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Pocos saben que los Pirineos también están en la Luna

Pocos saben que los Pirineos también están en la Luna

Alguna de sus cumbres se elevan hasta los 3.000 metros.

Pocos saben que los Pirineos también están en la Luna

Alguna de sus cumbres se elevan hasta los 3.000 metros.

Pocos saben que los Pirineos también están en la Luna

Alguna de sus cumbres se elevan hasta los 3.000 metros.

Pocos saben que los Pirineos también están en la Luna

Alguna de sus cumbres se elevan hasta los 3.000 metros.

Pocos saben que los Pirineos también están en la Luna

Alguna de sus cumbres se elevan hasta los 3.000 metros.

Vista de la Luna.Alex Pena

Podemos verlos desde la Tierra, pero jamás hemos pisado sus laderas. Están allí desde hace casi 4.000 millones de años y, aunque no se extienden tanto como su réplica terrestre, comparten el mismo nombre. Es el caso de los Montes Pyrenaeus, los Pirineos lunares, una cordillera olvidada que se asoma a la orilla del Mar de Néctar, en el sureste de la cara visible de la Luna.

Los nombres de cuerpos celestes no son casualidad. Reflejan siglos de exploración, ciencia y cultura. Que haya unos "Pirineos" en la Luna no es solo una curiosidad sino un guiño cósmico a la historia compartida de nuestro planeta con el universo que lo rodea.

Este relieve, apenas conocido incluso entre aficionados a la astronomía, surgió durante el Bombardeo Intenso Tardío, un episodio clave de la historia del Sistema Solar. Grandes cuerpos celestes impactaron violentamente contra la superficie lunar hace unos 3.900 millones de años, levantando cadenas montañosas como los Montes Pyrenaeus. 

Una cordillera corta, pero con picos imponentes

Mientras que los Pirineos que dividen España y Francia se extienden a lo largo de 430 km, los Montes Pyrenaeus apenas alcanzan 164 km de longitud. Sin embargo, sus cumbres pueden competir en altura ya que algunas se elevan hasta los 3.000 metros, similar al Aneto o el Monte Perdido.

Pese a su relevancia histórica y geológica, ninguna nave espacial ha llegado aún a explorar esta zona en detalle. Se encuentran junto al Mar de Néctar, una extensa llanura de lava basáltica

Aragón en la Luna

Los Montes Pirineos no son la única huella española o aragonesa en la superficie lunar. El Mar de la Serenidad alberga una cresta bautizada en honor a Félix de Azara, y hay cráteres dedicados a figuras como Santiago Ramón y Cajal, Miguel Catalán, Avempace e incluso al francés François Arago, cuyo apellido lleva el nombre de Aragón. Este último también está presente en Marte, el asteroide 1005 Arago, e incluso en uno de los anillos de Neptuno.

El legado aragonés también orbita por otras partes del espacio. Existe el Valle del Ebro (Iberus Vallis) en Marte, cráteres dedicados a Goya y Marcial en Mercurio, y hasta un lago de metano llamado La Sotonera en Titán, una de las lunas de Saturno. 

Podemos verlos desde la Tierra, pero jamás hemos pisado sus laderas. Están allí desde hace casi 4.000 millones de años y, aunque no se extienden tanto como su réplica terrestre, comparten el mismo nombre. Es el caso de los Montes Pyrenaeus, los Pirineos lunares, una cordillera olvidada que se asoma a la orilla del Mar de Néctar, en el sureste de la cara visible de la Luna.

Los nombres de cuerpos celestes no son casualidad. Reflejan siglos de exploración, ciencia y cultura. Que haya unos "Pirineos" en la Luna no es solo una curiosidad sino un guiño cósmico a la historia compartida de nuestro planeta con el universo que lo rodea.

Este relieve, apenas conocido incluso entre aficionados a la astronomía, surgió durante el Bombardeo Intenso Tardío, un episodio clave de la historia del Sistema Solar. Grandes cuerpos celestes impactaron violentamente contra la superficie lunar hace unos 3.900 millones de años, levantando cadenas montañosas como los Montes Pyrenaeus. 

