El matrimonio de reyes de España que luce en el monumento más antiguo de Barcelona
Conecta directamente a la ciudad con la monarquía española del siglo XVIII.
El matrimonio de reyes de España que luce en el monumento más antiguo de Barcelona
Conecta directamente a la ciudad con la monarquía española del siglo XVIII.
El matrimonio de reyes de España que luce en el monumento más antiguo de Barcelona
Conecta directamente a la ciudad con la monarquía española del siglo XVIII.
El matrimonio de reyes de España que luce en el monumento más antiguo de Barcelona
Conecta directamente a la ciudad con la monarquía española del siglo XVIII.
El matrimonio de reyes de España que luce en el monumento más antiguo de Barcelona
Conecta directamente a la ciudad con la monarquía española del siglo XVIII.
Barcelona es una ciudad repleta de monumentos y rincones históricos que narran su pasado a través del arte y la arquitectura. Sin embargo, hay una joya poco conocida que tiene el título de la estatua pública más antigua de la ciudad. Se trata de la Fuente de Hércules, una obra con más de dos siglos de historia que rinde homenaje al matrimonio real de Carlos IV y María Luisa de Parma.
Encargada entre 1797 y 1802 por el entonces Capitán General de Cataluña, Agustín Lancaster, la Fuente de Hércules fue diseñada para celebrar la visita del rey Carlos IV y su esposa, María Luisa de Parma, a Barcelona en 1802. Su presencia en la ciudad no fue casual ya que la pareja real asistió a la boda de su hijo, el futuro Fernando VII, con María Antonia de Nápoles.
Para conmemorar este evento, se ordenó la creación de la fuente al escultor Salvador Gurri y al marmolista Josep Moret. La obra formaba parte de un conjunto escultórico con temática mitológica que incluía representaciones de Forcis, una Nereida y la ninfa Aretusa, aunque con el tiempo estas figuras desaparecieron, dejando solo la estatua de Hércules como testigo de aquella época.
De un lado a otro
Aunque hoy en día la Fuente de Hércules se encuentra en la intersección del paseo de Sant Joan con la calle de Còrsega, este no fue su lugar original. Inicialmente, estaba ubicada en el paseo de la Esplanada, uno de los primeros jardines públicos de Barcelona, frente a la Ciutadella.
Sin embargo, los cambios urbanísticos que sufrió la ciudad durante el siglo XIX y la llegada de la Exposición Universal de 1888 marcaron el destino del monumento. Durante estos años, la fuente fue trasladada al Palacio de Bellas Artes, donde permaneció hasta 1929. Fue en esa fecha cuando, con la reorganización del paseo de Sant Joan, se decidió llevar la fuente a su ubicación actual.
Un rincón con valor patrimonial
En una ciudad donde predominan las grandes obras arquitectónicas, la Fuente de Hércules puede pasar desapercibida. Sin embargo, este monumento es una de las pocas piezas que conecta directamente a Barcelona con la monarquía española del siglo XVIII. La fuente es un punto de interés para quienes buscan explorar la historia de Barcelona más allá de Gaudí y el Gótico.
Barcelona es una ciudad repleta de monumentos y rincones históricos que narran su pasado a través del arte y la arquitectura. Sin embargo, hay una joya poco conocida que tiene el título de la estatua pública más antigua de la ciudad. Se trata de la Fuente de Hércules, una obra con más de dos siglos de historia que rinde homenaje al matrimonio real de Carlos IV y María Luisa de Parma.
Encargada entre 1797 y 1802 por el entonces Capitán General de Cataluña, Agustín Lancaster, la Fuente de Hércules fue diseñada para celebrar la visita del rey Carlos IV y su esposa, María Luisa de Parma, a Barcelona en 1802. Su presencia en la ciudad no fue casual ya que la pareja real asistió a la boda de su hijo, el futuro Fernando VII, con María Antonia de Nápoles.
Para conmemorar este evento, se ordenó la creación de la fuente al escultor Salvador Gurri y al marmolista Josep Moret. La obra formaba parte de un conjunto escultórico con temática mitológica que incluía representaciones de Forcis, una Nereida y la ninfa Aretusa, aunque con el tiempo estas figuras desaparecieron, dejando solo la estatua de Hércules como testigo de aquella época.
