El país más asediado por llamadas comerciales junto a España se cansa y sus ciudadanos pasan a la acción: "Nos encanta hacerlos crujir"
Un jubilado ha registrado más de 2.400 llamadas en seis años y un humorista convierte en espectáculo la desesperación de los teleoperadores.

Los franceses han dicho basta. Junto a los españoles, están entre los ciudadanos de la UE que más llamadas de spam reciben al mes: entre 10 y 15 de media. Mientras la Asamblea Nacional ha aprobado una ley que limitan estas llamadas comerciales, exigiendo el previo consentimiento antes de contactar por teléfono, muchos han decidido tomar cartas en el asunto por su cuenta.
Algunos simplemente ignoran las llamadas o cuelgan, pero hay quienes han optado por hacer perder el tiempo a los teleoperadores. "Les dejamos hablar al aire. En un momento dado, se desesperan y acaban colgando", explica un hombre al canal francés TF1. Otro, en cambio, reconoce que todo se lo toma como un juego: "Me ha pasado varias veces que me llaman y empiezo a hacerles preguntas técnicas. Si me molestas, yo te lo devuelvo. Quizás así no me vuelvas a llamar ni guardes mi número".
El humorista Sous-côté, sin embargo, ha convertido el hartazgo en contenido viral. Con más de 65.000 seguidores en redes sociales, graba las conversaciones que tiene con los teleoperadores, a los que consigue desconcertar con respuestas inesperadas o preguntas sin sentido. "Me gusta hacerlos crujir, pero también hacerlos reír y sacarlos de sus guiones. Algunos, incluso me dicen que esperan salir en mi próximo vídeo", asegura.
Un jubilado con 2.400 llamadas a sus espaldas
Pero hay estrategias más metódicas. En la región de Bretaña, un jubilado harto de que las llamadas no deseadas fuesen continuas, decidió registrar todos los números que lo han contactado. "Este me ha llamado ocho veces en dos horas", comenta a la televisión gala mientras señala un documento en el que ha anotado más de 2.400 números diferentes.
Lejos de limitarse a llevar el registro, también ha encontrado su manera de vengarse: alargar las conversaciones hasta desesperar a los operadores. "Cuando llevamos 8 o 10 minutos hablando, le digo que, gracias a mí, ha evitado molestar a dos personas", explica. Su técnica se ha hecho tan popular que ha protagonizado un pódcast, donde comparte sus métodos para desquiciar a los comerciales con historias y preguntas absurdas.
En otros países han ido aún más lejos. En Reino Unido, algunas llamadas de spam se redirigen automáticamente a una inteligencia artificial disfrazada de entrañable anciana. Su récord: mantener a un operador al teléfono durante una hora con frases como "Oh, cómo pasa el tiempo". Un arma silenciosa, pero letal, contra el acoso telefónico.
