Le regala a su hija un teléfono fijo por su cumple: "No me esperaba su reacción"
Una madre relata la experiencia de acostumbrar a sus hijos a que usen menos los móviles y las pantallas y cuenta algunas claves para lograrlo.

"Desde que instalé el teléfono fijo en casa, ha habido momentos cómicos, como cuando mi hijo intentó grabar el mensaje de voz con solo: 'No estamos' y colgó. Tuve que explicarle que debía decir en el mensaje quiénes éramos, invitar a la gente a dejar un mensaje y desearles un buen día. Tuvimos que repetirlo seis veces hasta que le salió bien". Ésta es sólo una de las anécdotas que cuenta una madre, Priscilla Harvey, sobre lo que pasó cuando tuvo la la idea de regalarle un teléfono fijo a su hijo para ver si se desenganchaba de las pantallas del móvil, tableta, etcétera.
Esta mujer compartió luego su experiencia, acompañada de una foto en la web Substack que inesperadamente obtuvo más de 25,000 "me gusta" y sigue sumando cada día más, según relató después, una experiencia que ha publicado después la web Mamamía.
"Cuando inicialmente le pregunté a mi hija si quería un teléfono fijo para su noveno cumpleaños. Me preocupaba que dijera que era una tontería, pero estaba encantada. Creo que le ayudó mucho saber que los smartphones estaban descartados hasta el instituto. La idea de tener acceso a cualquier teléfono la emocionaba", cuenta esta madre.
Harvey explica que su marido y ella pensaron en comprar un teléfono clásico para que sus hijos no usaran smartphones. Y, cuando finalmente lo hicieron, publicó después su experiencia en la web mencionada e incluyó una foto de su hijo tumbado en el sofá, con un teléfono con cable pegado a la oreja, en la que el niño estaba charlando con su abuela. "Hay un anhelo por los días perdidos de cables telefónicos y conversaciones reales. A juzgar por los miles de comentarios y reposiciones, algo dentro de muchos de nosotros recuerda que esta forma de conectar es mejor", opina.
Esta madre explica, además, que la foto que publicó despertó mucha nostalgia en la gente que la vio, pero también planteó muchas preguntas, principalmente: ¿Cómo lo hicimos? ¿Cómo logramos que nuestros hijos se involucraran? Y cuenta que la verdad es que ha sido un proceso largo, a veces difícil y muy deliberado, en el que la compra del teléfono fijo ha sido sólo una parte.
Para intentar desenganchar a sus hijos de tanta tecnología, aunque aclara que ella y su marido no se considera "antitecnología", decidieron seguir una serie de pautas que permitieran a sus hijos adentrarse en otras costumbres mucho más analógicas. Por ejemplo, relata que se cambiaron de barrio cuando los niños tenían seis y ocho años para estar que pudieran empezar a ir a comprar solos al supermercado, además, "les compramos relojes Gizmo: dispositivos portátiles que les permiten llamarnos o enviarnos mensajes y rastrear dónde están", relata esta madre, e intentaron así ir despegándoles de "las pantallas".
"El cambio en nuestro hogar ha sido inmediato y maravilloso," concluye esta mujer. "Mis hijos ahora llaman a sus abuelas a diario, a veces dos veces al día, algo que nunca anticipé ni les pedí. Y estas llamadas son completamente diferentes a las que hacían en mi smartphone", concluye esta madre. "Ya no miran una pantalla para hablar con alguien, ni usan caritas de emoji ni andan distraídos por la casa. Se sientan en la sala, atentos a la voz del otro lado de la línea", asegura.
