7 famosas obras de arte que deberían ser totalmente diferentes

7 famosas obras de arte que deberían ser totalmente diferentes

La Mona Lisa fue en su momento “delicada y rosada”. ¿Qué hizo la edad rosada a las obras de arte de nuestra civilización?

El techo de la Capilla Sixtina en el Vaticano se restauró justo antes del nuevo milenio, lo que provocó que la obra estropeada y oscurecida de Miguel Ángel recuperara en parte su apariencia original. Una de las escenas de Miguel Ángel es la expulsión de Adán y Eva del Jardín del Edén. La fruta prohibida les permite descubrir la verdad mientras les separa del creador, más o menos del modo en que la restauración nos abre los ojos a lo que se supone que debe ser una pintura al tiempo que nos aleja de las pinceladas originales del autor. Desde que se restauró el techo de la Capilla Sixtina, la luz que rodea a Adán y Eva brilla mucho más e ilumina la belleza y la pérdida con mucha más claridad que en décadas pasadas.

La restauración en el arte es un poco engañosa. Quizás conviene recordar una cita que se atribuye a Leonardo da Vinci: “Una obra de arte nunca se termina, sólo se abandona”.

Todo depende de la opinión: hay quien dice que la versión original es la verdadera obra de arte, mientras que otros sostienen que la pieza deteriorada superviviente es la auténtica. Sin embargo, muchas de las obras de arte de nuestra civilización no tienen el aspecto que supuestamente mostraban en un principio.

Quizá haya que tomar la fruta prohibida para descubrir la belleza original de estas obras:

1. Los colores de La ronda de noche deberían representar en realidad una ronda diurna y los bordes de la pintura se suprimieron.

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Rembrandt van Rijn terminó La compañía militar del capitán Frans Banninck Cocq y el teniente Willem van Ruytenburgh en 1642. La obra después pasó a llamarse La ronda nocturna, debido a un barniz en descomposición que oscureció la pieza entera. Después de eliminar el barniz, en la década de 1940, se hizo evidente que la pintura era en realidad una ronda de día, pero el nombre ya había calado. Rembrandt pretendía usar la oscuridad de la pintura para destacar los colores brillantes de los uniformes de los militares y el aura del ángel.

La obra de Rembrandt se recortó en 1715, cuando se trasladó al Ayuntamiento de Ámsterdam, supuestamente porque el espacio asignado a esta pieza era demasiado pequeño. Este tipo de recorte era común en ese período. Lo más importante es que se suprimieron 60 centímetros del margen izquierdo y, con ellos, a varios miembros de la milicia. También se recortó el arco de la parte superior.

La imagen es una copia del siglo XVII de la obra de Rembrandt, que muestra colores más claros y las partes de la pintura que se eliminaron.

Image: WikiCommons

2. Se supone que la Mona Lisa no era marrón y amarilla, y gran parte de su ambigüedad procede de su deterioro.

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Leonardo da Vinci terminó la Mona Lisa en el siglo XVI. El Louvre ha albergado la pintura desde 1797, pero los barnices que se le aplicaron comenzaron a oscurecerla al poco tiempo. Aunque la pintura se ha conservado bien -enseguida se consideró valiosa-, la obra ha cambiado de manos unas cuantas veces, e incluso llegó a estar colgada en el dormitorio de Napoleón Bonaparte.

Esta cita de Giorgio Vasari, que revisó la Mona Lisa décadas después de ser terminada, da una impresión de cómo se han modificado los colores con los años: “Los ojos tenían un brillo más alegre y vidrioso… Las fosas nasales, rosadas y delicadas, parecían tener vida… La apertura de la boca no parecía una pintura, sino carne viva”.

Se cree que la imagen de la derecha la pintó un aprendiz de da Vinci en la época en la que trabajaba en su Mona Lisa. Hay que tener en cuenta que probablemente no pretendía ser una copia exacta -la sonrisa y los ojos son particularmente diferentes-, pero el color ofrece una visión de cómo podía haber sido originalmente la obra de da Vinci.

The Art Newspaper tiene una imagen de la limpieza digital de la 'Mona Lisa' que también muestra un color más brillante al tiempo que mantiene el característico rostro.

Imágenes: WikiCommons

3. Se perdieron muchos detalles de La última cena, entre otros los pies de Jesús y a Judas derramando la sal.

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La última cena se terminó a finales del siglo XV en una pared del monasterio de Santa Maria delle Grazie en Milán (Italia). Leonardo da Vinci empleó varios años para acabar la obra, aunque se desconoce el momento exacto. Cuenta la leyenda que da Vinci se enfadó con un prior que expresó su frustración por los años que llevaba con la pintura, por lo que el pintor amenazó con utilizar la cara del prior como modelo para Judas.

Las condiciones de la pintura empeoraron poco después de ser finalizada. El pintor italiano Gian Paolo Lomazzo ya afirmó a mediados del XVI que “la pintura estaba totalmente estropeada”.

