Por qué tanto revuelo con la restauración de la Macarena: un icono del 'sevillanismo' que trasciende la cultura pop
La virgen sevillana ha protagonizado una polémica restauración con la que muchos fieles y sevillanos han mostrado su descontento.
"No es ella", "esa no es su mirada", "no reconozco a mi madre" son algunas de las frases de decepción de los fieles que se han acercado estos días a la Basílica de la Macarena en Sevilla tras la restauración de la imagen. Un rostro que ha llenado durante años escaparates de comercios, azulejos, estampitas e incluso referencias más modernas e intervenciones reivindicativas.
La polémica restauración a cargo del taller de Arquillo —encargado desde hace años de cualquier limpieza o reparación de las imágenes de la cofradía— desvelada el pasado fin de semana ha copado titulares incluso en la prensa internacional. En The Times han llegado a tachar la intervención como “chapucera” o afirmar que parece que han sometido a la virgen a “cirugía plástica”.
La icónica imagen se retiró del culto desde el lunes 16 de junio al sábado 21, cuando volvió a colocarse en la Basílica de la Macarena con su nuevo aspecto. Su mirada, con pestañas de mayor tamaño, difería con la icónica de la Macarena y otros detalles del rostro tampoco se correspondían con el original según los feligreses, al parecer la tez más clara y perdiendo la zona oscurecida de sus ojos y sus mejillas.
Tal fue el revuelo que provocaron tanto las instantáneas compartidas por la Hermandad en redes sociales como las visitas de los fieles a verla in situ, que incluso ese mismo sábado fue retirada del culto para modificar las pestañas. El sábado por la tarde, la Esperanza Macarena tenía un aspecto similar al original, pero no acabó de convencer a todos.
La Hermandad pidió entonces disculpas a los hermanos por primera vez y el sábado por la noche se realizaron otros supuestos retoques en la cara y la mirada que trataron de darle un aspecto similar al original, sin llegar al tiznado de la cara que se limpió tras la restauración.
Este lunes los hermanos de la cofradía acudieron a concentrarse a las puertas de la Basílica leyendo un comunicado en el que solicitaban una Junta extraordinaria. Tras esta, emitieron una nota de prensa en la que pedían perdón por el "daño moral y devocional" generado e informaban de que el Mayordomo y el Prioste de Nuestra Señora de la Esperanza habían presentado su dimisión.
Además, la Junta de Gobierno también ha aprobado que sea el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) quien realice las labores de supervisión técnica de las actuaciones que se van a hacer sobre la imagen.
Pero, aunque la restauración haya hecho a muchos recordar otras pifias, ¿habría pasado esto si no hubiera sido la Esperanza Macarena? Probablemente no. La cofradía es una de las más devocionales de Semana Santa de Sevilla incluso de la Madrugá: supera los 17.000 hermanos y 4.000 nazarenos la acompañan en su salida procesional.
Devoción popular, plagada de leyendas, que trasciende la religiosidad
Ya lo decían los Amigos de Ginés en su sevillana: “Y se te encienden las venas, al pasar la Macarena, y por fuerza hay que decir y es que en Sevilla señores, hay que morir”. La Macarena es para muchos un icono del sevillanismo. Es difícil pasear por la capital hispalense sin toparse, especialmente en los aledaños de la Basílica, la zona de la Alameda de Hércules o la calle Feria sin un comercio que no tenga un cartel de la virgen, una casa con un pequeño azulejo con su rostro o todo tipo de iconografías con su rostro. Pero también en las más de 1.000 mujeres llamadas Esperanza Macarena que hay, según el INE, en Sevilla.
Buena parte de responsabilidad la tienen las distintas leyendas y milagros que la han acompañado desde su origen en el siglo XVII, asociado al Hospital de las Cinco Llagas (actual sede del Parlamento Andaluz) y a un viajero italiano o al “trueque” que se dio para salir del hospital por un reloj a la supuesta copa de vino que le provocó la reconocible mancha de la mejilla derecha (ahora también disimulada).
Todo ello pasando a su supervivencia a la Guerra Civil o los restos del general franquista Queipo de Llano que, hasta su exhumación en 2022 en cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática y tras numerosas protestas del pueblo sevillano, se encontraban enterrados allí.
