La leyenda alrededor del soldado del Imperio español que se 'teletransportó' a México
Pasó dos meses encerrado en prisión.
La leyenda alrededor del soldado del Imperio español que se 'teletransportó' a México
Pasó dos meses encerrado en prisión.
La leyenda alrededor del soldado del Imperio español que se 'teletransportó' a México
Pasó dos meses encerrado en prisión.
La leyenda alrededor del soldado del Imperio español que se 'teletransportó' a México
Pasó dos meses encerrado en prisión.
La leyenda alrededor del soldado del Imperio español que se 'teletransportó' a México
Pasó dos meses encerrado en prisión.

Las historias sobre fenómenos inexplicables, como la teletransportación, ha cautivado a lo largo de los siglos a los más curiosos. Aunque muchos consideran estos relatos como meras leyendas, hay casos que han logrado mantenerse vivos tras el paso del tiempo. Uno de los más sorprendentes es del soldado español Gil Pérez, quien, según cuenta la historia, se durmió en Filipinas y despertó, sin explicación alguna, en la Ciudad de México.
Era la noche del 24 de octubre de 1593 cuando Gil Pérez se encontraba de guardia en la plaza de armas de Manila, Filipinas. El cansancio lo venció tras una semana agotadora, especialmente después de haber participado en la ejecución del gobernador de Filipinas, Gómez Pérez das Mariñas y Ribadeneira.
Confiado en que nadie lo notaría, el soldado se apoyó contra una pared y cerró los ojos para descansar unos minutos. Lo que sucedió después desafía cualquier explicación lógica pues cuando los abrió, se encontró en un lugar desconocido donde el paisaje, la arquitectura y el ambiente no coincidían con Manila.
De Filipinas a Ciudad de México
Tras despertarse Gil, desconcertado, comenzó a deambular por las calles hasta ser interceptado por soldados que, al notar su confusión y su inusual uniforme, lo interrogaron. Pérez, aún aturdido, explicó que era un soldado español al servicio del Imperio en Filipinas y que necesitaba saber dónde estaba. La respuesta lo dejó sin palabras ya que le dijeron que se encontraba en México.
Los soldados que lo detuvieron no creyeron en su historia y, al verlo desorientado y sin documentos que justificaron su presencia en la Nueva España, lo arrestaron. Las autoridades virreinales lo interrogaron durante días, sospechando que era un desertor o, peor aún, un servidor del demonio. Pérez insistió en su versión de los hechos, asegurando que, momentos antes, había estado en Filipinas y no tenía idea de cómo había llegado a México. Su historia fue considerada absurda y pasó dos meses encerrado en prisión.
Un hecho inexplicable
Sin embargo, la noticia de este extraño prisionero comenzó a circular entre la población y llegó hasta Filipinas. Un barco que viajaba a México llevó la noticia de que, efectivamente, Gil Pérez era un soldado registrado en Manila y que su desaparición había sido un misterio. En la embarcación también venía otro soldado español que, al ver a Pérez, lo reconoció de inmediato y confirmó su identidad.
Ante las pruebas, las autoridades de la Nueva España no tuvieron más remedio que dejarlo en libertad. El soldado regresó a Filipinas, pero su historia se convirtió en un enigma que aún hoy sigue sin explicación. Muchos en aquella época vieron su caso como un acto diabólico, mientras que otros lo tomaron como una prueba de la existencia de la teletransportación o incluso de realidades alternas.
Las historias sobre fenómenos inexplicables, como la teletransportación, ha cautivado a lo largo de los siglos a los más curiosos. Aunque muchos consideran estos relatos como meras leyendas, hay casos que han logrado mantenerse vivos tras el paso del tiempo. Uno de los más sorprendentes es del soldado español Gil Pérez, quien, según cuenta la historia, se durmió en Filipinas y despertó, sin explicación alguna, en la Ciudad de México.
Era la noche del 24 de octubre de 1593 cuando Gil Pérez se encontraba de guardia en la plaza de armas de Manila, Filipinas. El cansancio lo venció tras una semana agotadora, especialmente después de haber participado en la ejecución del gobernador de Filipinas, Gómez Pérez das Mariñas y Ribadeneira.
Confiado en que nadie lo notaría, el soldado se apoyó contra una pared y cerró los ojos para descansar unos minutos. Lo que sucedió después desafía cualquier explicación lógica pues cuando los abrió, se encontró en un lugar desconocido donde el paisaje, la arquitectura y el ambiente no coincidían con Manila.
De Filipinas a Ciudad de México
Tras despertarse Gil, desconcertado, comenzó a deambular por las calles hasta ser interceptado por soldados que, al notar su confusión y su inusual uniforme, lo interrogaron. Pérez, aún aturdido, explicó que era un soldado español al servicio del Imperio en Filipinas y que necesitaba saber dónde estaba. La respuesta lo dejó sin palabras ya que le dijeron que se encontraba en México.
