Una familia holandesa se cansa de Ámsterdam y compra un pueblo abandonado de Burgos: "Queremos construir una nueva cultura y comunidad"
El lugar había sido abandonado durante más de cuatro décadas.

Bárcena de Bureba, un pueblo en ruinas del norte de España, ha comenzado a resurgir gracias a una familia holandesa que ha decidido transformar sus antiguos edificios en un lugar autosuficiente. Tibor Strausz y Maikee Geurts, junto a sus dos hijas, compraron este pueblo deshabitado hace poco más de un año, impulsados por su deseo de dejar atrás su vida en Ámsterdam y construir algo nuevo, tal y como cuentan a un medio local de Holanda.
El lugar, que había sido abandonado durante más de cuatro décadas, les ofreció la posibilidad de crear la vida alternativa que siempre habían soñado. “Buscábamos un cambio radical en nuestra vida, y este lugar parecía perfecto para hacerlo”, comenta Maikee con una sonrisa, mientras observa el paisaje de colinas y ríos que rodean su hogar. Por poco más de 350.000 euros, la familia adquirió la propiedad, sin imaginar que se convertirían en los pioneros de un proyecto comunitario que poco a poco va ganando seguidores.
Desde su llegada, Tibor y Maikee han puesto en marcha la creación de una ecoaldea a la que han bautizado Arbdol, una combinación de las palabras árbol y aarde (tierra). La idea es establecer una comunidad autosuficiente, con huertos, paneles solares y un sistema de energía verde. Ya están trabajando en el cultivo de un huerto frutal en terrenos cercanos a la iglesia románica que da al pueblo.
El proyecto de la pareja no ha pasado desapercibido, y otras familias se han ido sumando a la iniciativa. Entre ellos, una pareja holandesa y un jubilado local con raíces en Bárcena. “Es increíble ver cómo el lugar va tomando vida nuevamente. Realmente estamos construyendo algo nuevo y diferente”, asegura Maikee, feliz de ver cómo su sueño se hace realidad.
El proceso no ha sido fácil. A pesar de los grandes avances, las casas todavía están siendo renovadas. Mientras tanto, algunos miembros de la nueva comunidad viven en un autobús o en una yurta tradicional. Sin embargo, la familia se muestra optimista. Tibor trabaja como programador desde Briviesca, lo que le da flexibilidad para seguir involucrado en el proyecto, y destaca la excelente conexión a internet que tienen.
“El sistema solar está funcionando perfectamente, y las baterías nos permiten mantener la calefacción incluso en invierno”, explica Maikee, quien se ha volcado completamente en el proyecto tras dejar su carrera como analista de datos.
Uno de los próximos pasos en su proyecto es la plantación de la paulownia, un árbol de crecimiento rápido que será una fuente de madera para el futuro. “Pronto tendremos mucha madera disponible”, dice Tibor, con entusiasmo por los avances en su granja. Además, el proyecto ha recibido apoyo de una universidad holandesa, que les asesora en materia energética y aporta un componente internacional a su iniciativa.
Los nuevos habitantes del pueblo también han contado con la colaboración de los lugareños, como Carlos, un jubilado con lazos familiares en Bárcena, quien ha sido clave para facilitarles el proceso burocrático. “La burocracia puede ser un desafío a veces, pero gracias a Carlos se ha vuelto mucho más fácil”, señala Maikee.
Con más de un año viviendo en su nuevo hogar, Tibor y Maikee se sienten más comprometidos que nunca con su proyecto. “Lo que estamos creando aquí es único. Queremos construir una nueva cultura y comunidad”, afirma Maikee.