Aparte del deterioro por el tiempo, la obra ha sufrido otras alteraciones. En 1652 se insertó una puerta en el mural que suprimió los pies de Jesús. Durante la Segunda Guerra Mundial, el monasterio fue bombardeado, aunque la pared de La última cena quedó intacta.

La segunda imagen es una copia de la pintura de da Vinci que realizó Giovanni Pietro Rizzoli a principios del siglo XVI. Se ha utilizado como fuente primaria para la restauración de la obra en el siglo XX.

Imágenes: WikiCommons

4. El grito es en realidad cuatro obras diferentes.

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Edvard Munch creó la serie de El grito entre 1893 y 1910. Dos están hechas con pintura, otra al pastel y la otra es una litografía, de la que existen unas decenas. En 2012, la versión al pastel, la menos conocida, batió un récord en Sotheby como “la obra de arte más cara vendida en una subasta”, por 119,9 millones de dólares (unos 111 millones de euros).

A diferencia del resto de obras citadas en este artículo, El grito, como pieza colectiva, no ha sido alterada de forma significativa con el tiempo (apenas ha pasado un siglo desde que se completó). La obra de Munch se considera “la Mona Lisa de nuestra época, pero mucha gente ignora que se trata de cuatro piezas diferentes y que todas son versiones ligeramente diferentes.

La imagen superior de la izquierda es la pintura original, la de arriba a la derecha es la litografía; la imagen inferior de la izquierda es al pastel y la de la derecha es la otra versión pintada.

Imágenes: WikiCommons

5. Los amarillos de Van Gogh se han difuminado de forma considerable. El dormitorio en Arlés se ha alterado bastante.

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Vincent Van Gogh acabó la primera versión de El dormitorio en Arlés en 1888, pero en total pintó tres. Cada versión se diferencia de la anterior, pero como las tres iban a ser regalos y no obras a propósito, la segunda y la tercera (menos conocidas) parecen más bien obras separadas en lugar de partes de un tríptico.

El pigmento amarillo que utilizó Van Gogh se ha oscurecido con el tiempo, al igual que ha ocurrido en muchas de sus pinturas.

El amarillo distintivo de Van Gogh posiblemente se debe a la Revolución Industrial, que introdujo nuevos pigmentos, entre ellos el amarillo de cromo, un “cromato de plomo tóxico que como muchos otros pigmentos de la época era químicamente inestable”.

La imagen muestra el proceso de restauración del Museo Van Gogh en Ámsterdam. Para ver una representación de cómo piensa el museo que habrían sido los colores, visita su blog.

Imagen: Van Gogh Museum YouTube

6. La gran ola de Kanagawa es una serie de grabados sobre madera y las versiones que muestran los principales museos están modificadas.

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Katsushika Hokusai terminó su grabado ukiyo-e sobre madera a principios del XIX. La gran ola es parte de una serie mayor, Treinta y seis vistas del monte Fuji, que incluye 46 grabados en total, creados después de que las primeras estampas se hicieran populares.

Se hicieron miles de copias, pero todas son ligeramente diferentes. Algunas han perdido los detalles originales. Las numerosas variaciones de La gran ola contribuyen a que incluyamos aquí la obra, pues cuesta decir cuál es la definitiva. Como poco, se han perdido ciertos detalles del original, pues la ola ahora se cierne ante un cielo amarillo en la mayoría de versiones.

La imagen superior es la copia del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York; la imagen inferior es una versión restaurada.

Imagen: WikiCommons

7. El pensador se concibió en un principio como parte de una pieza basada en el Infierno de Dante. También se llamaba El poeta.

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Auguste Rodin trabajó en El poeta a finales del siglo XIX como una única figura parte de una pieza mayor llamada Las puertas del Infierno, que se situaría en una entrada. Había 180 figuras diferentes y la escala de El pensadorse suponía que iba a ser mucho menor. Los trabajadores de la fundición aparentemente nombraron así a la pieza debido a su semejanza con Il Penseroso, de Miguel Ángel.

Después de mucho pensarlo, Rodin decidió crear El pensador como obra independiente. Se presentó como una estatua mucho mayor, y finalmente se hicieron decenas de copias.

La imagen muestra una pieza de Las puertas del Infierno en el Museo Rodin de París.

Imagen: WikiCommons

BONUS: Puede que ya lo sepas, pero la Venus de Milo tenía brazos...

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La estatua se creó en torno al año 100 a.C. y, como es de origen griego, puede que la representación hiciera referencia a Afrodita, la diosa del amor.

La imagen de la derecha es la propuesta de restauración del arqueólogo e historiador del arte alemán Adolf Furtwängler, basándose en fragmentos del brazo encontrado con la estatua en su descubrimiento.

Imágenes: WikiCommons

Este artículo fue publicado originalmente en la sección de arte y cultura de la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano.

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