Los soldados que lo detuvieron no creyeron en su historia y, al verlo desorientado y sin documentos que justificaron su presencia en la Nueva España, lo arrestaron. Las autoridades virreinales lo interrogaron durante días, sospechando que era un desertor o, peor aún, un servidor del demonio. Pérez insistió en su versión de los hechos, asegurando que, momentos antes, había estado en Filipinas y no tenía idea de cómo había llegado a México. Su historia fue considerada absurda y pasó dos meses encerrado en prisión.
Un hecho inexplicable
Sin embargo, la noticia de este extraño prisionero comenzó a circular entre la población y llegó hasta Filipinas. Un barco que viajaba a México llevó la noticia de que, efectivamente, Gil Pérez era un soldado registrado en Manila y que su desaparición había sido un misterio. En la embarcación también venía otro soldado español que, al ver a Pérez, lo reconoció de inmediato y confirmó su identidad.
Ante las pruebas, las autoridades de la Nueva España no tuvieron más remedio que dejarlo en libertad. El soldado regresó a Filipinas, pero su historia se convirtió en un enigma que aún hoy sigue sin explicación. Muchos en aquella época vieron su caso como un acto diabólico, mientras que otros lo tomaron como una prueba de la existencia de la teletransportación o incluso de realidades alternas.
Las historias sobre fenómenos inexplicables, como la teletransportación, ha cautivado a lo largo de los siglos a los más curiosos. Aunque muchos consideran estos relatos como meras leyendas, hay casos que han logrado mantenerse vivos tras el paso del tiempo. Uno de los más sorprendentes es del soldado español Gil Pérez, quien, según cuenta la historia, se durmió en Filipinas y despertó, sin explicación alguna, en la Ciudad de México.
Era la noche del 24 de octubre de 1593 cuando Gil Pérez se encontraba de guardia en la plaza de armas de Manila, Filipinas. El cansancio lo venció tras una semana agotadora, especialmente después de haber participado en la ejecución del gobernador de Filipinas, Gómez Pérez das Mariñas y Ribadeneira.
Confiado en que nadie lo notaría, el soldado se apoyó contra una pared y cerró los ojos para descansar unos minutos. Lo que sucedió después desafía cualquier explicación lógica pues cuando los abrió, se encontró en un lugar desconocido donde el paisaje, la arquitectura y el ambiente no coincidían con Manila.
De Filipinas a Ciudad de México
Tras despertarse Gil, desconcertado, comenzó a deambular por las calles hasta ser interceptado por soldados que, al notar su confusión y su inusual uniforme, lo interrogaron. Pérez, aún aturdido, explicó que era un soldado español al servicio del Imperio en Filipinas y que necesitaba saber dónde estaba. La respuesta lo dejó sin palabras ya que le dijeron que se encontraba en México.
Los soldados que lo detuvieron no creyeron en su historia y, al verlo desorientado y sin documentos que justificaron su presencia en la Nueva España, lo arrestaron. Las autoridades virreinales lo interrogaron durante días, sospechando que era un desertor o, peor aún, un servidor del demonio. Pérez insistió en su versión de los hechos, asegurando que, momentos antes, había estado en Filipinas y no tenía idea de cómo había llegado a México. Su historia fue considerada absurda y pasó dos meses encerrado en prisión.
Un hecho inexplicable
Sin embargo, la noticia de este extraño prisionero comenzó a circular entre la población y llegó hasta Filipinas. Un barco que viajaba a México llevó la noticia de que, efectivamente, Gil Pérez era un soldado registrado en Manila y que su desaparición había sido un misterio. En la embarcación también venía otro soldado español que, al ver a Pérez, lo reconoció de inmediato y confirmó su identidad.
Ante las pruebas, las autoridades de la Nueva España no tuvieron más remedio que dejarlo en libertad. El soldado regresó a Filipinas, pero su historia se convirtió en un enigma que aún hoy sigue sin explicación. Muchos en aquella época vieron su caso como un acto diabólico, mientras que otros lo tomaron como una prueba de la existencia de la teletransportación o incluso de realidades alternas.
Las historias sobre fenómenos inexplicables, como la teletransportación, ha cautivado a lo largo de los siglos a los más curiosos. Aunque muchos consideran estos relatos como meras leyendas, hay casos que han logrado mantenerse vivos tras el paso del tiempo. Uno de los más sorprendentes es del soldado español Gil Pérez, quien, según cuenta la historia, se durmió en Filipinas y despertó, sin explicación alguna, en la Ciudad de México.
Era la noche del 24 de octubre de 1593 cuando Gil Pérez se encontraba de guardia en la plaza de armas de Manila, Filipinas. El cansancio lo venció tras una semana agotadora, especialmente después de haber participado en la ejecución del gobernador de Filipinas, Gómez Pérez das Mariñas y Ribadeneira.
