La comida sabe mejor cuando la subes a Instagram

La comida sabe mejor cuando la subes a Instagram

UNSPLASH

Por fin. Ya no vas a necesitar ninguna excusa para sacar el móvil y hacerle una foto al plato que tienes delante, sobre la mesa del restaurante: un estudio publicado hace unas semanas en el Journal of Consumer Marketing, realizado por dos universidades norteamericanas, ha concluido que fotografiar la comida la convierte en más apetecible.

Resulta que ahora podemos alegar que esas fotos no son para cosechar likes y comentarios-cuñado (véase: "Cómo os cuidáissssssss"), sino para hacer del saborear los alimentos todo un placer. Y a quien no le guste, mucho lo sentimos por su paladar.

El tiempo que tardamos en hacer la foto y subirla a la red no es mucho, pero sí suficiente para inducir a nuestro cerebro a que se prepare para algo rico. Para entenderlo mejor podemos decir que, con el encuadre y el filtro perfecto, hemos provocado en nuestros sentidos lo mismo que llevan décadas consiguiendo las cadenas de comida rápida con sus productos.

El estudio arrojó resultados muy curiosos. La principal conclusión es que quienes fotografiaban la comida declararon sentirla más sabrosa que los que no lo hicieron. Eso sí, no pasó lo mismo con todos los platos: cuanto más calóricos, más apetecibles. Esto pudieron verlo cuando sus 360 voluntarios tuvieron que comparar entre dos tartas, una con receta light y la otra con todos sus ingredientes originales. La mayoría declaró que la primera les entraba menos por los ojos.

Los platos cuanto más calóricos, más apetecibles.

Sin embargo, es cierto (y lo estamos comprobando con el éxito de la comida sana en las redes sociales) que una buena foto de comida saludable y, sobre todo, de ingredientes sanos que desconocemos o apenas comemos, puede llevarnos a cambiar nuestra dieta. Como ocurre con la moda, observar las tendencias alimenticias puede transformar nuestra carta de comidas. ¿O fue casualidad que muchos se lanzaran a probar la quinoa cuando empezaron a verla fotografiada en muchas cuentas de Instagram? A ella se unen ahora los smoothie bowls, los zumos de mil frutas o los espaguetis de calabacín en plato estampado sobre tabla de madera.

Ahora que tenemos la ciencia de nuestro lado ¿qué mejor que pasar el fin de semana fotografiando nuestras comidas? (Y poniéndoles un filtro bonito, claro). Instagram consigue lo mismo que la sal ¡y sin que tengamos que preocuparnos por la hipertensión arterial! ¿La única pega? Que entre tanto click y tanto encuadre… el plato se nos queda helado.

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