Cinco señales de que eres el imbécil de la oficina

Cinco señales de que eres el imbécil de la oficina

Si te suena alguna de estas características, hay formas de enmedar tu reputación.

Trabajo tóxicoPRAETORIANPHOTO VIA GETTY IMAGES

Si eres el imbécil con el que a nadie le gusta trabajar, probablemente ni siquiera te habrás fijado en cómo afecta tu comportamiento al tiempo y la salud de tus compañeros.

La mayoría de la gente prefiere sufrir en silencio que compartir su opinión sincera sobre un imbécil en su cara.

“Si eres el imbécil del trabajo, no esperes que nadie te lo diga. A la gente le cuesta enfrentarse a los imbéciles y no suele estar bien visto decirles lo que opinas de ellos”, comenta Tessa West, profesora de Psicología en la Universidad de Nueva York y autora de Jerks At Work.

“Es tentador soportar en silencio a los imbéciles para no tener que enfrentarse a ellos”, dice, “lo que hace especialmente difícil que alguien descubra que él mismo es el verdadero imbécil de la oficina, si es el caso”.

Si te preguntas qué opina realmente la gente sobre ti, tienes que mirar hacia dentro.

Debes entender que la imbecilidad es un concepto subjetivo para cada persona y empresa, pero como regla general, “es probable que alguien piense que eres un imbécil si no se siente a gusto en tu presencia”, resume la psicóloga Laura Gallaher, de la consultora Gallaher Edge.

Presta atención a estas señales de que tal vez (y solo tal vez) quizás seas tú el imbécil de la oficina:

1. Si piensas que todos son imbéciles menos tú, probablemente el imbécil seas tú

West afirma que el comportamiento de los imbéciles puede contagiarse al equipo entero, lo que dificulta la identificación del origen, pero lo evidente es que el equipo se vuelve totalmente disfuncional cuando estás cerca.

“Una señal reveladora de que eres un imbécil a menudo no es la forma en que la gente te trata, sino la forma en que los demás miembros de tu equipo empiezan a tratarse entre sí”, señala West.

“Grupos que antes no tenían problemas para asignar funciones y tareas de forma eficiente ahora luchan contra lo que parece una fuerza invisible”, comenta. “Hay luchas por el estatus, la gente se interrumpe y se pelea en lo que solía ser un proceso democrático como los votos. El apoyo de los jefes empieza a decaer cuando dejan de confiar en su equipo para tomar decisiones por sí mismos. Si una y otra vez surgen estas pautas de comportamiento en los equipos de los que formas parte, puede que seas tú el imbécil”.

El mal comportamiento es contagioso, y cuanto más somos testigos o víctimas de groserías y hostilidades en el trabajo, más probable es que seamos groseros con los demás, así que si tus compañeros siempre están discutiendo, tú podrías ser la causa subyacente.

2. Tus compañeros de trabajo no discrepan pero tampoco comparten su opinión contigo

Gallaher dice que si los demás rara vez se muestran en desacuerdo contigo, tal vez no sea por tus grandes ideas.

No debes confundir la falta de debate con la creencia de que a tus compañeros les gusta trabajar contigo. Si eres el imbécil de tu equipo, tus compañeros no se sentirán cómodos expresando sus ideas o comentando las tuyas.

“Si en las reuniones planteas ideas o expones un caso y a menudo te responden con un silencio, puede que seas el imbécil de la oficina”, comenta Gallaher. “A veces, los imbéciles, sin saberlo, agobian a sus compañeros de trabajo, defienden con vehemencia su punto de vista y hacen que sus compañeros no estén dispuestos a debatir o a participar en un debate sano. Algunos se retiran de la conversación porque se sienten intimidados, y otros se retiran porque no se sienten con energía para discutir con un imbécil”.

Si pides consejo a tus compañeros de trabajo o les pides que hablen bien de ti al jefe y no recibes respuesta, es una señal de que te ven como un imbécil al que nadie está dispuesto a ayudar.

“Socialmente es difícil decir explícitamente ‘no’ a este tipo de peticiones, pero el hecho de ‘no responder’ es más sencillo y seguro para la gente”, explica West. Por eso se limitan a no hacer ni decir nada.

