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Un hallazgo revela cuando llegaron los primeros gatos domésticos al país asiático que los considera símbolo de buena fortuna

Un hallazgo revela cuando llegaron los primeros gatos domésticos al país asiático que los considera símbolo de buena fortuna

Data de entre los años 706 y 883 d.C.

Un hallazgo revela cuando llegaron los primeros gatos domésticos al país asiático que los considera símbolo de buena fortuna

Data de entre los años 706 y 883 d.C.

Un hallazgo revela cuando llegaron los primeros gatos domésticos al país asiático que los considera símbolo de buena fortuna

Data de entre los años 706 y 883 d.C.

Un hallazgo revela cuando llegaron los primeros gatos domésticos al país asiático que los considera símbolo de buena fortuna

Data de entre los años 706 y 883 d.C.

Un hallazgo revela cuando llegaron los primeros gatos domésticos al país asiático que los considera símbolo de buena fortuna

Data de entre los años 706 y 883 d.C.

Dos gatos jugando en casa.Getty Images

Un nuevo estudio genético y arqueológico ha desmentido siglos de creencias y ha reescrito la historia felina de Asia Orienta. Según los expertos, los gatos domésticos no llegaron a China hasta el siglo VIII, cruzando el corazón del continente como parte del comercio de lujo en plena Ruta de la Seda.

Durante años se pensó que los gatos convivían con los chinos desde épocas tan remotas como la dinastía Han (206 a.C.–220 d.C.). Pero un análisis reciente de ADN antiguo en restos felinos hallados en 14 yacimientos arqueológicos del país ha revelado que el primer gato doméstico identificado en China data de entre los años 706 y 883 d.C., en plena era Tang.

El descubrimiento más antiguo proviene de la ciudad fortificada de Tongwan, en el noroeste del país, donde se señala que los gatos domésticos llegaron a China hace unos 1.400 años, no como simples mascotas, sino como obsequios exóticos para la élite imperial.

Un viajero de lujo con pelaje blanco

El animal analizado, un macho sano con pelaje claro y larga cola, llegó desde Asia Central. Su linaje genético coincide con el de un gato hallado en Kazajistán, lo que refuerza la hipótesis de que los primeros gatos cruzaron Asia a lomos de camellos, en jaulas de madera, como parte del tráfico de bienes de lujo de la Ruta de la Seda. 

Su estética, completamente blanca o con rayas muy claras, encajaba perfectamente con los cánones de belleza aristocráticos de la época. Durante siglos, el único felino que rondaba las aldeas chinas había sido el gato leopardo, un animal salvaje que cazaba roedores cerca de los cultivos. Aunque coexistía con los humanos, nunca fue domesticado del todo. 

Una sustitución silenciosa

Con la llegada de los Felis catus, la historia cambió. El nuevo gato no solo conquistó los hogares aristocráticos, sino también el arte, la poesía y el pensamiento filosófico, especialmente el taoísmo y el budismo, donde su actitud serena y su independencia fueron admiradas.

Curiosamente, el gato leopardo desaparece de los registros arqueológicos humanos a partir del siglo II, mucho antes de la llegada del gato doméstico. Y cuando este último apareció, lo reemplazó por completo. Una sustitución ecológica y cultural que transformó la relación del pueblo chino con los felinos.

Símbolo de refinamiento y buena fortuna

Los primeros gatos domésticos fueron tratados como huéspedes distinguidos en las casas nobles, donde incluso se realizaban rituales antes de recibirlos. Su presencia no solo embellecía el hogar, sino que, representaba estatus, sabiduría y buena fortuna. En las pinturas de la dinastía Tang y posteriores, los gatos blancos aparecen como figuras centrales, acompañando a poetas, damas o intelectuales.

Además, siglos después, los gatos blancos todavía siguen siendo muy apreciados en China, y aunque pocos conocen el viaje milenario que los trajo hasta allí, su simbolismo se ha arraigado profundamente en la cultura popular. La domesticación del gato en China no fue un fenómeno local, sino el resultado de siglos de intercambios, viajes y conexiones entre civilizaciones.

Un nuevo estudio genético y arqueológico ha desmentido siglos de creencias y ha reescrito la historia felina de Asia Orienta. Según los expertos, los gatos domésticos no llegaron a China hasta el siglo VIII, cruzando el corazón del continente como parte del comercio de lujo en plena Ruta de la Seda.

