La reina Isabel II pidió a sus médicos que le alargaran la vida al saber que se estaba muriendo para poder celebrar su Jubileo
Después de recibir un diagnóstico mortal, quiso que sus médicos hicieran lo posible para poder celebrar sus 70 años en el trono.

Isabel II murió el 8 de septiembre de 2022 a los 96 años. A lo largo de su extensa vida tuvo una salud de hierro. Sin embargo, tras la muerte del duque de Edimburgo en 2021, su estado fue empeorando. A su aspecto, cada vez más frágil, se unieron cancelaciones en sus actos oficiales debido a lesiones y dolores que le impedían cumplir con su agenda.
La última imagen que se tomó de ella fue dos días antes de su fallecimiento, cuando despidió al primer ministro número 14 de su reinado, Boris Johnson, y dio la bienvenida a la número 15, la efímera Liz Truss. Su aspecto reflejaba una enorme fragilidad y se notaba que estaba mal, pero ella quiso cumplir con su obligación hasta el último aliento.

La causa oficial de su muerte fue vejez, pero se acabó descubriendo que lo que acabó con su vida fue un cáncer. Boris Johnson relató en su biografía que la reina Isabel tenía cáncer de huesos, mientras que otras fuentes señalaron que había sido exactamente un mieloma, un cáncer de médula ósea.
Después del Jubileo rechazó seguir un tratamiento
La monarca recibió el diagnóstico en 2021, y aunque sabía que ya poco se podía hacer por ella, quería aguantar hasta poder celebrar su Jubileo de Platino. El 6 de febrero de 2022 se cumplían sus 70 años en el trono, pero como era costumbre en sus grandes aniversarios, los acontecimientos centrales se habían trasladado a principios de junio de ese año.

Ante la posibilidad de fallecer antes de llegar a un acontecimiento único e histórico, Isabel II pidió a sus médicos que le alargaran la vida al menos hasta junio de 2022. Así lo cuenta Paul Burrell, que fue mayordomo de Buckingham Palace durante 18 años, en su libro The Royal Insider.
Tras la muerte del príncipe Felipe en 2021, la salud de Isabel II empezó a fallar. Al serle diagnosticado un mieloma múltiple, los médicos le dijeron que solo llegaría a finales de ese mismo año. Como detalla Burrell en el libro, la reina expresó: "Es una pena porque el año que viene es mi Jubileo de Platino y me habría encantado verlo. ¿Podríais mantenerme con vida para entonces?"

Para lograrlo, recibió transfusiones de sangre, y renunció a sus gin tonics siguiendo el consejo médico. En lugar de alcohol, tomaba zumo de manzana, y zumo de tomate los domingos. Con todo ello y el tratamiento médico, logró cumplir 70 años de reinado, día en el que anunció que cuando su hijo Carlos subiera al trono, quería que Camilla fuera la reina consorte.
Y llegó a junio. No estuvo en todas las celebraciones, pero sí en las más importantes. Tras el desfile del Jubileo con el que se cerraron los actos, los miembros principales de la casa real británica salieron a saludar al balcón de Buckingham Palace. Aunque Isabel II era reticente, finalmente lo hizo para despedirse de su pueblo. Ellos no lo sabían, pero le quedaba poco tiempo de vida.

Todavía vivió tres meses más, aunque se fue apagando poco a poco. Una vez ya había llegado al Jubileo, rechazó los tratamientos para alargar su vida. Como detalló el exmayordomo, "la reina había estado muy mal durante sus últimos días y estaba principalmente postrada en la cama. Tenía 96 años y había rechazado cualquier otro tratamiento".
A pesar de todo ello, cuando murió, la mayor parte de su familia estaba lejos. En su afán por mantener en secreto lo que le pasaba había sido muy discreta. Su muerte, que tuvo lugar en Balmoral, pilló casi por sorpresa a casi todo el mundo, pero no ella, que ya sabía que su final estaba cerca y que era inevitable.
