Jueces y energéticas roban papel al Ejército y la Banca entre los poderes oscuros, pero Sánchez denuncia solo a las empresas

Jueces y energéticas roban papel al Ejército y la Banca entre los poderes oscuros, pero Sánchez denuncia solo a las empresas

A los viejos poderes fácticos del siglo pasado —Ejército, Iglesia y Banca— ahora se han sumado y con más protagonismo, las empresas energéticas, los jueces y las terminales mediáticas de “los poderosos”.

Pedro Sánchez echando un trago de agua en una imagen de archivoANDRES BALLESTEROS via Getty Images

Ya sea porque se siente fuerte y respaldado por la cumbre de la OTAN en Madrid y tanta foto con los líderes mundiales, ya sea porque tenía ganas de denunciarlo y está cambiando la estrategia de Moncloa, el presidente del Gobierno ha señalado hoy a las “empresas energéticas” y a una “minoría de poderosos” y sus terminales mediáticas como los “poderes oscuros”. PP y Vox son partidos sin autonomía de esos “oscuros”, que desde 2018, cuando triunfó la moción de censura contra Mariano Rajoy y el PP, le están haciendo la vida imposible al Gobierno de coalición.

El presidente del Gobierno ha dicho que “no descubro América” cuando denuncia este asunto —ha tenido que ser Angels Barceló (Cadena SER) quien insistiera un par de veces en que pusiera rostro a esos poderes oscuros— y nombra a las energéticas. Lo cierto es que no descubre nada. Incluso ha sido prudente: no ha nombrado a los jueces.

En 1995, Alain Minc, uno de los más importantes pensadores franceses vivos, economista, asesor político y empresario —fue presidente de Sanef, filial de la concesionaria de autopistas Abertis, entre otras muchos cargos empresariales— es decir, poco sospechoso de ser comunista bolivariano, escribió en su libro La borrachera democrática cómo se diluían la trinidad de los poderes fácticos tradicionales —el Ejército, la Iglesia y la Banca— y “entra en escena una nueva, compuesta por los jueces, los medios de comunicación y la opinión pública”. Las encuestas de opinión. Minc, aunque listo y excelente analista, no podía adivinar el futuro y se olvidó de las empresas energéticas. Nadie es perfecto nada más que cuando predice el pasado.

“Cuando el Gobierno anuncia un impuesto a las empresas energéticas, hay una minoría de poderosos que no está de acuerdo” y lo mismo sucedió, ha señalado Pedro Sánchez, cuando el Gobierno habló de la subida del SMI y “la derecha política se manifiesta en contra” porque representan a “una minoría muy particular”. Esas fuerzas oscuras quieren volver a la situación anterior a 2018 insistía el presidente. 

Sánchez no ha mencionado a los jueces, quizá porque ni siquiera es necesario, puesto que la injerencia de la judicatura en la vida política es palpable cada día en España y se ha escrito más sobre el asunto. El presidente ha añadido, además, que PP y Vox no son “partidos autónomos”, sino que dependen de los poderosos y que cuando no obedecen, suceden cosas como la caída de Pablo Casado.

Cuando el Gobierno anuncia un impuesto a las empresas energéticas, hay una minoría de poderosos que no está de acuerdo

Hace pocas semanas que José Antonio Martín Pallín, jurista, magistrado emérito de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, donde ejerció como fiscal y exmiembro destacado de las asociaciones progresistas de jueces y fiscales, ha publicado La guerra de los jueces. El proceso judicial como arma política, donde explica lo que ha sucedido en España en los últimos tiempos, además de la reconocida afición de la derecha en judicializar la vida política. Comenzó el PP y su estrategia ha sido seguida después por Vox. Los miembros más poderosos de la judicatura y otros personajes influyentes entre los populares —un sector siempre de talante conservador en su mayoría por su propia idiosincrasia— mantienen bloqueada la reforma del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y no ha hecho falta más que oír las escuchas al PP de Rajoy y de Jorge Fernández Díaz, para comprobar la complicidad de los gobiernos de derechas con la judicatura.

El libro de Martín Pallín destaca que “en algunos casos, el Poder Judicial toma decisiones que corresponderían a los gobiernos o parlamentos y, en otros, malinterpreta o desconoce las normas que debe aplicar, por lo que se inmiscuye también en la tarea legislativa. Esta tendencia (que en el mundo anglosajón se conoce como lawfare, guerra jurídica) ha alcanzado tales dimensiones que amenaza la división de poderes”. Es decir, amenaza los cimientos de la democracia, como en su día el “sonido de sables” de los militares amenazaba la Transición hacía el sistema democrático en España. Entonces “tenían tanques, ahora los jueces tenemos sentencias, pero no creo que vayamos tan lejos”, reconocía una destacada juez que aunque forma parte de la progresía en la judicatura, admite el componente conservador de sus colegas.

