Berlanga o cómo convertir de forma genial el humor español en cine de culto

Berlanga o cómo convertir de forma genial el humor español en cine de culto

La gala de los premios Goya sirve como colofón al año Berlanga celebrado en 2021 con motivo del centenario de su nacimiento.

El director José Luis Garcia Berlanga en uno de los cursos de la Universidad Menéndez Pelayo celebrado en Santander, con el palacio de la Magdalena.Sigfrid Casals via Cover/Getty Images

Ha llovido mucho desde que en 1953 Luis García Berlanga estrenase su cinta Bienvenido, Mr. Marshall. Aún así, el adjetivo berlanguiano que tan bien representa su obra sigue definiendo a la perfección tantas situaciones que se viven en España. Muestra de ello, es que el término entró en noviembre de 2021 en la RAE, como muestra de la integración del cine y el lenguaje.

Su impronta en el cine español, e incluso internacional, es indiscutible, y muestra de ello es el homenaje que se le rindió en 2021 con motivo del centenario de su nacimiento, en el que tuvieron lugar desde proyecciones de sus películas a conferencias o becas universitarias.

Como guinda a este recuerdo, los premios Goya —en los que a lo largo de su carrera sus cintas se colaron en apenas una decena de nominaciones— de este sábado 12 de febrero se celebran en su Valencia natal.

Para Gerardo Sánchez, director de Días de cine (La 2), uno de los ragos esenciales de su cine “era dar una sensación de absoluta normalidad en algo absolutamente anormal, que era la cotidianidad de la España que retrataba, la España de posguerra al principio, la España tardofranquista de La escopeta nacional o la España de la democracia como en Todos a la cárcel”.

Los sainetes, esas piezas teatrales de carácter cómico y popular tan características del Siglo de Oro, también son una comparación recurrente de su obra en cierto modo por los hechos tan costumbristas y populares que describía en su comedia y por la forma de humanizar a los personajes.

“Encontramos referencias al sainete de Arniches o la mirada pícara sobre los pecados capitales españoles que son y han sido siempre muchos”, explica Sánchez, quien remarca como otra característica de su obra cómo plasmaba con ternura los personajes ya fueran los marqueses de Leguineche de La escopeta nacional (1978) o los habitantes del Villar del Río de Bienvenido, Mr. Marshall (1953).

“Los trataba con humor, con ternura a la vez, con una mirada crítica, que es necesaria, pero a su vez muy humanista. Incluso a los personajes más poderosos, siempre es verdad que miraba con más humanidad a los más humildes, pero también a los ministros y demás de La escopeta nacional, los mira con un deje de sonrisa, riéndose de ellos”, detalla. 

  Fotograma de 'Bienvenido, Mr. Marshall'.Sony Pictures/Ediciones y Distribuciones Cinematografía

Lo mismo ve Carlos Aguilar, historiador cinematográfico y autor del libro Cine cómico español (1950-1961). Riendo en la oscuridad (Desfiladero Ediciones), quien pone las dos influencias claras de la comedia española de los años 50.

“La una es nacional, y estriba en el sainete. Y la otra extranjera, y consiste en el neorrealismo italiano, que impactó a los profesionales patrios gracias a las proyecciones que tuvieron lugar en las dos ediciones de las Semanas del Cine Italiano en Madrid, antes que a los espectadores de a pie, pues apenas ninguna de estas películas se estrenaron comercialmente en España”, señala.

El historiador apunta, tal y como explica en su libro, que estos personajes son la base del humor de la época. “El humor fílmico español privativo del decenio de los 50 consiste, a grandes rasgos, en personajes verosímiles muy bien encarnados por intérpretes de cualidad popular y viviendo una serie de situaciones realistas, en unas ocasiones disparatadas y en otras cotidianas, que provocan hilaridad y ternura a la par. Berlanga, al debutar en este contexto, personaliza tal planteamiento, desde una magnífica perspectiva particular”, explica.

A pesar de que las peculiares cintas de Berlanga han pasado a la historia del cine junto con las José Luis Cuerda, la comedia no es precisamente un género que haya cosechado tradicionalemente alabanzas de la crítica ni de la Academia de Cine. De hecho, muchas grandes películas de estos cineastas no se llevaron ningún cabezón.

