No solo dormir: esto es todo lo que se hacía en un dormitorio en la Edad Media
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No solo dormir: esto es todo lo que se hacía en un dormitorio en la Edad Media

Era un espacio que se usaba para recibir visitas e incluso planear asesinatos.

No solo dormir: esto es todo lo que se hacía en un dormitorio en la Edad Media

Era un espacio que se usaba para recibir visitas e incluso planear asesinatos.

No solo dormir: esto es todo lo que se hacía en un dormitorio en la Edad Media

Era un espacio que se usaba para recibir visitas e incluso planear asesinatos.

No solo dormir: esto es todo lo que se hacía en un dormitorio en la Edad Media

Era un espacio que se usaba para recibir visitas e incluso planear asesinatos.

No solo dormir: esto es todo lo que se hacía en un dormitorio en la Edad Media

Era un espacio que se usaba para recibir visitas e incluso planear asesinatos.

Ilustración medieval que representa a Christine de Pisan presentando el manuscrito a Isabel de BavieraCorbis via Getty Images

A lo largo de la historia, nuestras formas de relacionarnos, nuestras costumbres y nuestra manera de vivir han experimentado considerables cambios. Si comparamos la actualidad con la Edad Media, encontramos grandes contrastes, incluso en los espacios más íntimos de nuestros hogares. Por ejemplo, mientras que hoy el salón y la cocina son los epicentros de la vida social, en épocas pasadas el dormitorio era el corazón de la casa.

En la Edad Media, el dormitorio era mucho más que un espacio para dormir; era el centro de la vida cotidiana, independientemente del estatus social. Se usaba para cocinar, gracias a una chimenea que mantenía caliente la estancia. Ahí se calentaban las comidas que se disfrutaban en este mismo cuarto, donde se disponían aparadores, estanterías y mesas desmontables. 

Durante la noche, la chimenea y las velas se apagaban por el riesgo de incendios, y las bajas temperaturas nocturnas se combatían con mantas, pieles y una gorra de tela blanca, indispensable para resguardarse del aire frío que se colaba por las ventanas.

Más allá del ámbito familiar

El dormitorio también era el espacio ideal para recibir visitas. A los invitados se les ofrecía una estancia cálida y acogedora, donde podían relajarse en bancos o cómodas con cojines. Lo normal era pasar horas conversando, jugando al ajedrez, o tratando asuntos importantes. 

En el caso de la realeza, esta habitación podía adquirir una función mucho más pública, convirtiéndose en una verdadera sala de audiencias. Carlos VI de Valois, por ejemplo, recibía a sus consejeros en un lujoso dormitorio destinado a ceremonias oficiales, donde una "cama de desfile", símbolo de su poder, compartía espacio con los tronos y las mesas de negociación. En esta habitación, adornada con tapices y muebles de exquisito diseño, se discutían los asuntos más importantes del reino."

El dormitorio medieval era también un espacio de intriga. La cama, símbolo de estatus social, se rodeaba de lujo y complejidad, ya que además de dormir en ella se utilizaba para sellar alianzas y, en ocasiones, hasta planear asesinatos. Por tanto, no es de extrañar que en la literatura medieval como las novelas de Boccaccio, otorguen a la cama una importancia central, convirtiéndola en el escenario de los amores más apasionados, las traiciones más crueles y las negociaciones más secretas."

A lo largo de la historia, nuestras formas de relacionarnos, nuestras costumbres y nuestra manera de vivir han experimentado considerables cambios. Si comparamos la actualidad con la Edad Media, encontramos grandes contrastes, incluso en los espacios más íntimos de nuestros hogares. Por ejemplo, mientras que hoy el salón y la cocina son los epicentros de la vida social, en épocas pasadas el dormitorio era el corazón de la casa.

En la Edad Media, el dormitorio era mucho más que un espacio para dormir; era el centro de la vida cotidiana, independientemente del estatus social. Se usaba para cocinar, gracias a una chimenea que mantenía caliente la estancia. Ahí se calentaban las comidas que se disfrutaban en este mismo cuarto, donde se disponían aparadores, estanterías y mesas desmontables. 

Durante la noche, la chimenea y las velas se apagaban por el riesgo de incendios, y las bajas temperaturas nocturnas se combatían con mantas, pieles y una gorra de tela blanca, indispensable para resguardarse del aire frío que se colaba por las ventanas.

