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Un bosque invertido de millones de árboles sostiene Venecia desde hace más de 1600 años

Un bosque invertido de millones de árboles sostiene Venecia desde hace más de 1600 años

Se trata de una obra de ingeniería milenaria.

Un bosque invertido de millones de árboles sostiene Venecia desde hace más de 1600 años

Se trata de una obra de ingeniería milenaria.

Un bosque invertido de millones de árboles sostiene Venecia desde hace más de 1600 años

Se trata de una obra de ingeniería milenaria.

Un bosque invertido de millones de árboles sostiene Venecia desde hace más de 1600 años

Se trata de una obra de ingeniería milenaria.

Un bosque invertido de millones de árboles sostiene Venecia desde hace más de 1600 años

Se trata de una obra de ingeniería milenaria.

Vista de Venecia.Frank Bienewald

Desde hace más de 1.600 años, Venecia se mantiene firme gracias a un sistema de cimientos único en el mundo. Se trata de millones de postes de madera clavados con la punta hacia abajo en el fondo fangoso de la laguna. Esta base, que parece un bosque invertido, está compuesta por alerce, roble, aliso, pino, abeto y olmo. 

Gracias a esta obra de ingeniería milenaria, la ciudad fue oficialmente fundada el 25 de marzo del año 421. Aprovechando las leyes de la física se han podido construir edificios monumentales en un terreno que parecía inestable. Solo el puente de Rialto descansa sobre 14.000 pilotes, mientras que la Basílica de San Marcos se asienta sobre 10.000 robles. 

Nadie sabe cuántos postes de madera hay en total bajo toda la ciudad, pero los cimientos venecianos llevan más de 16 siglos cumpliendo su función, a diferencia de los materiales modernos como el hormigón o el acero, que tienen una vida útil proyectada de 50 años de media como según señala Alexander Puzrin, profesor de geomecánica e ingeniería de geosistemas en la Universidad Politécnica Federal de Zúric. 

Una obra maestra de la ingeniería tradicional

Los battipali, obreros especializados en la colocación de postes, desempeñaron un papel fundamental. Clavaban los postes a mano, cantando para mantener el ritmo y la moral. Su labor era tan reconocida que dejó expresiones populares venecianas aún vigentes, como “Te à na testa da bater pài”, que significa "tiene una cabeza de derribar pilotes" y es usada para describir a alguien torpe.

Los pilotes se colocaban desde el borde hacia el centro, con una densidad de nueve por metro cuadrado en espiral. Sobre ellos se instalaban vigas o tablones de madera, y encima, finalmente, la piedra del edificio.

Para garantizar un suministro constante de madera, la República de Venecia implementó prácticas de conservación forestal pioneras. En 1111, se registró el primer documento italiano sobre gestión forestal sostenible, en el Valle de Fiemme, lo que permitió preservar sus bosques hasta hoy.

La estabilidad bajo una amenaza controlada

La solidez de Venecia no se debe solo a la madera. Es la combinación de madera, agua y barro lo que mantiene la estabilidad. Aunque las bacterias afectan la madera incluso en ausencia de oxígeno, el proceso es muy lento. Además, el agua ocupa los espacios vacíos y el barro mantiene la presión, lo que impide el colapso estructural.

Estudios recientes, como el realizado por las universidades de Padua y Venecia, muestran que la madera presenta daños, pero el sistema sigue funcionando. El campanario de la iglesia de Frari, por ejemplo, se ha hundido 1 milímetro por año desde 1440. Pese a ello, la estructura se mantiene estable, gracias a la ingeniería original y al entorno que la protege.

Aunque durante los siglos XIX y XX la madera fue reemplazada por el cemento, ahora está resurgiendo como material de construcción por sus beneficios ecológicos ya que es biodegradable, almacena carbono y resiste bien los terremotos. Sin embargo, como advierten los expertos, no es viable construir ciudades enteras de madera.

Desde hace más de 1.600 años, Venecia se mantiene firme gracias a un sistema de cimientos único en el mundo. Se trata de millones de postes de madera clavados con la punta hacia abajo en el fondo fangoso de la laguna. Esta base, que parece un bosque invertido, está compuesta por alerce, roble, aliso, pino, abeto y olmo. 

