La opinión muy formada que Robert Redford tenía sobre España
El actor, fallecido a los 89 años, guardaba un vínculo especial con Mallorca, donde soñó con ser pintor y terminó educando a sus hijos entre pescadores

Robert Redford murió el martes a los 89 años mientras dormía plácidamente en su casa de Provo (Utah), una despedida tranquila para alguien que vivió entre rodajes de película frenéticos, alfombras rojas y la etiqueta de galán eterno que jamás fue capaz de quitarse de encima. Pero lo que posiblemente recuerden solo unos pocos es que el chico rubio de Hollywood tuvo también un idilio mediterráneo: España fue su refugio, su escape y hasta el escenario de un intento fallido de reinvención artística.
El americano que quería ser pintor
“Vine aquí por primera vez con 19 años. Estaba estudiando una carrera, quería ser artista y vine a España”, reconoció durante un viaje a Madrid para la presentación del Festival de Sundance. Nada de westerns ni atracos al tren del dinero: el plan era pintar cuadros bajo el sol, en Mallorca. Así que Redford se instaló en Alcúdia, Palma de Mallorca, convencido de que iba a descubrir al artista que habitaba en él. No lo encontró, pero sí descubrió que el mar Mediterráneo servía para algo más útil: desconectar de Hollywood y educar a sus hijos lejos del ruido.
El rodaje en Múnich del la película Situación desesperada, pero menos fue la gota que colmó el vaso. Harto de sus compañeros y de un guion que no había por dónde cogerlo, Redford escribió en su diario —según la revista Vanity Fair—: “Espero llegar a España y alquilar una casa donde, con mucha suerte, se acaben las horas de insomnio y presión, los nervios innecesarios y la ansiedad”. Así que, acompañado de su familia, se plantó en Can Pastilla. La paz, sin embargo, duró poco: un cartel publicitario tapaba las vistas al mar y la postal mediterránea había perdido toda la gracia. Tocaba hacer las maletas otra vez.
Mallorca como manual de evasión
En Puerto de Alcúdia , Robert Redford encontró lo que buscaba: un pueblo pesquero, la tranquilidad que ansiaba y una oportunidad de que sus hijos crecieran entre otra cultura. “Nos quedamos en Puerto Alcúdia, un pequeño pueblo de pescadores. Fue genial, porque quería que mis hijos se educaran en contacto con otras culturas”, contó después. Entre pinceles, lecturas y paseos por la playa, se fabricó una vida alternativa. Casi idílica.
Pero claro, la luna de miel del Mediterráneo tenía fecha de caducidad. Como recuerda el Majorca Daily Bulletin, en 1966 tuvo que volver a Hollywood por compromisos laborales y, ese mismo año, se dejó caer por Málaga, donde alquiló una casita entre la Sierra de Mijas y Fuengirola, en la que siguió soñando con el sur de España mientras rodaba Un Largo Adiós y The Human Pack.
La conclusión, la dejó escrita él mismo: “Fue maravilloso, siempre que consiguiera convencerme de que iba a durar”. Pero no lo hizo. Robert Redford, además de icono del cine, se llevó a la tumba una idea muy formada de España: aquí uno podía querer ser pintor, huir del insomnio hollywoodiense y, al menos durante un rato, vivir convencido de que el Mediterráneo podía salvarte de casi todo.