Más allá del ámbito familiar

El dormitorio también era el espacio ideal para recibir visitas. A los invitados se les ofrecía una estancia cálida y acogedora, donde podían relajarse en bancos o cómodas con cojines. Lo normal era pasar horas conversando, jugando al ajedrez, o tratando asuntos importantes. 

En el caso de la realeza, esta habitación podía adquirir una función mucho más pública, convirtiéndose en una verdadera sala de audiencias. Carlos VI de Valois, por ejemplo, recibía a sus consejeros en un lujoso dormitorio destinado a ceremonias oficiales, donde una "cama de desfile", símbolo de su poder, compartía espacio con los tronos y las mesas de negociación. En esta habitación, adornada con tapices y muebles de exquisito diseño, se discutían los asuntos más importantes del reino."

El dormitorio medieval era también un espacio de intriga. La cama, símbolo de estatus social, se rodeaba de lujo y complejidad, ya que además de dormir en ella se utilizaba para sellar alianzas y, en ocasiones, hasta planear asesinatos. Por tanto, no es de extrañar que en la literatura medieval como las novelas de Boccaccio, otorguen a la cama una importancia central, convirtiéndola en el escenario de los amores más apasionados, las traiciones más crueles y las negociaciones más secretas."

A lo largo de la historia, nuestras formas de relacionarnos, nuestras costumbres y nuestra manera de vivir han experimentado considerables cambios. Si comparamos la actualidad con la Edad Media, encontramos grandes contrastes, incluso en los espacios más íntimos de nuestros hogares. Por ejemplo, mientras que hoy el salón y la cocina son los epicentros de la vida social, en épocas pasadas el dormitorio era el corazón de la casa.

En la Edad Media, el dormitorio era mucho más que un espacio para dormir; era el centro de la vida cotidiana, independientemente del estatus social. Se usaba para cocinar, gracias a una chimenea que mantenía caliente la estancia. Ahí se calentaban las comidas que se disfrutaban en este mismo cuarto, donde se disponían aparadores, estanterías y mesas desmontables. 

Durante la noche, la chimenea y las velas se apagaban por el riesgo de incendios, y las bajas temperaturas nocturnas se combatían con mantas, pieles y una gorra de tela blanca, indispensable para resguardarse del aire frío que se colaba por las ventanas.

Más allá del ámbito familiar

El dormitorio también era el espacio ideal para recibir visitas. A los invitados se les ofrecía una estancia cálida y acogedora, donde podían relajarse en bancos o cómodas con cojines. Lo normal era pasar horas conversando, jugando al ajedrez, o tratando asuntos importantes. 

En el caso de la realeza, esta habitación podía adquirir una función mucho más pública, convirtiéndose en una verdadera sala de audiencias. Carlos VI de Valois, por ejemplo, recibía a sus consejeros en un lujoso dormitorio destinado a ceremonias oficiales, donde una "cama de desfile", símbolo de su poder, compartía espacio con los tronos y las mesas de negociación. En esta habitación, adornada con tapices y muebles de exquisito diseño, se discutían los asuntos más importantes del reino."

El dormitorio medieval era también un espacio de intriga. La cama, símbolo de estatus social, se rodeaba de lujo y complejidad, ya que además de dormir en ella se utilizaba para sellar alianzas y, en ocasiones, hasta planear asesinatos. Por tanto, no es de extrañar que en la literatura medieval como las novelas de Boccaccio, otorguen a la cama una importancia central, convirtiéndola en el escenario de los amores más apasionados, las traiciones más crueles y las negociaciones más secretas."

A lo largo de la historia, nuestras formas de relacionarnos, nuestras costumbres y nuestra manera de vivir han experimentado considerables cambios. Si comparamos la actualidad con la Edad Media, encontramos grandes contrastes, incluso en los espacios más íntimos de nuestros hogares. Por ejemplo, mientras que hoy el salón y la cocina son los epicentros de la vida social, en épocas pasadas el dormitorio era el corazón de la casa.

En la Edad Media, el dormitorio era mucho más que un espacio para dormir; era el centro de la vida cotidiana, independientemente del estatus social. Se usaba para cocinar, gracias a una chimenea que mantenía caliente la estancia. Ahí se calentaban las comidas que se disfrutaban en este mismo cuarto, donde se disponían aparadores, estanterías y mesas desmontables. 