Para Aguilar, “la comedia es un género muy serio, aunque dicho así suene a paradoja fácil”. “De entrada, es particularmente peliagudo de afrontar, porque está determinado por una serie de peculiaridades técnicas, estéticas, visuales, narrativas y conceptuales, que resultan muy delicadas de plasmar”, señala y apunta a que “puede ser tan enjundioso y comprometido como el drama, puesto que el humor brota de una aguda observación de la realidad”.

Sánchez asegura que si Berlanga u otro hubiese hecho un drama sobre la España pasando hambre, esperando que llegue las ayudas de los americanos “hubiera sido o no, una excelente película, pero seguramente no sería tan divertida, tan entrañable y tan tierna como es Bienvenido, Mr. Marshall”. “Están todos encantadores, que dan ganas de darle un abrazo a todos y que puedan salir adelante. Si hubiese sido una tragedia, hubiera sido otra película. Pero Berlanga era incapaz de no hacerlo así, sin darle un punto de ironía”, recuerda.

Buena parte de la comedia, especialmente la de Berlanga como de Cuerda, se basa en cosas que hoy en día hay que tener mucho cuidado con decir, con lo políticamente correcto
Gerardo Sánchez, director de 'Días de cine' (La 2).

Su característica comedia, que en muchos casos es el género que da las películas más taquilleras del cine español, no es la misma en los años 50 que hoy en día. Sánchez apunta a que la tendencia a lo “políticamente correcto” imposibilitaría que hoy en día hubiera unas cintas como las que creaba Berlanga.

“Hoy en día, técnicamente tenemos más libertad y talento obviamente hay, pero no sé si esa mirada tan especial para retratar las cosas que tenía él está”, explica.

“Buena parte de la comedia, especialmente la de Berlanga como de Cuerda, se basa en cosas que hoy en día hay que tener mucho cuidado con decir, con lo políticamente correcto. La comedia a lo largo de la historia, los bufones en la Edad Media lo que han hecho ha sido reírse, de los poderosos y de los pecados de la sociedad. Para eso hay que ofender. Si no podemos ofender a nadie, pues raramente se va a poder a hacer una comedia”, añade.

Para el director de Días de cine, la bondad de la comedia está en “reírnos de nuestras miserias como sociedad”. “Es una especie de ejercicio de psicoanálisis, si no lo hacemos no nos vamos a curar, todo se va a enquistar”, apostilla.

A pesar de que este año la cinta más nominada, El buen patrón, es también una comedia de humor negro que bien podría clasificarse dentro del espectro berlanguiano, Sánchez señala que “las comedias hoy en día tienen que andarse con mucho cuidado o ser políticamente correctas, no meterse con nadie y eso deja poco margen a la gracia”. “Reírse de algo no creo que sea ofender, es otra cosa”, apunta.

Además, recuerda que en la época de Berlanga el eco que producen las redes sociales no existía. “Ahora cualquier cosa que dices no es solo que se pueda malinterpretar, es que esa mala interpretación se multiplica como la espuma. Todo se desvirtúa”, añade.

Fue nominado al Oscar a Mejor película de habla no inglesa por Plácido en 1961, estuvo nominado en cuatro ocasiones a la Palma de Oro en Cannes y fue candidato al León de Oro de Venecia en 1956 por Calabuch. Berlanga fue internacional, sin embargo, hoy en día no guarda fuera de España el mismo renombre que Fellini o Vardá.

“Berlanga es uno de los mejores cineastas del mundo mundial, de todos los tiempos, lo tengo claro. El problema es que España, hay muchísimos más talentos que podrían ser iconos internacionales en otro país anglosajón o europeo y que no lo fueron tanto como otros franceses o italianos por el aislamiento que tenía el país”, recuerda Sánchez.

Los españoles tenemos que comernos de no ser lo conocidos que hubieran sido si fuesen franceses, italianos, británicos o americanos
Gerardo Sánchez, director de 'Días de cine' (La 2).

