En ese escenario, fue en el que Manuel decidió redactar una carta para la alcaldesa [la popular Carmen Ferrer] contándole su situación. El propio afectado indica que obtuvo respuesta rápida a esa misiva y que dos agentes municipales le localizaron para contactar con él al poco tiempo -había dejado un contacto telefónico al que después no tenía acceso-. Así fue cómo le pusieron en contacto con los servicios sociales.
"Hace 15 o 20 años no había tanto problema como ahora", evoca, para recordar que la situación ya es totalmente insostenible: "Están alquilando balcones por 500 euros, el balcón solo, meterte en un balcón, no sé cómo lo organizan. Una habitación ya son 1.000 euros". Pero este es el presente que vive Manuel y, realmente, contrasta mucho con lo que vivió en la isla en la que trabajó como cocinero y camarero, entregando su carrera profesional a la hostelería.
No es un caso aislado, en el aparcamiento donde se encuentra residían también trabajadores en activo y muchos han tenido que regresar a sus pueblos o comunidades de origen o simplemente hacer las maletas y buscar un nuevo sitio. Hasta que vuelvan los problemas. "Son gente trabajadora, tienen un turno que les explotan. Trabajan 18 horas y cobran 1.200 euros, el sueldo base. Han tenido que volverse porque no pueden costearse un apartamento, son carne de cañón", indica, señalando que también hay una familia con hijos que no sabe lo que hará.

'Manchita', una compañera que no piensa abandonar tras más de una década juntos
Manuel no ha podido marcharse por el problema del motor, pero eso para él es solo una parte de toda la problemática que encara. Su objetivo es realizar el trámite de darla de baja y sufragar la retirada del vehículo con grúa, pero está esperando a la reunión que tiene mañana en el Ayuntamiento y a cobrar la pensión para poder correr con los gastos. Pero solucionar lo de la caravana no desterraría su mayor temor. Perder a Manchita.
Es el nombre de su perrita, una perra de aguas mestiza, de la que no quiere separarse bajo ningún concepto. Y es consciente de que muchas de las posibilidades de obtener un alojamiento temporal pasan por tener que "darla en adopción". Durante los últimos 11 años, Manchita ha sido su apoyo y un pilar más de su vida, de su día a día. Al otro lado del hilo telefónico, a Manuel comienza a partírsele la voz hablando de su mascota. "Imposible", dice, pero ya recuperando la firmeza.
"Que se la lleven al desguace [la caravana], cogeré cuatro cositas, a la perra y a València. No quiero vivir como ellos quieren que yo viva", explica resignado en caso de que no pueda salvar su vehículo -y vivienda-, murmurando que "así es la ley". Y eso le ha llevado a trazar este plan forzoso por si todo sale mal: "Coger a mi perrita, coger el barco e irme a València". Es decir, surcar el Mediterráneo hasta volver a la tierra que fue su primer hogar. "Me crie en València. Allí pasé mi juventud con mi padre, con la familia...", incide.
El Ayuntamiento estudia el caso de Manuel
Desde el Ayuntamiento de Santa Eulària des Riu han confirmado a El HuffPost que mañana tendrá lugar dicho encuentro con los servicios sociales. Con todo, han precisado que cada caso se estudia y se analiza de forma individualizada antes de formular una propuesta, por lo que hasta que se haya producido dicha reunión con la correspondiente evaluación no puede concretarse cuál será la alternativa habitacional posible.
También confirman desde el consistorio de este municipio ibicenco que hay dos albergues en los que existe la posibilidad de estar acompañado de mascota, pero hasta que no se confirme la disponibilidad de los recursos actuales o cuál es la alternativa a la que puede acceder y más le conviene a Manuel, no es posible saber si esta será una opción disponible. Desde el Ayuntamiento también han recordado que tratan de dar respuesta de forma ágil a todo este tipo de casos.
Con todo, Manuel ya sabe de lo que va el albergue, lo intentó hace varios años. "Son literas, a lo mejor en una habitación pequeñita había 20 personas. Llegué allí, lo vi, y me dije 'no puedo, es inhumano'. "No soy pobre, tengo mil euros [al mes], puedo vivir, pero mi problema es la casa", continúa relatando al otro lado de la línea telefónica. "[En la actualidad] puedo ir a dar una vuelta con la perrita, ir a pescar, me siento una persona... ahora no sé, no sé qué voy a ser, un nadie, un cero a la izquierda", reflexiona sobre su futuro.
Pero Manuel también quiere hablar del pasado y retratar lo que ha ocurrido en la isla a lo largo de las últimas décadas, una isla que ya no reconoce. "Llevo aquí 47 años y esto ha dado un cambio increíble. Todo hoteles de 5 estrellas, todo clientes que vienen en aviones privados. Es que no quieren ni trabajadores, les da igual. No los hay, la gente se ha ido, solo este mes más de 300 trabajadores se han tenido que ir", sentencia, evidenciando que su problema no es un problema de pobreza y recordando que también hay casos de funcionarios públicos, como policías, que han tenido que recurrir a una caravana.