Durante años se pensó que los gatos convivían con los chinos desde épocas tan remotas como la dinastía Han (206 a.C.–220 d.C.). Pero un análisis reciente de ADN antiguo en restos felinos hallados en 14 yacimientos arqueológicos del país ha revelado que el primer gato doméstico identificado en China data de entre los años 706 y 883 d.C., en plena era Tang.

El descubrimiento más antiguo proviene de la ciudad fortificada de Tongwan, en el noroeste del país, donde se señala que los gatos domésticos llegaron a China hace unos 1.400 años, no como simples mascotas, sino como obsequios exóticos para la élite imperial.

Un viajero de lujo con pelaje blanco

El animal analizado, un macho sano con pelaje claro y larga cola, llegó desde Asia Central. Su linaje genético coincide con el de un gato hallado en Kazajistán, lo que refuerza la hipótesis de que los primeros gatos cruzaron Asia a lomos de camellos, en jaulas de madera, como parte del tráfico de bienes de lujo de la Ruta de la Seda. 

Su estética, completamente blanca o con rayas muy claras, encajaba perfectamente con los cánones de belleza aristocráticos de la época. Durante siglos, el único felino que rondaba las aldeas chinas había sido el gato leopardo, un animal salvaje que cazaba roedores cerca de los cultivos. Aunque coexistía con los humanos, nunca fue domesticado del todo. 

Una sustitución silenciosa

Con la llegada de los Felis catus, la historia cambió. El nuevo gato no solo conquistó los hogares aristocráticos, sino también el arte, la poesía y el pensamiento filosófico, especialmente el taoísmo y el budismo, donde su actitud serena y su independencia fueron admiradas.

Curiosamente, el gato leopardo desaparece de los registros arqueológicos humanos a partir del siglo II, mucho antes de la llegada del gato doméstico. Y cuando este último apareció, lo reemplazó por completo. Una sustitución ecológica y cultural que transformó la relación del pueblo chino con los felinos.

Símbolo de refinamiento y buena fortuna

Los primeros gatos domésticos fueron tratados como huéspedes distinguidos en las casas nobles, donde incluso se realizaban rituales antes de recibirlos. Su presencia no solo embellecía el hogar, sino que, representaba estatus, sabiduría y buena fortuna. En las pinturas de la dinastía Tang y posteriores, los gatos blancos aparecen como figuras centrales, acompañando a poetas, damas o intelectuales.

Además, siglos después, los gatos blancos todavía siguen siendo muy apreciados en China, y aunque pocos conocen el viaje milenario que los trajo hasta allí, su simbolismo se ha arraigado profundamente en la cultura popular. La domesticación del gato en China no fue un fenómeno local, sino el resultado de siglos de intercambios, viajes y conexiones entre civilizaciones.

Un nuevo estudio genético y arqueológico ha desmentido siglos de creencias y ha reescrito la historia felina de Asia Orienta. Según los expertos, los gatos domésticos no llegaron a China hasta el siglo VIII, cruzando el corazón del continente como parte del comercio de lujo en plena Ruta de la Seda.

Durante años se pensó que los gatos convivían con los chinos desde épocas tan remotas como la dinastía Han (206 a.C.–220 d.C.). Pero un análisis reciente de ADN antiguo en restos felinos hallados en 14 yacimientos arqueológicos del país ha revelado que el primer gato doméstico identificado en China data de entre los años 706 y 883 d.C., en plena era Tang.

El descubrimiento más antiguo proviene de la ciudad fortificada de Tongwan, en el noroeste del país, donde se señala que los gatos domésticos llegaron a China hace unos 1.400 años, no como simples mascotas, sino como obsequios exóticos para la élite imperial.

Un viajero de lujo con pelaje blanco

El animal analizado, un macho sano con pelaje claro y larga cola, llegó desde Asia Central. Su linaje genético coincide con el de un gato hallado en Kazajistán, lo que refuerza la hipótesis de que los primeros gatos cruzaron Asia a lomos de camellos, en jaulas de madera, como parte del tráfico de bienes de lujo de la Ruta de la Seda. 