Sin embargo, ese aislamiento no hizo que el cineasta no se influyera de otros cineastas europeos. “Berlanga era hijo del neorrealismo italiano, conoció a Cesare Zavattini, que fue el guionista del género. Y sus primeras películas eran muy neorrealistas, con ese punto de comedia, del neorrealismo ya de segunda oleada, no tanto como El ladrón de bicicletas o Roma citá eterna”, añade.

Para Sánchez, el caso de Berlanga es comparable a otros como el de José Luis López Vázquez. “Si fuese americano, italiano o francés, sería conocido en todo el mundo. Igual que Fernando Fernán Gómez, no solo como actor, sino como director que era enorme también. Pero los españoles tenemos que comernos de no ser lo conocidos que hubieran sido si fuesen franceses, italianos, británicos o americanos. Y están a la misma altura que muchos de los que admiramos”, sentencia.

Aguilar apunta a que “Berlanga es el cineasta cardinal de España”. “Puesto que el otro Luis genial, o sea Buñuel, repartió su actividad principalmente entre México y Francia”, apunta.

  Imagen de 'El Verdugo' de Luis García Berlanga.Dear Film

Gran parte del mérito de su afilado humor negro fue que además se estrenase en la época franquista, donde la censura revisaba cada metraje de las películas para encontrar el mínimo atisbo de crítica al régimen.

“El humor mueve montañas, si tú dices las cosas claras es más fácil que la censura, que en este tiempo era más férrea, entrase al trapo. Que Berlanga hiciese Los jóvenes milagros, que era una parodia a algo tan hispano y tan católico como son las apariciones de santos y pasara la censura es admirable”, sentencia Sánchez.

Lo mismo sucedió con dos de sus películas más recordadas, El verdugo y Plácido: la primera criticando la pena de muerte en un momento en el que todavía el franquismo realizaba ejecuciones y la segunda, tomando directamente la referencia de “siente un pobre a su mesa” de una campaña de caridad cristiana del régimen. “Las mejores películas de Berlanga, es decir Plácido y El verdugo están realizadas durante el franquismo, con censura previa del guion y de la película en sí. Lo cual es muy significativo”, señala Aguilar.

Durante el franquismo ningún otro cineasta reflejó realidades específicamente nacionales con tanta eficacia y tan reconocible impronta
Carlos Aguilar, historiador cinematográfico y autor del libro 'Cine cómico español (1950-1961). Riendo en la oscuridad'

“El verdugo no solo es una película demoledora española sobre la pena de muerte sino que es una película demoledora universal sobre la pena de muerte. Es algo icónico. Con el humor te vas riendo, te vas riendo y parece que es más liviano lo que te está contando, pero en realidad es tremendo”, señala Sánchez.

Basta recordar frases como “y ni fueron felices, ni comieron perdices... porque allí donde haya ministros un final feliz es imposible” de la Escopeta Nacional o su ácida versión de la Guerra Civil con La Vaquilla (1985) para comprobar alguna de las pullas y críticas sociales que introducía mediante el humor.

Para Aguilar, “durante el franquismo ningún otro cineasta reflejó realidades específicamente nacionales con tanta eficacia y tan reconocible impronta” como Berlanga. “Por eso durante ese período histórico sus peores películas son las que se alejaron de España, o sea La boutique y Tamaño natural. Por eso también existe ya el adjetivo ‘berlanguiano’, tan propio y reconocible como el de ’felliniano”, añade.

  Escena de 'La escopeta nacional' de Berlanga.A Contracorriente Films

La crítica social, tan presente en su obra, se disimula gracias al humor y esa ternura que desprenden sus personajes. “Bienvenido Mr. Marshall es no solo un retrato de la España hambrienta con la necesidad de que lleguen ayudas de los americanos, sino también la mirada de un pueblecito. Se enfoca todo con tanta ternura, que la crítica social pasa un poco desapercibida, pero está ahí de fondo y luego te das cuenta y dices ’joe, me has contado esto, pero están todos deseando que llegue la ayuda de los yankees”, recuerda Sánchez.

Como él mismo dijo en los 2000 cuando se planteaba su retirada, su peor batalla no fue contra la censura: “Yo pensaba que lo más jodido de mi vida había sido la censura de Franco. ¡Pues no! Lo más jodido es la pérdida de memoria”.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es