Una misteriosa corriente de electricidad parásita envuelve a la granja y el dueño toma medidas para proteger a sus animales
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Una misteriosa corriente de electricidad parásita envuelve a la granja y el dueño toma medidas para proteger a sus animales

La medida ha sido avalada por expertos en la materia.

Una granja de cerdos, en una imagen de archivoMaría Graziani vía Getty Images

En la granja de Lars Peter y Kirsten Simonsen, a las afueras de Dronninglund, los cerdos han llegado a convulsionar y atacarse entre ellos sin motivo aparente. Los animales chillaban, se mordían la cola y las orejas, y algunos acababan muertos. Los dueños, desesperados, no sabían cómo frenar aquella escena que parecía sacada de una pesadilla.

La causa no estaba a la vista. Desde 2008, los Simonsen aseguran que sufren los efectos de la llamada corriente de falla, descargas eléctricas mínimas que se cuelan en lugares como los bebederos y que, según ellos, provocaban convulsiones, infertilidad y un comportamiento errático en los animales. “Es terrible. Pierdes la confianza en tu capacidad para cuidar de los cerdos”, relataba Lars Peter en declaraciones a TV2 Nord.

Tras años de intentos fallidos, la pareja decidió probar una solución poco convencional: excavar un terraplén de seis metros de profundidad alrededor de la finca, rellenarlo con arena seca y cubrirlo con dos capas de plástico agrícola y piedras. La idea, recomendada por un conocido, Kim Horsevad, era levantar una especie de barrera aislante que impidiera la entrada de corrientes parásitas desde el exterior.

El resultado, aseguran, ha sido notable. “La mejora es de alrededor del 80%. Aún tenemos algunos retos, pero la diferencia es enorme”, reconoce Kirsten Simonsen.

El problema no es nuevo. En 2015, el medio citado ya había documentado la situación: muertes inexplicables de cerdos, dificultades para que bebieran agua y hasta insomnio en los propios granjeros. Investigadores de la Universidad Técnica de Dinamarca y expertos de la organización agrícola SEGES realizaron mediciones en la granja y confirmaron la presencia de corriente parásita.

Horsevad, que colabora con los Simonsen, asegura que las descargas pueden detectarse en el suelo mediante tiras especiales. Sin embargo, no es fácil probarlo en cámara: los dispositivos de medición fallan al grabar con micrófonos o vídeo.

Lo que ocurre en la granja de Dronninglund no es un caso aislado. Según Torben Farum, productor de cerdos y vicepresidente de la organización agrícola Agillix, cada vez más explotaciones en el mundo se enfrentan a problemas similares. “Algunos granjeros lo sufren de forma devastadora, mientras que otros apenas lo notan”, explica.

Farum ha visto cómo el ganado se hacina en una esquina del establo para evitar las descargas o cómo los cerdos corren sin rumbo intentando huir de algo invisible. Muchos agricultores, a diferencia de los Simonsen, acaban por abandonar la producción por completo.

¿Solución definitiva?

La peculiar muralla de arena y plástico ha despertado la atención de expertos. Claus Leth Bak, profesor de alta tensión en la Universidad de Aalborg, considera que la idea no es descabellada: “Si existen corrientes residuales en el terreno, una zanja de estas características podría bloquear en parte su paso por las capas superiores del suelo. Es posible que tenga cierto efecto”, señala.

De momento, los Simonsen respiran aliviados: por primera vez en más de 15 años sienten que pueden volver a cuidar de sus animales sin miedo a que el establo se convierta en un campo eléctrico invisible.

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