Una pareja se traslada a un pueblo de España para desarrollar su amor por la apicultura: "La misma miel de toda la vida"
Un oficio tan antiguo como importante en los pueblos de España.

Una pareja de creadores de contenido que dejó Barcelona por un pueblo de apenas unas decenas de vecinos ha contado en redes su inmersión en la apicultura y las lecciones que les dejó ponerse por unas horas en la piel del apicultor. Lejos de la imagen bucólica que suele asociarse a la vida rural, ambos descubrieron un oficio tan exigente como fascinante, donde el esfuerzo físico y la paciencia son tan importantes como el producto final que llega a la mesa.
“El traje da bastante calor, las abejas te rodean y se te ponen en la cara… Es bastante agobiante. Igual en los vídeos no lo parece, pero en persona impresiona”, comienza contando la pareja en un vídeo publicado en @Repoblando, su perfil de TikTok. Una experiencia que, dicen, les dio una nueva perspectiva sobre el valor de la miel artesanal y les mostró de cerca la dedicación que requiere un oficio tan antiguo como esencial en los pueblos de España.
La pareja muestra la tarea detrás de cada tarro: mover cajas pesadas, ordenar marcos de la colmena y convivir con el zumbido constante de las abejas, que en ocasiones llegan a posarse sobre la ropa y la cara del apicultor. “Muchas veces no somos conscientes de todo el trabajo que hay detrás de un tarro de miel”, cuenta el joven. Asegura que la experiencia le hizo ver la apicultura con otros ojos, entendiendo que cada gesto requiere precisión y un conocimiento profundo del comportamiento de las abejas.
Orgullo por la producción local
“Para hacer un solo kilo de miel hacen falta que más de 2.000 abejas visiten más de 4 millones de flores”, explica la pareja sobre la laboriosa tarea de producir esta sustancia dulce y viscosa. Además, organismos internacionales subrayan la importancia de las abejas en la polinización y la seguridad alimentaria, lo que conecta la apicultura con la conservación de los ecosistemas rurales.
Más allá de la experiencia puntual, la pareja aprovechó el vídeo para reivindicar la producción local. “Además, para nosotros es un orgullo ver cómo en nuestro pueblo se sigue haciendo la misma miel de toda la vida”, concluye la chica. Su testimonio, que acumuló miles de visualizaciones y comentarios, encaja en un discurso mayor sobre el resurgir del interés por la vida rural, la sostenibilidad y el consumo cercano.

Además, el vídeo es una forma de lanzar una llamada a valorar el trabajo invisible de los artesanos del campo. Profesionales de la apicultura recuerdan que, si bien la actividad puede atraer a quienes buscan una vida más ligada a la naturaleza, no es tan fácil como parece y hay mucho que aprender: manejo sanitario de colmenas, conocimiento de ciclos florales, protección frente a depredadores y plagas, y adaptación a las condiciones climáticas.
