Rafael Santandreu: "Nos tragamos que necesitamos muchas cosas para estar bien y nos complicamos la vida"

Rafael Santandreu: "Nos tragamos que necesitamos muchas cosas para estar bien y nos complicamos la vida"

El psicólogo catalán defiende que la felicidad depende de uno mismo y que hay que interiorizar el lema de que nada es tan terrible, ni siquiera una enfermedad.

CARLOS PINA

Después de decir que al "locuelo" de Hitler se le podía haber curado lanzándole "rayos de amor" y a El Chicleasesino de Diana Quer, con "amor sanador", el psicólogo Rafael Santandreu se muestra ahora mucho más comedido. Al menos en lo que a Ana Julia, asesina confesa de Gabriel Cruz, se refiere. "Indudablemente hay que apartarla de la sociedad porque es muy peligrosa", asegura aEl HuffPost sólo unos días después de que se conociese el triste desenlace.

Puro razonamiento, que aplica también al hablar del dictador alemán. "Lo primero que había que hacer era apartarlo, pero otra cosa es desearle un mal como movimiento de venganza. Eso no sirve de nada. Sólo te embrutece", añade.

Santandreu hace uso de la psicología cognitiva, una escuela terapéutica que pone el foco en el diálogo interno. "Cognitivo significa del pensamiento. Nosotros te enseñamos a tener un diálogo interior, un pensamiento o incluso una filosofía de vida que te dota para vivir con alegría y felicidad. Esa es la clave", asegura el especialista durante un encuentro con motivo de la presentación deNada es tan terrible (Grijalbo), el cuarto libro de su carrera.

¿Decir que Nada es tan terrible es como decir que el vaso siempre está medio lleno?

En realidad está completamente lleno. Está a rebosar. Vivimos en una completa abundancia de oportunidades de disfrutar. Siempre. Incluso en la cárcel o muy enfermo.

¿Quién lo vacía?

Nosotros, porque activamos la queja. Es lo equivalente a poner toda la atención en algo que presuntamente te falta y que te hace no apreciar esa abundancia. Por ejemplo, te lamentas por no tener pareja y te pierdes las posibilidades de disfrutar de los amigos, de cuidar tu cuerpo, de amar a tu familia, de aprender, de estar en contacto con la naturaleza... Todo eso se vuelve gris porque te estás diciendo a ti mismo que sin pareja no puedes disfrutar de la vida.

¿Y a qué se debe?

Nos focalizamos en la carencia... En gran medida la sociedad de consumo es la responsable porque disemina la idea de que necesitamos muchísimas cosas para estar mínimamente bien. Nos tragamos eso y entonces nos complicamos la vida.

Ahí entra en juego la psicología cognitiva y su objetivo de ser feliz con lo que uno tiene

Un día no feliz es un día malgastado. Porque los días son contados. Desperdiciar un día en cabreos o en preocupaciones absurdas es una lástima. Los días son preciosos. Podemos tener uno malo, pero hay que tomarlo como un abono para el día bueno.

Las únicas claves de tu felicidad son no quejarse y apreciar lo que te rodea.

Dices en el libro que "somos nosotros los que nos damos permiso para ser felices". ¿En qué sentido?

Es por eso que a menudo nos decimos: 'Hasta que no tenga un trabajo fijo, no puedo ser feliz. Hasta que no tenga pareja, me niego a ser feliz. Hasta que no tenga hijos...'. Al final eres tú quien te lo niegas y haces reales esos augurios.

¿Y qué pasa cuando consigues esos objetivos?

Te das cuenta de que sigues siendo infeliz. Eso jamás fue una mínima clave de tu felicidad. Las únicas claves de tu felicidad son no quejarse y apreciar lo que te rodea. Todo lo demás es irrelevante.

Es como decir que tus problemas te los generas tú, ¿no?

Sí, salvo en lo que tiene que ver con la comida y la bebida del día. Eso son preocupaciones reales, el resto te las inventas tú.

¿Y los demás qué papel juegan en tu felicidad?

Ninguno.

¿Ni siquiera sus consejos sirven para que tu diálogo interno se active?

En ese sentido sí. Pero la clave está en que el dueño de tu mente eres tú. Por tanto, tienes que amueblarte mentalmente y si lo haces con profundidad no te afectará lo que los otros opinen. Lo que pasa es que si no estás seguro de tu filosofía de vida es cuando te influyen mensajes erróneos.

Pero entonces, la gente que te rodea y te quiere, ¿no te ayuda a construir tu felicidad?

Si tú estás bien amueblado mentalmente no tiene por qué.

¿Ni siquiera cuando te dan consejos?

Lo mejor es no necesitarlos porque ya tienes una estructura de puta madre.