Gracias a esta obra de ingeniería milenaria, la ciudad fue oficialmente fundada el 25 de marzo del año 421. Aprovechando las leyes de la física se han podido construir edificios monumentales en un terreno que parecía inestable. Solo el puente de Rialto descansa sobre 14.000 pilotes, mientras que la Basílica de San Marcos se asienta sobre 10.000 robles. 

Nadie sabe cuántos postes de madera hay en total bajo toda la ciudad, pero los cimientos venecianos llevan más de 16 siglos cumpliendo su función, a diferencia de los materiales modernos como el hormigón o el acero, que tienen una vida útil proyectada de 50 años de media como según señala Alexander Puzrin, profesor de geomecánica e ingeniería de geosistemas en la Universidad Politécnica Federal de Zúric. 

Una obra maestra de la ingeniería tradicional

Los battipali, obreros especializados en la colocación de postes, desempeñaron un papel fundamental. Clavaban los postes a mano, cantando para mantener el ritmo y la moral. Su labor era tan reconocida que dejó expresiones populares venecianas aún vigentes, como “Te à na testa da bater pài”, que significa "tiene una cabeza de derribar pilotes" y es usada para describir a alguien torpe.

Los pilotes se colocaban desde el borde hacia el centro, con una densidad de nueve por metro cuadrado en espiral. Sobre ellos se instalaban vigas o tablones de madera, y encima, finalmente, la piedra del edificio.

Para garantizar un suministro constante de madera, la República de Venecia implementó prácticas de conservación forestal pioneras. En 1111, se registró el primer documento italiano sobre gestión forestal sostenible, en el Valle de Fiemme, lo que permitió preservar sus bosques hasta hoy.

La estabilidad bajo una amenaza controlada

La solidez de Venecia no se debe solo a la madera. Es la combinación de madera, agua y barro lo que mantiene la estabilidad. Aunque las bacterias afectan la madera incluso en ausencia de oxígeno, el proceso es muy lento. Además, el agua ocupa los espacios vacíos y el barro mantiene la presión, lo que impide el colapso estructural.

Estudios recientes, como el realizado por las universidades de Padua y Venecia, muestran que la madera presenta daños, pero el sistema sigue funcionando. El campanario de la iglesia de Frari, por ejemplo, se ha hundido 1 milímetro por año desde 1440. Pese a ello, la estructura se mantiene estable, gracias a la ingeniería original y al entorno que la protege.

Aunque durante los siglos XIX y XX la madera fue reemplazada por el cemento, ahora está resurgiendo como material de construcción por sus beneficios ecológicos ya que es biodegradable, almacena carbono y resiste bien los terremotos. Sin embargo, como advierten los expertos, no es viable construir ciudades enteras de madera.

Desde hace más de 1.600 años, Venecia se mantiene firme gracias a un sistema de cimientos único en el mundo. Se trata de millones de postes de madera clavados con la punta hacia abajo en el fondo fangoso de la laguna. Esta base, que parece un bosque invertido, está compuesta por alerce, roble, aliso, pino, abeto y olmo. 

Gracias a esta obra de ingeniería milenaria, la ciudad fue oficialmente fundada el 25 de marzo del año 421. Aprovechando las leyes de la física se han podido construir edificios monumentales en un terreno que parecía inestable. Solo el puente de Rialto descansa sobre 14.000 pilotes, mientras que la Basílica de San Marcos se asienta sobre 10.000 robles. 

Nadie sabe cuántos postes de madera hay en total bajo toda la ciudad, pero los cimientos venecianos llevan más de 16 siglos cumpliendo su función, a diferencia de los materiales modernos como el hormigón o el acero, que tienen una vida útil proyectada de 50 años de media como según señala Alexander Puzrin, profesor de geomecánica e ingeniería de geosistemas en la Universidad Politécnica Federal de Zúric. 

