Medios internacionales se enteran de la polémica desatada en España y se planta por las mujeres sentadas en sillas en la acera
'The Guardian' defiende que "respetar el espacio público significa mantenerlo verdaderamente público".

La noticia que saltó a principios de este mes en la localidad de Santa Fe (Granada) generó una polémica que ha traspasado fronteras, alcanzando tierras internacionales. La Policía Local de este municipio publicó un mensaje pidiendo civismo y respeto por el espacio público que desató una ola de indignación, especialmente por parte de las mujeres mayores que suelen disfrutar de su tiempo al aire libre en la calle.
Los agentes instaban a los vecinos de Santa Fe a no sentarse en la acera a altas horas de la noche, algo que muchos interpretaron como una nueva prohibición que afectaba especialmente a las mujeres de la localidad. Sin embargo, el alcalde aclaró rápidamente que no existía tal prohibición, explicando que la solicitud era simplemente un recordatorio para mantener el orden en los espacios públicos.
Aunque la petición no era más que un llamado a la convivencia, indignó la foto que acompañaba el mensaje de la policía, que mostraba a seis mujeres mayores sentadas tranquilamente al aire libre, disfrutando de una conversación en sillas de plástico. Los usuarios pronto se mostraron críticos con mensajes como estos: "¡Vayan y arresten a los traficantes de drogas!", o "¡Estas mujeres solo quieren un momento de tranquilidad con sus vecinos! ¡Por qué no se ocupan de los delitos de verdad!".
Una tradición que debe conservarse
The Guardian también se ha hecho eco del incidente, que, desde su punto de vista, produce una profunda nostalgia, ya que la costumbre de sentarse a charlar al aire libre se está desvaneciendo poco a poco a medida que la España rural se despuebla.
Esta arraigada tradición tiene raíces profundas, remontándose a siglos atrás y estrechamente vinculada a la historia de los derechos de las mujeres en el país. "La búsqueda de independencia y de espacios comunes para conversar fuera del hogar por parte de las mujeres se remonta a la Edad Media, desde los salones burgueses separados hasta el trabajo artesanal al aire libre", recuerda la autora del artículo, María Ramírez.
Esto no se limitaba solo a las regiones con climas más cálidos, sino que también existía en lugares como León, en el noroeste de España, donde las personas se reunían alrededor de la chimenea para el filandón, una sesión de narración que se celebraba durante las largas noches de invierno. Estas tradiciones siguen vivas hoy en día en algunas zonas, aunque en las cidades más grandes ya no es común ver a personas colocando sillas en la calle frente a sus puertas.
El concepto de "respetar el espacio público", tal y como pidió la policía de Santa Fe, debería ir más allá de la mera regulación de los lugares de esparcimiento, mantiene Ramírez: "Significa mantenerlo verdaderamente público. Y eso es clave para fomentar la conversación no solo con amigos, sino también con vecinos, conocidos y desconocidos".
"La conversación en espacios públicos y compartidos tiene un poder especial en estos tiempos polarizados, solitarios e incluso deshumanizantes. Un sentido de comunidad requiere mucho más que unas cuantas sillas en la acera, pero es un buen punto de partida", concluye.