De un lado a otro
Aunque hoy en día la Fuente de Hércules se encuentra en la intersección del paseo de Sant Joan con la calle de Còrsega, este no fue su lugar original. Inicialmente, estaba ubicada en el paseo de la Esplanada, uno de los primeros jardines públicos de Barcelona, frente a la Ciutadella.
Sin embargo, los cambios urbanísticos que sufrió la ciudad durante el siglo XIX y la llegada de la Exposición Universal de 1888 marcaron el destino del monumento. Durante estos años, la fuente fue trasladada al Palacio de Bellas Artes, donde permaneció hasta 1929. Fue en esa fecha cuando, con la reorganización del paseo de Sant Joan, se decidió llevar la fuente a su ubicación actual.
Un rincón con valor patrimonial
En una ciudad donde predominan las grandes obras arquitectónicas, la Fuente de Hércules puede pasar desapercibida. Sin embargo, este monumento es una de las pocas piezas que conecta directamente a Barcelona con la monarquía española del siglo XVIII. La fuente es un punto de interés para quienes buscan explorar la historia de Barcelona más allá de Gaudí y el Gótico.
Barcelona es una ciudad repleta de monumentos y rincones históricos que narran su pasado a través del arte y la arquitectura. Sin embargo, hay una joya poco conocida que tiene el título de la estatua pública más antigua de la ciudad. Se trata de la Fuente de Hércules, una obra con más de dos siglos de historia que rinde homenaje al matrimonio real de Carlos IV y María Luisa de Parma.
Encargada entre 1797 y 1802 por el entonces Capitán General de Cataluña, Agustín Lancaster, la Fuente de Hércules fue diseñada para celebrar la visita del rey Carlos IV y su esposa, María Luisa de Parma, a Barcelona en 1802. Su presencia en la ciudad no fue casual ya que la pareja real asistió a la boda de su hijo, el futuro Fernando VII, con María Antonia de Nápoles.
Para conmemorar este evento, se ordenó la creación de la fuente al escultor Salvador Gurri y al marmolista Josep Moret. La obra formaba parte de un conjunto escultórico con temática mitológica que incluía representaciones de Forcis, una Nereida y la ninfa Aretusa, aunque con el tiempo estas figuras desaparecieron, dejando solo la estatua de Hércules como testigo de aquella época.
De un lado a otro
Aunque hoy en día la Fuente de Hércules se encuentra en la intersección del paseo de Sant Joan con la calle de Còrsega, este no fue su lugar original. Inicialmente, estaba ubicada en el paseo de la Esplanada, uno de los primeros jardines públicos de Barcelona, frente a la Ciutadella.
Sin embargo, los cambios urbanísticos que sufrió la ciudad durante el siglo XIX y la llegada de la Exposición Universal de 1888 marcaron el destino del monumento. Durante estos años, la fuente fue trasladada al Palacio de Bellas Artes, donde permaneció hasta 1929. Fue en esa fecha cuando, con la reorganización del paseo de Sant Joan, se decidió llevar la fuente a su ubicación actual.
Un rincón con valor patrimonial
En una ciudad donde predominan las grandes obras arquitectónicas, la Fuente de Hércules puede pasar desapercibida. Sin embargo, este monumento es una de las pocas piezas que conecta directamente a Barcelona con la monarquía española del siglo XVIII. La fuente es un punto de interés para quienes buscan explorar la historia de Barcelona más allá de Gaudí y el Gótico.
Barcelona es una ciudad repleta de monumentos y rincones históricos que narran su pasado a través del arte y la arquitectura. Sin embargo, hay una joya poco conocida que tiene el título de la estatua pública más antigua de la ciudad. Se trata de la Fuente de Hércules, una obra con más de dos siglos de historia que rinde homenaje al matrimonio real de Carlos IV y María Luisa de Parma.
