Lo que esconde Feijóo

Lo que esconde Feijóo

En un estado democrático como el que vivimos en España, lo justo con los ciudadanos es contarle toda la verdad.

Feijóo saluda a sus militantes y compañeros del PP de GaliciaEuropa Press News via Getty Images

La derecha utiliza de forma recurrente el anuncio de bajada de impuestos para

conseguir votos, pero una cosa bien distinta es lo que hacen después una vez

que llegan al Gobierno. Como muestra, el incremento de la presión impositiva

aprobada por Rajoy cuando ganó las elecciones, a pesar de prometer una

bajada general de impuestos durante la campaña electoral de 2011 e incluso

promover campañas de recogidas de firmas para ello. A pesar de lo prometido,

el tipo medio de IVA pasó del 12,7% en 2011 al 15,5% en 2015, aprobó cinco

subidas de IRPF entre 2011y 2014, creó impuestos a la producción de energía

solar, a los premios de la lotería, etc. Pero es algo que no nos debe

sorprender del PP, unos meses antes de abandonar el gobierno en 2018 tenían

preparado un pago por uso en la red viaria de alta capacidad y ahora le vemos

oponerse con fuerza, cuando lo previsible es que si llegan al gobierno lo

apliquen.

En un estado democrático como el que vivimos en España, lo justo con los ciudadanos es contarle toda la verdad y, si de verdad tiene la intención de bajar impuestos, deben explicar todas las consecuencias que tendrán en la ciudadanía, también las negativas, que son muchas. El señor Feijóo está escondiendo que esa rebaja impositiva lleva aparejada una disminución del peso del Estado, de todo lo público, de aquello que nos ha protegido y nos está protegiendo, de sufrir consecuencias más negativas provocadas por la pandemia de la  ovid-19 o la crisis provocada por la invasión de Ucrania.

Las bajadas de impuestos solo benefician a los más pudientes, a aquellos que no necesitan los servicios públicos

Feijóo debe contar que con su bajada de impuestos los 3,4 millones de españoles que mantuvieron su empleo cobrando una prestación durante el tiempo que tuvieron que dejar de trabajar por la pandemia, gracias a la efectiva herramienta de los ERTEs, no hubieran estado protegidos. Muchos estarían hoy en la calle y miles de empresas habrían cerrado. Debe contar que con sus propuestas esas vacunas que nos han permitido hacer frente al virus y que hoy en día hace que hayamos vuelto a una cierta normalidad no hubieran sido posible, solo hubieran podido disponer de ellas los más pudientes, como ocurriría con otros muchos medicamente y tratamientos que salvan vidas y que tenemos disponibles para todos gracias a nuestro Estado del Bienestar y a la sanidad pública universal que se paga con los impuestos.

Con las bajadas de impuestos que defiende el “nuevo” líder popular esas mejoras ferroviarias que piden muchos territorios para tener las mismas oportunidades que el resto, no serían viables. Ni tampoco las becas que permiten que todos podamos acceder a la enseñanza superior independientemente de nuestros recursos económicos.

Ante estos discursos de la derecha, una advertencia para despistados: no se dejen engañar por aquellos que dicen que se pueden bajar impuestos y mantener los servicios públicos de calidad, justificándolo en que se pueden recortar otros gastos superfluos, es una gran mentira, a no ser que ellos consideren como gastos superfluos los que van destinados a garantizar la sanidad y la educación pública universal, entre muchos otros que forman parte de nuestro Estado del Bienestar.

No se dejen engañar por aquellos que dicen que se pueden bajar impuestos y mantener los servicios públicos de calidad

Los ciudadanos deben saber que la mayoría de los españoles, las clases medias y bajas, recibimos más a través de los servicios públicos de lo que pagamos a través de impuestos. Las bajadas de impuestos solo benefician a los más pudientes, a aquellos que no necesitan los servicios públicos.

Nuestro país necesita un debate sobre el modelo impositivo que tenemos y que necesita una revisión urgente, modelo que hasta ahora carga sobre las rentas del trabajo y deja con muy poca presión a las rentas del capital y los grandes beneficios empresariales. Pero este debate debe darse sin las trampas de trileros que suele utilizar habitualmente para esconder bajo el juego de la bolita sus verdaderas intenciones.