Tal es la devoción a la Macarena que ha trascendido las fronteras de la provincia de Sevilla y las de España. En total, hay 44 altares en España dedicados a la mencionada advocación, una cifra que a nivel global asciende a 61, con siete solamente en Estados Unidos. Sin contar la originaria de Sevilla, en España la más antigua es la fundada en Madrid en 1940 por un grupo de emigrantes sevillanos y que tiene como titulares a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y a María Santísima de la Esperanza Macarena.
La Macarena como dice uno de los participantes del documental Dolores, guapa Trasciende la religiosidad tal y como se entiende desde el punto de vista canónico, siendo parte para muchos sevillanos parte de la tradición y el folclore propio de la Semana Santa.
“Soy defensor de que si tú estás en tu casa y ves un azulejo con una virgen por la ventana todos los días, tienes algo que decir sobre eso. Si vas por la calle y te encuentras con una procesión, tienes algo que decir sobre eso, está ocupando el espacio público y está alterando tu vida”, señaló en un reportaje con El HuffPost, Jesús Pascual, director del mencionado documental.
La talla, la imagen y el rostro de la virgen, ese que decían no reconocer muchos de los fieles juega un papel fundamental en ese vínculo, ya sea religioso o no con la iconografía.
“Tú tienes una figura tallada en madera que tiene una expresión artística, que está expresando algo, que tiene una emoción. A eso se le reviste con una decoración, con tela, con flores… Se le sube en un altar, es decir, se le pone más arriba que cualquiera de los que estamos allí viendo la Semana Santa, hay música, hay olor… Por lo tanto se convierte en un espectáculo cultural. Da igual que seas creyente o no”, contaba en un reportaje de El HuffPost Esteban Garrido, uno de los integrantes del dúo musical Volante de la Puebla.
Cárteles, crítica social e incluso presente en un cómic: un icono pop fuera de la Basílica
Más allá del fervor religioso, el rostro y la mirada de la Macarena son una marca registrada desde 2014 prohibiendo su reproducción sin autorización expresa de la Hermandad.
Esto no ha evitado que la Esperanza Macarena haya sido representada en múltiples reinterpretaciones que van desde la fotografía pixelada con el símbolo de marca registrada que realizó Agustín Israel Barrera como respuesta a la apropiación exclusiva de la hermandad al cartel estilo psicodélico de José Miguel Sánchez en 1940.
Pero si hay uno que rompió moldes fue el cartel de la cofradía para la Semana Santa de 2019 a cargo del artista Manolo Cuervo, de estilo pop y con chorreones de pintura sobre el rostro . Tuvo tanta acogida, quetal y como contó en un reportaje de El HuffPost hizo varias copias: "Hice varias versiones, cuatro, y el que caía un chorreón en la cara de la virgen era el que gustó más a la comitiva y la Junta Directiva. De las otras versiones, todas propiedad de la hermandad, una estuvo una colgada en el Hospital Virgen Macarena de Sevilla en la UCI, otro en el Hotel Colón, que es donde se alojan los toreros cuando vienen a la Maestranza y otro lo tenían en el museo de la cofradía".
Pero también ha roto moldes, no sin críticas, como la ilustración de Jorge El Llorón en la revista sevillana El Topo en la que se criticaba la presencia de los restos de Queipo de Llano en la Basílica.
Cuentas como Agnóstico Cofrade o Proyecto Palio, encargadas de representar de otra forma la iconografía de la Semana Santa no siempre vinculada a la religión y cercanas al colectivo LGTBIQ+ y las mujeres, también han realizado numerosas reinterpretaciones del rostro de la Macarena.
Una de las más disruptivas fue también la de Ricardo Garrido en una de las ediciones de su cómic Te Veo, en la que en un supuesto sueño de un capillita sevillano la Esperanza de Triana se enfrenta a la Esperanza Macarena y acaban besándose en el Guadalquivir.
Aunque su origen y la autoría sea desconocido y alentado por diversas corrientes, la principal la atribuye a Juan de Mesa, la Macarena trasciende el altar y es un valor material (y casi inmaterial) de la Semana Santa sevillana. Tocarla y modificar su reconocible mirada podría ser el equivalente a tocar la Giralda o cambiarle los colores al pico de Curro.