Su estética, completamente blanca o con rayas muy claras, encajaba perfectamente con los cánones de belleza aristocráticos de la época. Durante siglos, el único felino que rondaba las aldeas chinas había sido el gato leopardo, un animal salvaje que cazaba roedores cerca de los cultivos. Aunque coexistía con los humanos, nunca fue domesticado del todo. 

Una sustitución silenciosa

Con la llegada de los Felis catus, la historia cambió. El nuevo gato no solo conquistó los hogares aristocráticos, sino también el arte, la poesía y el pensamiento filosófico, especialmente el taoísmo y el budismo, donde su actitud serena y su independencia fueron admiradas.

Curiosamente, el gato leopardo desaparece de los registros arqueológicos humanos a partir del siglo II, mucho antes de la llegada del gato doméstico. Y cuando este último apareció, lo reemplazó por completo. Una sustitución ecológica y cultural que transformó la relación del pueblo chino con los felinos.

Símbolo de refinamiento y buena fortuna

Los primeros gatos domésticos fueron tratados como huéspedes distinguidos en las casas nobles, donde incluso se realizaban rituales antes de recibirlos. Su presencia no solo embellecía el hogar, sino que, representaba estatus, sabiduría y buena fortuna. En las pinturas de la dinastía Tang y posteriores, los gatos blancos aparecen como figuras centrales, acompañando a poetas, damas o intelectuales.

Además, siglos después, los gatos blancos todavía siguen siendo muy apreciados en China, y aunque pocos conocen el viaje milenario que los trajo hasta allí, su simbolismo se ha arraigado profundamente en la cultura popular. La domesticación del gato en China no fue un fenómeno local, sino el resultado de siglos de intercambios, viajes y conexiones entre civilizaciones.

Un nuevo estudio genético y arqueológico ha desmentido siglos de creencias y ha reescrito la historia felina de Asia Orienta. Según los expertos, los gatos domésticos no llegaron a China hasta el siglo VIII, cruzando el corazón del continente como parte del comercio de lujo en plena Ruta de la Seda.

Durante años se pensó que los gatos convivían con los chinos desde épocas tan remotas como la dinastía Han (206 a.C.–220 d.C.). Pero un análisis reciente de ADN antiguo en restos felinos hallados en 14 yacimientos arqueológicos del país ha revelado que el primer gato doméstico identificado en China data de entre los años 706 y 883 d.C., en plena era Tang.

El descubrimiento más antiguo proviene de la ciudad fortificada de Tongwan, en el noroeste del país, donde se señala que los gatos domésticos llegaron a China hace unos 1.400 años, no como simples mascotas, sino como obsequios exóticos para la élite imperial.

Un viajero de lujo con pelaje blanco

El animal analizado, un macho sano con pelaje claro y larga cola, llegó desde Asia Central. Su linaje genético coincide con el de un gato hallado en Kazajistán, lo que refuerza la hipótesis de que los primeros gatos cruzaron Asia a lomos de camellos, en jaulas de madera, como parte del tráfico de bienes de lujo de la Ruta de la Seda. 

Su estética, completamente blanca o con rayas muy claras, encajaba perfectamente con los cánones de belleza aristocráticos de la época. Durante siglos, el único felino que rondaba las aldeas chinas había sido el gato leopardo, un animal salvaje que cazaba roedores cerca de los cultivos. Aunque coexistía con los humanos, nunca fue domesticado del todo. 

Una sustitución silenciosa

Con la llegada de los Felis catus, la historia cambió. El nuevo gato no solo conquistó los hogares aristocráticos, sino también el arte, la poesía y el pensamiento filosófico, especialmente el taoísmo y el budismo, donde su actitud serena y su independencia fueron admiradas.

Curiosamente, el gato leopardo desaparece de los registros arqueológicos humanos a partir del siglo II, mucho antes de la llegada del gato doméstico. Y cuando este último apareció, lo reemplazó por completo. Una sustitución ecológica y cultural que transformó la relación del pueblo chino con los felinos.

Símbolo de refinamiento y buena fortuna

Los primeros gatos domésticos fueron tratados como huéspedes distinguidos en las casas nobles, donde incluso se realizaban rituales antes de recibirlos. Su presencia no solo embellecía el hogar, sino que, representaba estatus, sabiduría y buena fortuna. En las pinturas de la dinastía Tang y posteriores, los gatos blancos aparecen como figuras centrales, acompañando a poetas, damas o intelectuales.