Encargada entre 1797 y 1802 por el entonces Capitán General de Cataluña, Agustín Lancaster, la Fuente de Hércules fue diseñada para celebrar la visita del rey Carlos IV y su esposa, María Luisa de Parma, a Barcelona en 1802. Su presencia en la ciudad no fue casual ya que la pareja real asistió a la boda de su hijo, el futuro Fernando VII, con María Antonia de Nápoles.
Para conmemorar este evento, se ordenó la creación de la fuente al escultor Salvador Gurri y al marmolista Josep Moret. La obra formaba parte de un conjunto escultórico con temática mitológica que incluía representaciones de Forcis, una Nereida y la ninfa Aretusa, aunque con el tiempo estas figuras desaparecieron, dejando solo la estatua de Hércules como testigo de aquella época.
De un lado a otro
Aunque hoy en día la Fuente de Hércules se encuentra en la intersección del paseo de Sant Joan con la calle de Còrsega, este no fue su lugar original. Inicialmente, estaba ubicada en el paseo de la Esplanada, uno de los primeros jardines públicos de Barcelona, frente a la Ciutadella.
Sin embargo, los cambios urbanísticos que sufrió la ciudad durante el siglo XIX y la llegada de la Exposición Universal de 1888 marcaron el destino del monumento. Durante estos años, la fuente fue trasladada al Palacio de Bellas Artes, donde permaneció hasta 1929. Fue en esa fecha cuando, con la reorganización del paseo de Sant Joan, se decidió llevar la fuente a su ubicación actual.
Un rincón con valor patrimonial
En una ciudad donde predominan las grandes obras arquitectónicas, la Fuente de Hércules puede pasar desapercibida. Sin embargo, este monumento es una de las pocas piezas que conecta directamente a Barcelona con la monarquía española del siglo XVIII. La fuente es un punto de interés para quienes buscan explorar la historia de Barcelona más allá de Gaudí y el Gótico.
Barcelona es una ciudad repleta de monumentos y rincones históricos que narran su pasado a través del arte y la arquitectura. Sin embargo, hay una joya poco conocida que tiene el título de la estatua pública más antigua de la ciudad. Se trata de la Fuente de Hércules, una obra con más de dos siglos de historia que rinde homenaje al matrimonio real de Carlos IV y María Luisa de Parma.
Encargada entre 1797 y 1802 por el entonces Capitán General de Cataluña, Agustín Lancaster, la Fuente de Hércules fue diseñada para celebrar la visita del rey Carlos IV y su esposa, María Luisa de Parma, a Barcelona en 1802. Su presencia en la ciudad no fue casual ya que la pareja real asistió a la boda de su hijo, el futuro Fernando VII, con María Antonia de Nápoles.
Para conmemorar este evento, se ordenó la creación de la fuente al escultor Salvador Gurri y al marmolista Josep Moret. La obra formaba parte de un conjunto escultórico con temática mitológica que incluía representaciones de Forcis, una Nereida y la ninfa Aretusa, aunque con el tiempo estas figuras desaparecieron, dejando solo la estatua de Hércules como testigo de aquella época.
De un lado a otro
Aunque hoy en día la Fuente de Hércules se encuentra en la intersección del paseo de Sant Joan con la calle de Còrsega, este no fue su lugar original. Inicialmente, estaba ubicada en el paseo de la Esplanada, uno de los primeros jardines públicos de Barcelona, frente a la Ciutadella.
Sin embargo, los cambios urbanísticos que sufrió la ciudad durante el siglo XIX y la llegada de la Exposición Universal de 1888 marcaron el destino del monumento. Durante estos años, la fuente fue trasladada al Palacio de Bellas Artes, donde permaneció hasta 1929. Fue en esa fecha cuando, con la reorganización del paseo de Sant Joan, se decidió llevar la fuente a su ubicación actual.
Un rincón con valor patrimonial
En una ciudad donde predominan las grandes obras arquitectónicas, la Fuente de Hércules puede pasar desapercibida. Sin embargo, este monumento es una de las pocas piezas que conecta directamente a Barcelona con la monarquía española del siglo XVIII. La fuente es un punto de interés para quienes buscan explorar la historia de Barcelona más allá de Gaudí y el Gótico.