Una obra maestra de la ingeniería tradicional

Los battipali, obreros especializados en la colocación de postes, desempeñaron un papel fundamental. Clavaban los postes a mano, cantando para mantener el ritmo y la moral. Su labor era tan reconocida que dejó expresiones populares venecianas aún vigentes, como “Te à na testa da bater pài”, que significa "tiene una cabeza de derribar pilotes" y es usada para describir a alguien torpe.

Los pilotes se colocaban desde el borde hacia el centro, con una densidad de nueve por metro cuadrado en espiral. Sobre ellos se instalaban vigas o tablones de madera, y encima, finalmente, la piedra del edificio.

Para garantizar un suministro constante de madera, la República de Venecia implementó prácticas de conservación forestal pioneras. En 1111, se registró el primer documento italiano sobre gestión forestal sostenible, en el Valle de Fiemme, lo que permitió preservar sus bosques hasta hoy.

La estabilidad bajo una amenaza controlada

La solidez de Venecia no se debe solo a la madera. Es la combinación de madera, agua y barro lo que mantiene la estabilidad. Aunque las bacterias afectan la madera incluso en ausencia de oxígeno, el proceso es muy lento. Además, el agua ocupa los espacios vacíos y el barro mantiene la presión, lo que impide el colapso estructural.

Estudios recientes, como el realizado por las universidades de Padua y Venecia, muestran que la madera presenta daños, pero el sistema sigue funcionando. El campanario de la iglesia de Frari, por ejemplo, se ha hundido 1 milímetro por año desde 1440. Pese a ello, la estructura se mantiene estable, gracias a la ingeniería original y al entorno que la protege.

Aunque durante los siglos XIX y XX la madera fue reemplazada por el cemento, ahora está resurgiendo como material de construcción por sus beneficios ecológicos ya que es biodegradable, almacena carbono y resiste bien los terremotos. Sin embargo, como advierten los expertos, no es viable construir ciudades enteras de madera.

Desde hace más de 1.600 años, Venecia se mantiene firme gracias a un sistema de cimientos único en el mundo. Se trata de millones de postes de madera clavados con la punta hacia abajo en el fondo fangoso de la laguna. Esta base, que parece un bosque invertido, está compuesta por alerce, roble, aliso, pino, abeto y olmo. 

Gracias a esta obra de ingeniería milenaria, la ciudad fue oficialmente fundada el 25 de marzo del año 421. Aprovechando las leyes de la física se han podido construir edificios monumentales en un terreno que parecía inestable. Solo el puente de Rialto descansa sobre 14.000 pilotes, mientras que la Basílica de San Marcos se asienta sobre 10.000 robles. 

Nadie sabe cuántos postes de madera hay en total bajo toda la ciudad, pero los cimientos venecianos llevan más de 16 siglos cumpliendo su función, a diferencia de los materiales modernos como el hormigón o el acero, que tienen una vida útil proyectada de 50 años de media como según señala Alexander Puzrin, profesor de geomecánica e ingeniería de geosistemas en la Universidad Politécnica Federal de Zúric. 

Una obra maestra de la ingeniería tradicional

Los battipali, obreros especializados en la colocación de postes, desempeñaron un papel fundamental. Clavaban los postes a mano, cantando para mantener el ritmo y la moral. Su labor era tan reconocida que dejó expresiones populares venecianas aún vigentes, como “Te à na testa da bater pài”, que significa "tiene una cabeza de derribar pilotes" y es usada para describir a alguien torpe.

Los pilotes se colocaban desde el borde hacia el centro, con una densidad de nueve por metro cuadrado en espiral. Sobre ellos se instalaban vigas o tablones de madera, y encima, finalmente, la piedra del edificio.

Para garantizar un suministro constante de madera, la República de Venecia implementó prácticas de conservación forestal pioneras. En 1111, se registró el primer documento italiano sobre gestión forestal sostenible, en el Valle de Fiemme, lo que permitió preservar sus bosques hasta hoy.

La estabilidad bajo una amenaza controlada

La solidez de Venecia no se debe solo a la madera. Es la combinación de madera, agua y barro lo que mantiene la estabilidad. Aunque las bacterias afectan la madera incluso en ausencia de oxígeno, el proceso es muy lento. Además, el agua ocupa los espacios vacíos y el barro mantiene la presión, lo que impide el colapso estructural.