Además, siglos después, los gatos blancos todavía siguen siendo muy apreciados en China, y aunque pocos conocen el viaje milenario que los trajo hasta allí, su simbolismo se ha arraigado profundamente en la cultura popular. La domesticación del gato en China no fue un fenómeno local, sino el resultado de siglos de intercambios, viajes y conexiones entre civilizaciones.

Un nuevo estudio genético y arqueológico ha desmentido siglos de creencias y ha reescrito la historia felina de Asia Orienta. Según los expertos, los gatos domésticos no llegaron a China hasta el siglo VIII, cruzando el corazón del continente como parte del comercio de lujo en plena Ruta de la Seda.

Durante años se pensó que los gatos convivían con los chinos desde épocas tan remotas como la dinastía Han (206 a.C.–220 d.C.). Pero un análisis reciente de ADN antiguo en restos felinos hallados en 14 yacimientos arqueológicos del país ha revelado que el primer gato doméstico identificado en China data de entre los años 706 y 883 d.C., en plena era Tang.

El descubrimiento más antiguo proviene de la ciudad fortificada de Tongwan, en el noroeste del país, donde se señala que los gatos domésticos llegaron a China hace unos 1.400 años, no como simples mascotas, sino como obsequios exóticos para la élite imperial.

Un viajero de lujo con pelaje blanco

El animal analizado, un macho sano con pelaje claro y larga cola, llegó desde Asia Central. Su linaje genético coincide con el de un gato hallado en Kazajistán, lo que refuerza la hipótesis de que los primeros gatos cruzaron Asia a lomos de camellos, en jaulas de madera, como parte del tráfico de bienes de lujo de la Ruta de la Seda. 

Su estética, completamente blanca o con rayas muy claras, encajaba perfectamente con los cánones de belleza aristocráticos de la época. Durante siglos, el único felino que rondaba las aldeas chinas había sido el gato leopardo, un animal salvaje que cazaba roedores cerca de los cultivos. Aunque coexistía con los humanos, nunca fue domesticado del todo. 

Una sustitución silenciosa

Con la llegada de los Felis catus, la historia cambió. El nuevo gato no solo conquistó los hogares aristocráticos, sino también el arte, la poesía y el pensamiento filosófico, especialmente el taoísmo y el budismo, donde su actitud serena y su independencia fueron admiradas.

Curiosamente, el gato leopardo desaparece de los registros arqueológicos humanos a partir del siglo II, mucho antes de la llegada del gato doméstico. Y cuando este último apareció, lo reemplazó por completo. Una sustitución ecológica y cultural que transformó la relación del pueblo chino con los felinos.

Símbolo de refinamiento y buena fortuna

Los primeros gatos domésticos fueron tratados como huéspedes distinguidos en las casas nobles, donde incluso se realizaban rituales antes de recibirlos. Su presencia no solo embellecía el hogar, sino que, representaba estatus, sabiduría y buena fortuna. En las pinturas de la dinastía Tang y posteriores, los gatos blancos aparecen como figuras centrales, acompañando a poetas, damas o intelectuales.

Además, siglos después, los gatos blancos todavía siguen siendo muy apreciados en China, y aunque pocos conocen el viaje milenario que los trajo hasta allí, su simbolismo se ha arraigado profundamente en la cultura popular. La domesticación del gato en China no fue un fenómeno local, sino el resultado de siglos de intercambios, viajes y conexiones entre civilizaciones.

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

Sobre qué temas escribo

Tengo el privilegio de escribir sobre una amplia variedad de temas, con un enfoque que abarca tanto actualidad como estilo de vida. Escribo con la intención de contarte historias que te interesen y ofrecerte información que hagan tu vida un poco más fácil.


Te ayudo a no caer en estafas, te doy consejos de salud y cuidado personal, además de recomendaciones de destinos para tu próximo viaje.


Mis artículos son un surtido de historias curiosas, viajes, cultura, estilo de vida, naturaleza, ¡y mucho más! Mi objetivo es despertar tu curiosidad y acompañarte con lecturas útiles y entretenidas.

  

Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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