Confiado en que nadie lo notaría, el soldado se apoyó contra una pared y cerró los ojos para descansar unos minutos. Lo que sucedió después desafía cualquier explicación lógica pues cuando los abrió, se encontró en un lugar desconocido donde el paisaje, la arquitectura y el ambiente no coincidían con Manila.
De Filipinas a Ciudad de México
Tras despertarse Gil, desconcertado, comenzó a deambular por las calles hasta ser interceptado por soldados que, al notar su confusión y su inusual uniforme, lo interrogaron. Pérez, aún aturdido, explicó que era un soldado español al servicio del Imperio en Filipinas y que necesitaba saber dónde estaba. La respuesta lo dejó sin palabras ya que le dijeron que se encontraba en México.
Los soldados que lo detuvieron no creyeron en su historia y, al verlo desorientado y sin documentos que justificaron su presencia en la Nueva España, lo arrestaron. Las autoridades virreinales lo interrogaron durante días, sospechando que era un desertor o, peor aún, un servidor del demonio. Pérez insistió en su versión de los hechos, asegurando que, momentos antes, había estado en Filipinas y no tenía idea de cómo había llegado a México. Su historia fue considerada absurda y pasó dos meses encerrado en prisión.
Un hecho inexplicable
Sin embargo, la noticia de este extraño prisionero comenzó a circular entre la población y llegó hasta Filipinas. Un barco que viajaba a México llevó la noticia de que, efectivamente, Gil Pérez era un soldado registrado en Manila y que su desaparición había sido un misterio. En la embarcación también venía otro soldado español que, al ver a Pérez, lo reconoció de inmediato y confirmó su identidad.
Ante las pruebas, las autoridades de la Nueva España no tuvieron más remedio que dejarlo en libertad. El soldado regresó a Filipinas, pero su historia se convirtió en un enigma que aún hoy sigue sin explicación. Muchos en aquella época vieron su caso como un acto diabólico, mientras que otros lo tomaron como una prueba de la existencia de la teletransportación o incluso de realidades alternas.
Las historias sobre fenómenos inexplicables, como la teletransportación, ha cautivado a lo largo de los siglos a los más curiosos. Aunque muchos consideran estos relatos como meras leyendas, hay casos que han logrado mantenerse vivos tras el paso del tiempo. Uno de los más sorprendentes es del soldado español Gil Pérez, quien, según cuenta la historia, se durmió en Filipinas y despertó, sin explicación alguna, en la Ciudad de México.
Era la noche del 24 de octubre de 1593 cuando Gil Pérez se encontraba de guardia en la plaza de armas de Manila, Filipinas. El cansancio lo venció tras una semana agotadora, especialmente después de haber participado en la ejecución del gobernador de Filipinas, Gómez Pérez das Mariñas y Ribadeneira.
Confiado en que nadie lo notaría, el soldado se apoyó contra una pared y cerró los ojos para descansar unos minutos. Lo que sucedió después desafía cualquier explicación lógica pues cuando los abrió, se encontró en un lugar desconocido donde el paisaje, la arquitectura y el ambiente no coincidían con Manila.
De Filipinas a Ciudad de México
Tras despertarse Gil, desconcertado, comenzó a deambular por las calles hasta ser interceptado por soldados que, al notar su confusión y su inusual uniforme, lo interrogaron. Pérez, aún aturdido, explicó que era un soldado español al servicio del Imperio en Filipinas y que necesitaba saber dónde estaba. La respuesta lo dejó sin palabras ya que le dijeron que se encontraba en México.
Los soldados que lo detuvieron no creyeron en su historia y, al verlo desorientado y sin documentos que justificaron su presencia en la Nueva España, lo arrestaron. Las autoridades virreinales lo interrogaron durante días, sospechando que era un desertor o, peor aún, un servidor del demonio. Pérez insistió en su versión de los hechos, asegurando que, momentos antes, había estado en Filipinas y no tenía idea de cómo había llegado a México. Su historia fue considerada absurda y pasó dos meses encerrado en prisión.
Un hecho inexplicable
Sin embargo, la noticia de este extraño prisionero comenzó a circular entre la población y llegó hasta Filipinas. Un barco que viajaba a México llevó la noticia de que, efectivamente, Gil Pérez era un soldado registrado en Manila y que su desaparición había sido un misterio. En la embarcación también venía otro soldado español que, al ver a Pérez, lo reconoció de inmediato y confirmó su identidad.
Ante las pruebas, las autoridades de la Nueva España no tuvieron más remedio que dejarlo en libertad. El soldado regresó a Filipinas, pero su historia se convirtió en un enigma que aún hoy sigue sin explicación. Muchos en aquella época vieron su caso como un acto diabólico, mientras que otros lo tomaron como una prueba de la existencia de la teletransportación o incluso de realidades alternas.