Durante la noche, la chimenea y las velas se apagaban por el riesgo de incendios, y las bajas temperaturas nocturnas se combatían con mantas, pieles y una gorra de tela blanca, indispensable para resguardarse del aire frío que se colaba por las ventanas.

Más allá del ámbito familiar

El dormitorio también era el espacio ideal para recibir visitas. A los invitados se les ofrecía una estancia cálida y acogedora, donde podían relajarse en bancos o cómodas con cojines. Lo normal era pasar horas conversando, jugando al ajedrez, o tratando asuntos importantes. 

En el caso de la realeza, esta habitación podía adquirir una función mucho más pública, convirtiéndose en una verdadera sala de audiencias. Carlos VI de Valois, por ejemplo, recibía a sus consejeros en un lujoso dormitorio destinado a ceremonias oficiales, donde una "cama de desfile", símbolo de su poder, compartía espacio con los tronos y las mesas de negociación. En esta habitación, adornada con tapices y muebles de exquisito diseño, se discutían los asuntos más importantes del reino."

El dormitorio medieval era también un espacio de intriga. La cama, símbolo de estatus social, se rodeaba de lujo y complejidad, ya que además de dormir en ella se utilizaba para sellar alianzas y, en ocasiones, hasta planear asesinatos. Por tanto, no es de extrañar que en la literatura medieval como las novelas de Boccaccio, otorguen a la cama una importancia central, convirtiéndola en el escenario de los amores más apasionados, las traiciones más crueles y las negociaciones más secretas."

A lo largo de la historia, nuestras formas de relacionarnos, nuestras costumbres y nuestra manera de vivir han experimentado considerables cambios. Si comparamos la actualidad con la Edad Media, encontramos grandes contrastes, incluso en los espacios más íntimos de nuestros hogares. Por ejemplo, mientras que hoy el salón y la cocina son los epicentros de la vida social, en épocas pasadas el dormitorio era el corazón de la casa.

En la Edad Media, el dormitorio era mucho más que un espacio para dormir; era el centro de la vida cotidiana, independientemente del estatus social. Se usaba para cocinar, gracias a una chimenea que mantenía caliente la estancia. Ahí se calentaban las comidas que se disfrutaban en este mismo cuarto, donde se disponían aparadores, estanterías y mesas desmontables. 

Durante la noche, la chimenea y las velas se apagaban por el riesgo de incendios, y las bajas temperaturas nocturnas se combatían con mantas, pieles y una gorra de tela blanca, indispensable para resguardarse del aire frío que se colaba por las ventanas.

Más allá del ámbito familiar

El dormitorio también era el espacio ideal para recibir visitas. A los invitados se les ofrecía una estancia cálida y acogedora, donde podían relajarse en bancos o cómodas con cojines. Lo normal era pasar horas conversando, jugando al ajedrez, o tratando asuntos importantes. 

En el caso de la realeza, esta habitación podía adquirir una función mucho más pública, convirtiéndose en una verdadera sala de audiencias. Carlos VI de Valois, por ejemplo, recibía a sus consejeros en un lujoso dormitorio destinado a ceremonias oficiales, donde una "cama de desfile", símbolo de su poder, compartía espacio con los tronos y las mesas de negociación. En esta habitación, adornada con tapices y muebles de exquisito diseño, se discutían los asuntos más importantes del reino."

El dormitorio medieval era también un espacio de intriga. La cama, símbolo de estatus social, se rodeaba de lujo y complejidad, ya que además de dormir en ella se utilizaba para sellar alianzas y, en ocasiones, hasta planear asesinatos. Por tanto, no es de extrañar que en la literatura medieval como las novelas de Boccaccio, otorguen a la cama una importancia central, convirtiéndola en el escenario de los amores más apasionados, las traiciones más crueles y las negociaciones más secretas."

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

Sobre qué temas escribo

Tengo el privilegio de escribir sobre una amplia variedad de temas, con un enfoque que abarca tanto actualidad como estilo de vida. Escribo con la intención de contarte historias que te interesen y ofrecerte información que hagan tu vida un poco más fácil.


Te ayudo a no caer en estafas, te doy consejos de salud y cuidado personal, además de recomendaciones de destinos para tu próximo viaje.


Mis artículos son un surtido de historias curiosas, viajes, cultura, estilo de vida, naturaleza, ¡y mucho más! Mi objetivo es despertar tu curiosidad y acompañarte con lecturas útiles y entretenidas.

  

Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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