¿Esa estructura no se construye con las experiencias que vives y las conversaciones que tienes? Al fin y al cabo no naces con ella.

Ahora que eres adulta dispones de libros de psicología como el mío, de filosofía, de espiritualidad, de valores... Ya es trabajo tuyo armarte de una buena filosofía. Una vez que la tengas, la gente no te va a influir. Luego hay otra cosa: la gente es imposible que te haga feliz o infeliz, ni tu novio, ni tu madre... Te haces feliz o infeliz tú a ti mismo. Es como esa frase que dijo Eleanor Roosevelt: "La gente no puede herirte, si tú no se lo permites". Si estás muy bien armado mentalmente te la refanfinfla lo que digan.

La gente es imposible que te haga feliz o infeliz, ni tu novio, ni tu madre... Te haces feliz o infeliz tú a ti mismo.

En el libro citas a Stephen Hawking y a Michael J. Fox. Son casos muy extremos, gente que ha experimentado un episodio muy duro para encontrar la felicidad. ¿Hasta que el lobo no está aquí, no cambiamos el chip?

Es verdad. Pero hay mucha gente sin tener una experiencia límite ha hecho esa transformación. Yo mismo y muchos de mis seguidores lo hemos hecho sin necesidad de esas circunstancias extremas, lo cual es fantástico. Solamente autoducándonos.

Pero sí que es verdad que unas circunstancias extremas ayudan a relativizar, ¿no? Las tuyas o las de las personas cercanas. Y ahí vuelvo a la gente que te rodea.

Sí, es verdad. Además es interesante que los hijos y las parejas de esta gente reciben una lección de vida increíble y se ven muy beneficiados. Esto es muy común.

¿Cuál es el camino para adoptar esta filosofía sin pasar por esas circunstancias?

La renuncia es la vía regia hacia la fortaleza emocional. Pero una renuncia alegre en contraposición a una renuncia triste. Consiste en darte cuenta de que eso que has perdido o puedes perder no lo has necesitado nunca. Por eso se dice, y es cierto, que las adversidades son oportunidades de crecimiento y de liberación. Hay gente que la deja la pareja de manera sorpresiva y al principio entra en crisis, pero al tiempo se da cuenta de que no la necesitaba para ser feliz y ha empezado a llenar su vida de cosas que hasta el momento desconocía que podían hacer, como tener grandes amigos, viajar...

¿Se trata de aceptar las adversidades y mirarlas con buenos ojos?

O al menos con muy pocos malos ojos. Es verdad que hay casos que son un poco más complicados, no nos vamos a engañar. A veces me preguntan si la psicología cognitiva es psicología positiva y les digo que no, es psicología racional que hace que te des cuenta de que las necesidades del ser humano son muy pocas y por tanto las oportunidades de disfrutar son enormes. El peso de las adversidades es infinitamente más pequeño que el que nosotros le otorgamos. Por supuesto que tenemos problemas, pero son ciclos y podemos disfrutar resolviéndolos. No se trata de decir todo me va bien, todo me va bien.

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Esto de aceptar lo que nos pasa me hace pensar en Patricia y Ángel, los padres de Gabriel. Para ellos en un momento así razonar es casi imposible. ¿Cómo puedes aplicar la psicología cognitiva?

Cuando estamos muy afectados es muy difícil razonar. Existen cinco herramientas para actuar ante la neurosis o el descalabro emocional: el amor, el humor, el surrealismo, decir que sí como a los locos o dejarte solo. En el caso de Gabriel, el amor es el que va a contribuir a que sane mejor la herida. No es momento para razonamientos cognitivos, porque cuando estamos muy afectados es muy difícil entrar en razón. Déjalo para otro día. Es como si un día tu jefe está muy cabreado y es imposible que entre en razón. Dile que sí como a los locos y mañana se razonará porque en este momento va a ser peor. Tampoco pasa nada, todos pasamos por esas fases de neurosis o de mucha intensidad emocional. Y volviendo a Patricia y Ángel, les va a ir superbien. Hay personas que ante una desgracia así, al cabo de un tiempo y de un trabajo, consiguen tener una vida provechosa. Seguir amando al resto de los suyos y ser felices, aunque sea en honor a esa persona que no está. Porque, ¿qué querría que hiciéramos con nuestra vida? ¿Malgastarla en un rencor inagotable y una depresión o que la disfrutásemos?

Ahí entra en juego la tercera persona, aunque ya no esté, que motiva a ser feliz. Pensar en ella y al final racionalmente acabas diciendo 'mi hijo no querría verme así'.

Vale, te lo concedo.

Para Ana Julia es inevitable el rencor de los padres.

En estos momentos sí, pero en un futuro entenderán que es una persona peligrosa y que indudablemente hay que apartar de la sociedad. No albergar rencor por ella sino lástima. Es una visión mucho más sanadora que mantener el rencor. Ese puede ser tu destructor.

