La terrorífica isla plagada de muñecas rotas que reúne a los amantes de lo paranormal
Se encuentra en México.
En medio de los canales de Xochimilco, uno de los rincones más emblemáticos de la capital mexicana, se esconde un lugar tan peculiar, que incluso llega a ser perturbador. Se trata de la Isla de las Muñecas, un enclave que atrae a miles de curiosos, investigadores y amantes de lo paranormal que buscan vivir una experiencia fuera de lo común.
Cubierta por una espesa vegetación y rodeada por aguas tranquilas, la isla debe su fama a las miles de muñecas rotas, envejecidas y cubiertas de polvo que cuelgan de los árboles. Algunas tienen los ojos vacíos, otras conservan trozos de ropa, y todas parecen observar en silencio a los visitantes que se atreven a pisar este inquietante territorio.
Un viaje al misterio
Llegar hasta la isla no es tarea sencilla. Los turistas deben embarcarse en una trajinera, una barca tradicional de fondo plano, y navegar durante casi hora y media por los canales de Xochimilco. Según el propio ayuntamiento, es "una experiencia grata y un paseo por los distantes y tranquilos canales navegables de Xochimilco".
Sin embargo, muchos remeros se niegan a realizar el trayecto, debido a las historias y leyendas del lugar. Y no es para menos, ya que el ambiente sombrío que envuelve la zona parece intensificarse conforme uno se aproxima al destino.
Según el National Geographic, nada más desembarcar, el visitante se enfrenta a una escena digna de una película de terror: centenares de muñecas colgando de los árboles, balanceándose con el viento, algunas sin cabeza, otras con la mirada perdida. Pero lo más estremecedor no son las muñecas en sí, sino la historia que dio origen a esta macabra tradición.
La leyenda
Para entender el misterio de la isla, hay que remontarse a la década de 1950. Julián Santana, un agricultor que decidió vivir en soledad en una pequeña isla del canal, encontró un día el cuerpo de una niña ahogada entre los lirios del agua.
Poco después, halló una muñeca flotando cerca del lugar donde apareció el cadáver. Convencido de que el espíritu de la niña lo perseguía, Santana comenzó a colgar muñecas de los árboles para ahuyentar los malos espíritus y proteger su hogar.
Con el tiempo, su obsesión creció. Recolectaba muñecas rotas de la basura, las reparaba y las colgaba por toda la isla. Según su sobrino Anastasio, Julián aseguraba escuchar lamentos y pasos por la noche. Algunos vecinos incluso afirmaban verlo conversar con las muñecas, convencido de que estaban poseídas por almas en pena.
En 2001, Julián Santana fue encontrado muerto en el mismo lugar donde años antes apareció la niña ahogada. La autopsia determinó un ataque al corazón, pero para muchos, su muerte selló para siempre la maldición del lugar.