Los jueces funcionan con las sentencias, los empresarios con las acciones de los grupos de los que son dueños. O con las carteras publicitarias. Muchas veces manejan una cartera publicitaria tan grande, que la amenaza de la retirada de una campaña a cualquiera grupo mediático haría tambalear el ejercicio de muchos de esos pequeños —y grandes— medios. Sánchez ha hablado de terminales mediáticas de los poderosos, pero sin nombrarlas. Sería larguísima la lista, entre otras cosas porque hoy crear una web guerrera, especializada en lanzar bulos fake news o noticias tergiversadas, está tirado de precio para cualquier multinacional.

Y tiene razón el presidente cuando advierte que lo mismo le sucedió al presidente González o a Zapatero. Por ahí andan todavía unos cuantos ministros de Economía, de Industria, de Energía o de Medio Ambiente que recuerdan perfectamente las visitas de las eléctricas y de las constructoras —antes de la crisis del 2008— dispuestas a presionar y si es posible, chantajear. A nadie con algo de edad y memoria histórica se le olvida el intento de OPA contra la banca —el asalto al BBVA, por ejemplo— que en la primera mitad de este siglo protagonizaron las entonces poderosas constructoras vinculadas a las energéticas. Muchos de sus protagonistas, de primera y segunda línea, siguen mandando.

No hace mucho, un exministro de Industria, socialista, de los tiempos de Felipe González, reconocía esas presiones, “pero no eran mucho peores que las de la banca. Durante los primeros años 80, tras el triunfo nuestro en el 82, los entonces ‘siete grandes’ de la banca nos quisieron marcar el paso. Pero hubo otros momentos en que fueron aliados. Cuando llegó Zapatero, fueron las energéticas y constructoras quienes intentaron sustituir a la banca en ese papel de los poderes fácticos”.

Tampoco a una de las más potentes ministras de Medio Ambiente de Zapatero se le ha olvidado nunca la visita del más bronco y descarado de los empresarios del sector energético, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, amenazándola y desde luego, despreciándola —según observó la ministra— por ser mujer. Es Galán el empresario más guerrero de las eléctricas, pero también “el que hace el trabajo sucio a las otras compañías, que van de más moderadas. Actúan como un lobby y tampoco lo ocultan”, explica un experto en el sector.

Entonces (tenían tanques, ahora los jueces tenemos sentencias, pero no creo que vayamos tan lejos
Una destacada juez progresista, sobre el comportamiento de los jueces conservadores

Y sí, los viejos poderes fácticos del siglo XX —Ejército, Iglesia y Banca— no es que se hayan ido, es que ahora se pavonean menos y son más peligrosos los nuevos lobbies y sus empleados en tantos medios de los que son propietarios. “Pero como a nivel global son las multinacionales nacidas o basadas en internet —Facebook, Twitter, Amazon, Google en Occidente, en China son otras— las que marcan el paso a la política, a los gobiernos democráticos, a nuestras vidas, con el deterioro de la democracia cada día más alarmante”, explica un ex secretario de Estado de Economía con Zapatero.

El asunto es ¿por qué el presidente del Gobierno denuncia hoy a las energéticas cuando en Madrid se sucede la cumbre más importante desde la fundación de la OTAN? ¿Se siente más fuerte acompañado por los otros mandatarios? ¿O es que La Moncloa contempla otro flanco de lucha hasta las elecciones del 2023? Por ejemplo, el de en vez de contemporizar con los conservadores, ya sea para renovar el CGPJ, ya sea para no irritar más a esos “poderes oscuros”, quizá alguien ha decidido hacer bandera de las medidas progresistas, de la ideología de izquierdas de este Gobierno. Y hacerlo sin complejos, porque ya han  entendido que los poderosos que tutelan al PP y a Vox van a matar, a derrocar al Gobierno ‘social-comunista’.

Por cierto, cuando el presidente ha hablado hoy de “los poderes oscuros”, quizá no recordaba —o sí— que es el título de uno de los ensayos sobre J.R.R. Tolkien, —Los poderes oscuros de Tolkien— uno de los escritores de fantasía que en El señor de los anillos o El hobbit mejor ha sabido describir el poder de las fuerzas del mal. Los enamorados de la democracia, conscientes del deterioro de las instituciones, cada día temen más que las tinieblas y las sombras se nos instalen aquí como en la Tierra de Mordor.

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Ana Ramírez Cañil es periodista. Nació en Madrid, pero es de Rascafría. Ha trabajado en Cinco Días, en la revista Mercado, en la primera La Gaceta de los Negocios. Entre 1984 y 1985 vivió en Nueva York. Redactora jefe del semanario El Siglo, directora de «Informe Semanal», delegada de El Periódico de Catalunya en Madrid, subdirectora de soitu.es. En 2010 crea con Pilar Portero la web de política y economía tu2is.es. Es Premio Espasa de Ensayo por La mujer del Maquis y autora de Si a los tres años no he vuelto (Ed. Espasa).