Estudios recientes, como el realizado por las universidades de Padua y Venecia, muestran que la madera presenta daños, pero el sistema sigue funcionando. El campanario de la iglesia de Frari, por ejemplo, se ha hundido 1 milímetro por año desde 1440. Pese a ello, la estructura se mantiene estable, gracias a la ingeniería original y al entorno que la protege.

Aunque durante los siglos XIX y XX la madera fue reemplazada por el cemento, ahora está resurgiendo como material de construcción por sus beneficios ecológicos ya que es biodegradable, almacena carbono y resiste bien los terremotos. Sin embargo, como advierten los expertos, no es viable construir ciudades enteras de madera.

Desde hace más de 1.600 años, Venecia se mantiene firme gracias a un sistema de cimientos único en el mundo. Se trata de millones de postes de madera clavados con la punta hacia abajo en el fondo fangoso de la laguna. Esta base, que parece un bosque invertido, está compuesta por alerce, roble, aliso, pino, abeto y olmo. 

Gracias a esta obra de ingeniería milenaria, la ciudad fue oficialmente fundada el 25 de marzo del año 421. Aprovechando las leyes de la física se han podido construir edificios monumentales en un terreno que parecía inestable. Solo el puente de Rialto descansa sobre 14.000 pilotes, mientras que la Basílica de San Marcos se asienta sobre 10.000 robles. 

Nadie sabe cuántos postes de madera hay en total bajo toda la ciudad, pero los cimientos venecianos llevan más de 16 siglos cumpliendo su función, a diferencia de los materiales modernos como el hormigón o el acero, que tienen una vida útil proyectada de 50 años de media como según señala Alexander Puzrin, profesor de geomecánica e ingeniería de geosistemas en la Universidad Politécnica Federal de Zúric. 

Una obra maestra de la ingeniería tradicional

Los battipali, obreros especializados en la colocación de postes, desempeñaron un papel fundamental. Clavaban los postes a mano, cantando para mantener el ritmo y la moral. Su labor era tan reconocida que dejó expresiones populares venecianas aún vigentes, como “Te à na testa da bater pài”, que significa "tiene una cabeza de derribar pilotes" y es usada para describir a alguien torpe.

Los pilotes se colocaban desde el borde hacia el centro, con una densidad de nueve por metro cuadrado en espiral. Sobre ellos se instalaban vigas o tablones de madera, y encima, finalmente, la piedra del edificio.

Para garantizar un suministro constante de madera, la República de Venecia implementó prácticas de conservación forestal pioneras. En 1111, se registró el primer documento italiano sobre gestión forestal sostenible, en el Valle de Fiemme, lo que permitió preservar sus bosques hasta hoy.

La estabilidad bajo una amenaza controlada

La solidez de Venecia no se debe solo a la madera. Es la combinación de madera, agua y barro lo que mantiene la estabilidad. Aunque las bacterias afectan la madera incluso en ausencia de oxígeno, el proceso es muy lento. Además, el agua ocupa los espacios vacíos y el barro mantiene la presión, lo que impide el colapso estructural.

Estudios recientes, como el realizado por las universidades de Padua y Venecia, muestran que la madera presenta daños, pero el sistema sigue funcionando. El campanario de la iglesia de Frari, por ejemplo, se ha hundido 1 milímetro por año desde 1440. Pese a ello, la estructura se mantiene estable, gracias a la ingeniería original y al entorno que la protege.

Aunque durante los siglos XIX y XX la madera fue reemplazada por el cemento, ahora está resurgiendo como material de construcción por sus beneficios ecológicos ya que es biodegradable, almacena carbono y resiste bien los terremotos. Sin embargo, como advierten los expertos, no es viable construir ciudades enteras de madera.

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

Sobre qué temas escribo

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Mis artículos son un surtido de historias curiosas, viajes, cultura, estilo de vida, naturaleza, ¡y mucho más! Mi objetivo es despertar tu curiosidad y acompañarte con lecturas útiles y entretenidas.

  

Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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