El rencor puede ser destructor.

¿Y hay reparación para Ana Julia como dijiste no sin polémica que había para Hitler?

Es una idea que tomé de Gandhi, que para mí es un maestro muy importante. Gandhi trabajó en el concepto de la reparación: por grande que sea el mal, siempre existe una reparación. Si tú eres el responsable de la muerte de 60 millones de personas, directa o indirectamente, la reparación posible sería salvar al doble de personas condenadas a muerte. Gandhi dice que si HItler hubiese dedicado el resto de su vida a salvar a 120 millones de niños africanos que mueren sin que nosotros hagamos nada, se hubiese salvado.

Para Gandhi...

Para Gandhi y para otras muchas personas. Todo mal tiene una reparación, aunque te cueste la vida llevarla a cabo. La Biblia dice que 'al que a hierro mata, hierro muere'. Si tú juzgas a los demás con mucha facilidad, también te juzgarás a ti mismo. Y si piensas que alguien es imbécil por haber hecho algo, cuando falles lo pensarás también de ti. ¿Sirve de algo el flagelamiento o tiene más beneficios la reparación?

No se trata de flagelarse, pero sí de darse cuenta de los errores que cometes. Hay que ser un punto autocrítico y no pensar que todo lo hacemos bien.

Por supuesto, pero una cosa es analizar y otra cosa es juzgar y fustigar. Uno de los grandes problemas de la sociedad es que la gente se autofustiga de manera increíble. Es el diálogo cotidiano que tenemos con nosotros. ¿Qué clase de malvados somos? Hay que tratarse con cariño.

Pero hay gente que se merece algún castigo.

No, porque el castigo no sirve de nada.. ¿Que te aporta castigar a alguien?

¿Y en el caso de Ana Julia?

Apartar a alguien porque es peligrosa no es un castigo. Es una medida de protección, incluso una medida de protección para ella misma. El castigo solo sirve para satisfacer el deseo de venganza y eso no aporta nada en absoluto. Si crees que te aporta una satisfacción, es una satisfacción pasajera que además te embrutece como persona. Otra cosa es la protección, evidentemente de las personas enfermas nos tenemos que proteger y apartarlas inmediatamente.

¿Y qué hay que hacer con los niños pequeños cuando se portan mal?

A un niño hay que devolverle la responsabilidad sobre sus actos. Si se comporta mal en el autobús, tendrá que ir andando al cole. Si come mal en un restaurante, tendrá que comer fuera, apartado de los adultos. Son consecuencias normales de sus actos. Como si yo me tiro un pedo en un ascensor y la gente no quiere contacto conmigo. Es una consecuencia natural. El error que comenta muchos padres con sus hijos es sustraerle la responsabilidad, eso les impide darse cuenta de que sus actos tienen consecuencias y así no madurarán jamás. Es tan error castigar a los niños como sustraerles su responsabilidad.

Es tan error castigar a los niños como sustraerles la responsabilidad.

En la tercera parte del libro se presenta el mindfullness y la psicología conceptual como herramienta para eliminar los ataques de ansiedad, que afectan al 10% de las personas. ¿Una mente bien amueblada está libre de ataques?

No, los ataques de pánico son una cosa muy especial dentro de la mente, es una trampa mental que puede coger a cualquiera, que es asustarse de tus propias emociones internas.

¿Cómo se superan?

Hay que saber cómo desactivar esa trampa y eso es una cosa que o te la enseña alguien o no la vas a aprender tú solo. Lo importante es no tomar psicofármacos, tranquilizantes o benzodiacepinas, que no solucionan el problema y generan adicción. Hay muchas personas adictas a estas sustancias que recetan los médicos de atención primaria en un acto de irresponsabilidad increíble y no hacen el seguimiento apropiado. Deberían hacer un seguimiento, no permitir que se tomen durante tiempos prolongados porque la adicción es brutal y es muy difícil quitarse. Lo más acojonante de estas nuevas adicciones es que los camellos tienen títulos en medicina. Y estos fármacos no sólo se toman para ataques de pánico, también para los disgustillos. Hay que hablar de esto porque más de un 12% de la población los consumen. Desde aquí le diría a la gente: 'Por favor, no tomes benzodiacepinas. Son superpeligrosas y no resuelven nada, lo complican'.

¿Ni en un momento dado?

No. Es como si yo te digo 'en un momento dado tómate una raya de coca'. Es un tóxico y el peligro que entraña te puede destruir la vida. Cada vez hay más gente que no sabían que podían entrar en una adicción por culpa de estos fármacos y ahora tienen un problema de dos pares de cojones. Huye de esa mierda.

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