3. La gente con la que trabajas se suele cambiar de equipo o de departamento

Si te sorprende la cantidad de personas que se cambian de equipo o departamento, es posible que tú seas la causa.

Una de las principales señales de que el imbécil de la oficina eres tú es cuando “la gente elige trabajar en un equipo diferente o pide que le cambien de trabajo” o cuando “alguien deja el trabajo y no explica por qué”, comenta Elena Armijo, asesora de liderazgo.

“La mayoría de los imbéciles permanecen ajenos a lo que ocurre a su alrededor porque es demasiado doloroso echarse un vistazo a sí mismos”, sostiene Armijo. “Muchas veces, las personas que se comportan como imbéciles prefieren seguir como están en vez de afrontar un crecimiento en su interior”.

4. Tus compañeros hacen mal su trabajo y necesitas enumerar sus errores

Si sientes que tu equipo es siempre el problema y no tú, puede que estés siendo un imbécil con tus compañeros.

“Una parte de ti teme parecer incompetente por culpa del rendimiento de los demás, pero en vez de afrontar tus temores, te centras en las carencias y los errores de los demás en vez de en los tuyos”, comenta Gallaher.

“Si te resulta fácil considerar tontos o incompetentes a tus compañeros, es muy probable que se haya activado tu mecanismo de defensa ‘crítico’”.

5. Te gusta quedarte el mérito de los demás

Si no reconoces el mérito de los demás cuando se lo merecen, estás siendo un compañero con el que resulta desagradable trabajar. Las personas necesitan que se les reconozca su trabajo para sentirse valoradas y tener argumentos para ascender en su carrera profesional.

“Si robas las ideas de tus compañeros y las haces pasar como tuyas, no importa que seas el jefe o que la modifiques un poco: sigue siendo un comportamiento imbécil”, afirma Perpetua Neo, psicóloga y asesora de ejecutivos.

Si te suena alguna de estas características, hay formas de enmedar tu reputación.

Construye una base de confianza antes de dar tu opinión. Si sospechas que tu compañero de trabajo te ve como un imbécil, tienes que recuperar su confianza antes de obtener o pedir una opinión sincera sobre lo que piensa de ti.

La confianza viene de conocer las respuestas a preguntas como: ”¿Realmente lo haces para ayudarle? ¿Cuáles son sus intereses? ¿Qué le preocupa?”. escribe Gallaher en una entrada de su blog sobre cómo dar mejores opiniones.

Si aún no puedes responder a estas preguntas, puedes empezar por expresar tus intenciones. Gallaher sugiere un lenguaje del estilo “me gustaría conocerte más para que podamos ser abiertos el uno con el otro” como una posible forma de iniciar esta conversación.

Pide opiniones específicas y recientes para hacerte una idea más clara de lo que tus compañeros piensan de ti. West comenta que hacer una pregunta general, como ”¿Confías en mí como jefe o compañero del equipo?” no es tan útil como preguntar sobre comportamientos específicos si quieres averiguar si los compañeros realmente te consideran de difícil trato.

West recomienda preguntar por un comportamiento específico que haya ocurrido recientemente.

“La gente se siente más cómoda opinando sobre eso que dijiste o hiciste en la última reunión, no sobre todas las cosas que has dicho o hecho en los últimos tiempos”, comenta. “El tono de voz que utilizaste, la clase de comentarios que hiciste, la cantidad de trabajo que has hecho en un proyecto de equipo: los comentarios sobre hechos específicos, pequeños y recientes te ayudarán a descubrir cómo te ven los demás en el trabajo”.

Considera esto como un cambio gradual, no como una modificación completa de tu personalidad. Una vez que recibas los comentarios de un compañero de trabajo sobre tus tendencias imbéciles, escoge un par de puntos de mejora y parte de ahí.

“Los pequeños cambios diarios en tus hábitos laborales te acabarán sacando de la imbecilidad en el trabajo”, afirma West. “Las grandes revisiones de personalidad no suelen funcionar y no son sostenibles en el tiempo, pero los pequeños ajustes en tu rutina diaria, sí”.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.