Una cordillera corta, pero con picos imponentes

Mientras que los Pirineos que dividen España y Francia se extienden a lo largo de 430 km, los Montes Pyrenaeus apenas alcanzan 164 km de longitud. Sin embargo, sus cumbres pueden competir en altura ya que algunas se elevan hasta los 3.000 metros, similar al Aneto o el Monte Perdido.

Pese a su relevancia histórica y geológica, ninguna nave espacial ha llegado aún a explorar esta zona en detalle. Se encuentran junto al Mar de Néctar, una extensa llanura de lava basáltica

Aragón en la Luna

Los Montes Pirineos no son la única huella española o aragonesa en la superficie lunar. El Mar de la Serenidad alberga una cresta bautizada en honor a Félix de Azara, y hay cráteres dedicados a figuras como Santiago Ramón y Cajal, Miguel Catalán, Avempace e incluso al francés François Arago, cuyo apellido lleva el nombre de Aragón. Este último también está presente en Marte, el asteroide 1005 Arago, e incluso en uno de los anillos de Neptuno.

El legado aragonés también orbita por otras partes del espacio. Existe el Valle del Ebro (Iberus Vallis) en Marte, cráteres dedicados a Goya y Marcial en Mercurio, y hasta un lago de metano llamado La Sotonera en Titán, una de las lunas de Saturno. 

Podemos verlos desde la Tierra, pero jamás hemos pisado sus laderas. Están allí desde hace casi 4.000 millones de años y, aunque no se extienden tanto como su réplica terrestre, comparten el mismo nombre. Es el caso de los Montes Pyrenaeus, los Pirineos lunares, una cordillera olvidada que se asoma a la orilla del Mar de Néctar, en el sureste de la cara visible de la Luna.

Los nombres de cuerpos celestes no son casualidad. Reflejan siglos de exploración, ciencia y cultura. Que haya unos "Pirineos" en la Luna no es solo una curiosidad sino un guiño cósmico a la historia compartida de nuestro planeta con el universo que lo rodea.

Este relieve, apenas conocido incluso entre aficionados a la astronomía, surgió durante el Bombardeo Intenso Tardío, un episodio clave de la historia del Sistema Solar. Grandes cuerpos celestes impactaron violentamente contra la superficie lunar hace unos 3.900 millones de años, levantando cadenas montañosas como los Montes Pyrenaeus. 

Una cordillera corta, pero con picos imponentes

Mientras que los Pirineos que dividen España y Francia se extienden a lo largo de 430 km, los Montes Pyrenaeus apenas alcanzan 164 km de longitud. Sin embargo, sus cumbres pueden competir en altura ya que algunas se elevan hasta los 3.000 metros, similar al Aneto o el Monte Perdido.

Pese a su relevancia histórica y geológica, ninguna nave espacial ha llegado aún a explorar esta zona en detalle. Se encuentran junto al Mar de Néctar, una extensa llanura de lava basáltica

Aragón en la Luna

Los Montes Pirineos no son la única huella española o aragonesa en la superficie lunar. El Mar de la Serenidad alberga una cresta bautizada en honor a Félix de Azara, y hay cráteres dedicados a figuras como Santiago Ramón y Cajal, Miguel Catalán, Avempace e incluso al francés François Arago, cuyo apellido lleva el nombre de Aragón. Este último también está presente en Marte, el asteroide 1005 Arago, e incluso en uno de los anillos de Neptuno.

El legado aragonés también orbita por otras partes del espacio. Existe el Valle del Ebro (Iberus Vallis) en Marte, cráteres dedicados a Goya y Marcial en Mercurio, y hasta un lago de metano llamado La Sotonera en Titán, una de las lunas de Saturno. 

Podemos verlos desde la Tierra, pero jamás hemos pisado sus laderas. Están allí desde hace casi 4.000 millones de años y, aunque no se extienden tanto como su réplica terrestre, comparten el mismo nombre. Es el caso de los Montes Pyrenaeus, los Pirineos lunares, una cordillera olvidada que se asoma a la orilla del Mar de Néctar, en el sureste de la cara visible de la Luna.

Los nombres de cuerpos celestes no son casualidad. Reflejan siglos de exploración, ciencia y cultura. Que haya unos "Pirineos" en la Luna no es solo una curiosidad sino un guiño cósmico a la historia compartida de nuestro planeta con el universo que lo rodea.

