Una pareja de tiktokers, residentes en un pueblo de 10 habitantes, son muy claros sobre los precios: "El quinto de cerveza se vende a un euro"
Cómo se fijan los precios en el único bar del pueblo.

Los precios en la hostelería varían notablemente según el lugar: no es lo mismo consumir en una gran ciudad que hacerlo en un pequeño municipio rural, donde los costes y las prioridades son muy distintas. Esa diferencia se acentúa aún más en pueblos con apenas unos pocos vecinos, donde los bares no solo funcionan como negocios, sino también como puntos de encuentro y herramientas clave para sostener la vida social y comunitaria.
En ese contexto, una pareja de tiktokers ha llamado la atención al mostrar cómo se fijan los precios en el único bar de un pueblo de solo diez habitantes. Un vídeo publicado por la cuenta de TikTok @repoblando ha vuelto a poner el foco en la vida cotidiana de la llamada “España vaciada”, repasando la gestión del local, la organización vecinal y el rol que juega su recaudación en las fiestas del municipio.
El detalle que ha corrido como la pólvora en los comentarios es la carta del bar. "El quinto de cerveza se vende a un euro, el calimocho a tres y un cubata a cuatro euros", cuenta la pareja. Esos ingresos no son un capricho, sino la pieza central para cubrir el mantenimiento del local y aportar fondos a las fiestas locales, indispensables para mantener la vida social del municipio.
Por y para el pueblo
La gestión del bar se describe como un esfuerzo colectivo, ya que se mantiene a flote gracias a turnos voluntarios, aportaciones y una práctica de economía doméstica que evita que el establecimiento desaparezca. En pueblos de tamaño similar, donde la clientela es limitada, ese modelo comunitario permite que el bar siga abierto y que, además, parte de su facturación se destine a sufragar actuaciones o música para las celebraciones.
"Si quieres traer una orquesta, la más barata te cuesta casi 4.000 euros", advierte la pareja en el vídeo, una cifra que difícilmente podría asumir un ayuntamiento con presupuestos reducidos sin ingresos privados. A su vez, explican que pedir algo en este tipo de bares equivale a colaborar con la continuidad de tradiciones y servicios. “Si te pides una copa en estos bares, estás ayudando a que el próximo año se repita”, resumen.
Más allá del precio de la consumición, el fenómeno que encapsula este vídeo es doble. Por un lado, el interés público por modelos de vida alternativos al urbano; por otro, la capacidad de las redes para convertir prácticas locales en lecciones visibles sobre cómo se sostiene la vida en pueblos casi deshabitados, como la gestión colectiva de un bar, turnos de voluntariado o la financiación participativa de fiestas.
