Las tuberías de aire comprimido bajo el suelo de Nueva York sirvieron para que las cartas viajaran a 60km/hora más de medio siglo
En la primera línea, de poco más de un kilómetro, se envió una Biblia envuelta en una bandera estadounidense y una copia de la Constitución de los Estados Unidos.
"Vivimos en la era de la velocidad. Cualquier cosa que acelere las cosas aumenta nuestra felicidad". Esta frase podría haber sido dicha por cualquier político actual, pero la pronunció el senador Chauncey M. Depew al inaugurar el envío del correo por tuberías neumáticas en Nueva York el 7 de octubre de 1897.
A finales del siglo XIX la ciudad neoyorkina experimentaba un crecimiento de vértigo, por lo que la oficina de correos de Manhattan se encontró con el problema de entregar el correo con la suficiente rapidez en una ciudad que crecía más rápido que sus propias calles. Para tratar de solventarlo, decidieron crear una red subterránea de tuberías de aire comprimido, según ha informado el medio Tekniikka&Talous.
En la primera línea, de poco más de un kilómetro, se envió una Biblia envuelta en una bandera estadounidense y una copia de la Constitución de los Estados Unidos. De vuelta llegó un ramos de violetas. La red de tuberías se expandió rápidamente con la inclusión de nuevas líneas que iban hacia West Harlem al oeste y al East Harlem al este.
Estas se excavaban a aproximadamente un metro de profundidad bajo las aceras y el tiempo que las cápsulas viajaban desde la oficina de correos principal en el extremo sur de Manhattan hasta Harlem era de unos 20 minutos. Además, construyó también una línea transversal a través de Manhattan, en la que las cápsulas podían lanzarse en cuatro minutos.
Otras dos líneas también recorrían el Puente de Brooklyn desde el bajo Manhattan hasta la oficina principal de correos en el lado de Brooklyn. En total, la red contaba con 43 kilómetros de tuberías que conectaban 23 oficinas de correos. En las oficinas receptoras, el correo era clasificado y entregado por un cartero tradicional.
Este sistema llegaba a transportar unos 95.00 envíos al día, aproximadamente el 30% de todo el correo entregado en Nueva York, y en cada cápsula cabían unas 600 cartas. Pero a medidas que los carruajes tirados por caballos desaparecían y el automóviel adquiría más popularidad, el correo neumático dejó de ser competitito y acabó desapareciendo poco más de medio siglo después. En 1953 se cerró por reformas y nunca volvió a utilizarse.