'Martín (H)' cumple 25 años

'Martín (H)' cumple 25 años

Si se ha situado en un lugar privilegiado en la historia cinematográfica es, sin duda, por sus cuatro protagonistas.

Póster de Martín (Hache).ALTA FILMS

Es difícil calificar una película cuyo visionado ha marcado nuestro devenir; una película en la que hemos habitado durante años y cuyas escenas atesoramos como experiencias personales. Complejo hablar del cine que trasciende la propia realidad.

Cuando se estrenó, Martín (H) tenía algo que la hacía diferente al cine coetáneo, algo que entroncaba con los ademanes de Bertrand Tavernier y de Ingmar Bergman, con ese afán suyo por contar la realidad con aceptación, pero sin indolencia. No era condescendiente, pero sí desprejuiciada, haciendo alarde de una libertad que colisionaba frontalmente con la corrección política.

De ella llamaba la atención la profundidad de unos diálogos que se distanciaban de la mera anécdota y que se introducían en el mundo de lo real. No era un texto manufacturado para vehicular la acción, era pura reflexión social. Incluso sus protagonistas eran rompedores; no en vano, aquel muchacho cohibido, Hache (Juan Diego Botto), de ojos profundos e insondables, estaba muy alejado de la realidad del cine de finales de los noventa, embebido en superproducciones titánicas, romances al uso y cine al por mayor.

Su historia no era muy diferente a las de otras, pero su enfoque la hizo verdaderamente heterodoxa. Martín (Federico Luppi) es un cineasta argentino afincado en Madrid. Divorciado y con dos hijos, recibe una llamada de Buenos Aires indicándole que el pequeño de ellos, Hache (Botto), ha intentado suicidarse. Martín acudirá a Argentina para verlo y, a su regreso, Hache vendrá con él. Aquí conocerá a la pareja de su padre, Alicia (Cecilia Roth), y al mejor amigo de ambos, Dante (Eusebio Poncela). Estos cuatro personajes conformarán una difícil familia que se dirimirá entre la aprobación y la rendición de cuentas, en un constante tira y afloja tan real como la vida misma.

Su historia no era muy diferente a las de otras, pero su enfoque la hizo verdaderamente heterodoxa

Narrada con sencillez y con soltura por Adolfo Aristarain, Martín (H) cumple veinticinco años manteniendo su frescura pese al paso del tiempo. Esto lo ha conseguido, indudablemente, porque ya nació como un producto extemporáneo, ajeno a cualquier encasillamiento espaciotemporal. Como Secretos de un matrimonio, Los cuatrocientos golpes o Cuentos de Tokio, Martín (H) posee una temporalidad diluida, que la hace comprensible en cualquier período y lugar de la historia.

Quizá porque los temas que maneja son tan profundamente universales como el desarraigo, la inmigración, la sexualidad, el capitalismo, la drogadicción, la juventud, la paternidad e incluso la lealtad. No hay diálogo sin resonancia ni puntada sin hilo en esta trama escrita por Adolfo Aristarain al alimón con Kathy Saavedra.

No obstante, si Martín (H) se ha situado en un lugar privilegiado en la historia cinematográfica es, sin duda, por sus cuatro protagonistas. La arrolladora fuerza interpretativa de todos ellos marida prodigiosamente dentro de un artefacto perfectamente ensamblado. Cuatro estilos distintos se confrontan en un tour de force inimaginable hoy en día, cuando los protagonistas adolescentes copan unas pantallas cada vez más puerilizadas.

Tiene Martín (H) la portentosa cualidad de que cada personaje amplifica el talento del otro de manera orgánica. La exuberancia de Dante (amén de la exquisita voz de Eusebio Poncela) da potencia y relieve a la tosquedad del personaje Luppi, quien, a su vez, permite que brille un joven Botto capaz de hipar con su precoz talento. Y, cómo no, todos ellos son iluminados por la siempre excelsa Cecilia Roth, uno de los personajes más excepcionales de la película. Alicia es un prodigio de creación interpretativa, una mujer en tensión constante, lo que no solo supone un reto actoral, sino que contribuye a subrayar la toxicidad de Martín, cuyo entorno se pliega inánime ante su autoridad.

Una obra en la que toda la humanidad está puesta al servicio de una película llamada a perdurar

Porque Dante, Hache y Alicia son tres almas que buscan consuelo, y lo encuentran en un hombre cuya incapacidad para vehicular saludablemente sus sentimientos aboca al grupo a un elevadísimo grado de autoexigencia. Nadie llega a los estándares de Martín, ni tan siquiera su hijo, abocado a perpetuar su nombre y a ser llamado Hache (de ‘hijo’) como señal inequívoca de pertenencia a la propiedad paterna.

Todos ellos son personajes profundamente reflexivos, casi teatrales que viven, sin embargo, en una película cuya puesta en escena y planteamiento visual son netamente cinematográficos. No es de extrañar que todo el equipo cosechara innumerables premios y galardones, como el Goya a Mejor Actriz para Cecilia Roth (amén del Premio Ondas, el Sant Jordi o el Cóndor de Plata), la Concha de Plata a Mejor Actor para Federico Luppi o el Sant Jordi y el Cóndor de Plata para Eusebio Poncela.

Quizá a la audiencia actual pueda sorprenderle que una cinta cuyo estilo naturalista, que responde a las reglas aristotélicas de narración y, en cierto modo, intelectual pueda resultar tan sorprendente, pero sin duda ese es el gran acierto de Martín (H): una obra en la que toda la humanidad está puesta al servicio de una película llamada a perdurar.

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Lucía Tello Díaz. Doctora y profesora universitaria de cine. Directora y guionista.