Visita el único periclave de España, una rareza del mapa que lo aísla del resto del país, y se queda sin palabras: así es la ruta extranjera para llegar a él
"Mandaba más la montaña que la política".

Igual nunca has oído la palabra periclave, que suena a algo musical, pero no, en realidad, es una terminología geográfica. Se refiere a un territorio nacional, pero aislado del resto, rodeado de territorio de otro país, con lo que para llegar a él hay que cruzar una frontera. Pero la palabra aislado adquiere aquí otra dimensión, tanto política, como geográfica y meteorológica. Para llegar a este enclave del país, "primero tienes que salir del país".
Se llama Os de Civís, y seguro que si te gusta conocer sitios nuevos y especiales, ya lo estás apuntando en Google Maps o en tu agenda, aunque en el pódcast Marcel en Ruta te dan una guía esencial. Es tan especial, que comparte situación con solo el 0,02% de lugares en el mundo.
Es el único pueblo de España que es un periclave, una rareza territorial tan poco común que para llegar hasta él hay que salir del país, cruzar Andorra y volver a entrar en España. No existe acceso directo por carretera desde territorio español. Y eso lo convierte en un caso prácticamente único en Europa.
Ubicado en el Pirineo catalán, en la comarca de Alt Urgell, este pequeño núcleo de alta montaña vive rodeado por un paisaje espectacular… y por una frontera invisible que condiciona su día a día desde hace siglos.
Qué es un periclave y por qué Os de Civís lo es
El periclave es exactamente un enclave —porque no está completamente rodeado—, pero sí está aislado físicamente del resto del país al que pertenece.
Eso es lo que ocurre con Os de Civís. Aunque administrativamente es España, su única carretera asfaltada conecta con Andorra. Las montañas que lo rodean son tan abruptas que históricamente impidieron la construcción de una vía directa hacia el resto de territorio español. El otro "camino" existe, pero son senderos de alta montaña no transitables en coche. el otro camino existe, pero son senderos de alta montaña.
Un aislamiento marcado por la montaña, no por la política
Pero si piensas que es una rareza política marcada por guerras o conflictos, nada más lejos de la realidad. Para entender esta situación hay que mirar más a la orografía que a los tratados. Durante siglos, el valle de Os de Civís quedó cerrado por la nieve, la altitud y la falta de pasos naturales hacia el sur. La conexión lógica y cotidiana fue siempre Andorra, mucho más accesible.
Antes de que los mapas fijaran fronteras claras entre España, Francia y Andorra, la montaña mandaba más que cualquier línea política. Por esos caminos entraban y salían personas, ganado y mercancías. Y cuando llegaron los límites administrativos, la vida cotidiana ya estaba organizada en torno al Principado.
En los siglos XIX y XX, especialmente durante la posguerra española, estos senderos se convirtieron en rutas habituales de contrabando. Los llamados paquetaires cruzaban de noche con sacos de tabaco, alimentos o telas, aprovechando el conocimiento del terreno y la dificultad de control en una zona tan aislada. Especialmente durante la posguerra española, se convirtieron en rutas habituales de contrabando.
Un pueblo pequeño, pero muy vivo
Hoy, Os de Civís cuenta con algo más de 25 habitantes, pero está lejos de ser un pueblo muerto. Al contrario. Es un destino muy apreciado por turistas, senderistas y amantes de la naturaleza, atraídos por su paisaje, su tranquilidad y su singularidad geográfica.
El casco urbano conserva la arquitectura pirenaica tradicional: calles estrechas y empedradas, casas de piedra, tejados de pizarra y balcones de hierro forjado. Muchas viviendas han sido restauradas respetando esa estética, lo que refuerza la sensación de autenticidad.
En invierno, la realidad cambia. El clima pirenaico convierte el valle en un entorno duro e inhóspito, con frío intenso, nieve y días muy cortos. Vivir aquí no es solo una postal idílica: es un desafío diario que explica por qué el pueblo nunca creció en exceso.
Cuando la política no mueve montañas
Literalmente. La política y la guerra no todo lo puede, y ahí entra de nuevo el poder de la naturaleza en forma de orografía y geografía.
Si quieres profundizar en ello, libros como Prisioneros de la geografía te ayuda a comprender que "hay un límite a lo que los hombres pueden decidir. A menudo, se trata de un límite real, físico. Montañas, ríos, mares y hormigón se interponen entre lo que los dirigentes han querido para sus países a lo largo de la historia y lo que han podido conseguir", como indica la reseña del libro.