Este relieve, apenas conocido incluso entre aficionados a la astronomía, surgió durante el Bombardeo Intenso Tardío, un episodio clave de la historia del Sistema Solar. Grandes cuerpos celestes impactaron violentamente contra la superficie lunar hace unos 3.900 millones de años, levantando cadenas montañosas como los Montes Pyrenaeus. 

Una cordillera corta, pero con picos imponentes

Mientras que los Pirineos que dividen España y Francia se extienden a lo largo de 430 km, los Montes Pyrenaeus apenas alcanzan 164 km de longitud. Sin embargo, sus cumbres pueden competir en altura ya que algunas se elevan hasta los 3.000 metros, similar al Aneto o el Monte Perdido.

Pese a su relevancia histórica y geológica, ninguna nave espacial ha llegado aún a explorar esta zona en detalle. Se encuentran junto al Mar de Néctar, una extensa llanura de lava basáltica

Aragón en la Luna

Los Montes Pirineos no son la única huella española o aragonesa en la superficie lunar. El Mar de la Serenidad alberga una cresta bautizada en honor a Félix de Azara, y hay cráteres dedicados a figuras como Santiago Ramón y Cajal, Miguel Catalán, Avempace e incluso al francés François Arago, cuyo apellido lleva el nombre de Aragón. Este último también está presente en Marte, el asteroide 1005 Arago, e incluso en uno de los anillos de Neptuno.

El legado aragonés también orbita por otras partes del espacio. Existe el Valle del Ebro (Iberus Vallis) en Marte, cráteres dedicados a Goya y Marcial en Mercurio, y hasta un lago de metano llamado La Sotonera en Titán, una de las lunas de Saturno. 

Podemos verlos desde la Tierra, pero jamás hemos pisado sus laderas. Están allí desde hace casi 4.000 millones de años y, aunque no se extienden tanto como su réplica terrestre, comparten el mismo nombre. Es el caso de los Montes Pyrenaeus, los Pirineos lunares, una cordillera olvidada que se asoma a la orilla del Mar de Néctar, en el sureste de la cara visible de la Luna.

Los nombres de cuerpos celestes no son casualidad. Reflejan siglos de exploración, ciencia y cultura. Que haya unos "Pirineos" en la Luna no es solo una curiosidad sino un guiño cósmico a la historia compartida de nuestro planeta con el universo que lo rodea.

Este relieve, apenas conocido incluso entre aficionados a la astronomía, surgió durante el Bombardeo Intenso Tardío, un episodio clave de la historia del Sistema Solar. Grandes cuerpos celestes impactaron violentamente contra la superficie lunar hace unos 3.900 millones de años, levantando cadenas montañosas como los Montes Pyrenaeus. 

Una cordillera corta, pero con picos imponentes

Mientras que los Pirineos que dividen España y Francia se extienden a lo largo de 430 km, los Montes Pyrenaeus apenas alcanzan 164 km de longitud. Sin embargo, sus cumbres pueden competir en altura ya que algunas se elevan hasta los 3.000 metros, similar al Aneto o el Monte Perdido.

Pese a su relevancia histórica y geológica, ninguna nave espacial ha llegado aún a explorar esta zona en detalle. Se encuentran junto al Mar de Néctar, una extensa llanura de lava basáltica

Aragón en la Luna

Los Montes Pirineos no son la única huella española o aragonesa en la superficie lunar. El Mar de la Serenidad alberga una cresta bautizada en honor a Félix de Azara, y hay cráteres dedicados a figuras como Santiago Ramón y Cajal, Miguel Catalán, Avempace e incluso al francés François Arago, cuyo apellido lleva el nombre de Aragón. Este último también está presente en Marte, el asteroide 1005 Arago, e incluso en uno de los anillos de Neptuno.

El legado aragonés también orbita por otras partes del espacio. Existe el Valle del Ebro (Iberus Vallis) en Marte, cráteres dedicados a Goya y Marcial en Mercurio, y hasta un lago de metano llamado La Sotonera en Titán, una de las lunas de Saturno.