Las personas que sacan estos temas de conversación habitualmente demuestran baja inteligencia emocional
Sacar a relucir el ego no es buena señal.
La inteligencia emocional (y la ausencia de ella) puede demostrarse en numerosas acciones del día a día. Pero uno de los momentos en los que mejor se puede detectar si una persona tiene esa capacidad es en las conversaciones.
Los temas de los que una persona decide hablar a lo largo de una conversación, algo que surge de manera espontánea, pueden llegar a mostrar que si una persona cuenta o no con inteligencia emocional.
En ese sentido, Lachlan Brown, experto en mindfulness, ha publicado en el sitio web Hack Spirit un texto en el que identifica varios temas de conversación que habitualmente denotan una baja inteligencia emocional.
Una de esas 'red flags' la protagonizan las personas que centran las conversaciones en el dinero que poseen o los objetos materiales (ya sean casas, coches, relojes, joyas…) con los que cuentan.
Otra variante de ese tipo de perfiles son las conversaciones en las que un sujeto sitúa como elemento central sus propios logros. No se trata de compartir puntualmente algo de lo que se sienta orgulloso sino de estar constantemente presumiendo de sus éxitos. Una persona con alta inteligencia emocional sabe dejar de lado su propio ego y suele apostar por temas de conversación que sean más interesantes para el resto de las personas con las que interactúa.
Otra señal de tener baja inteligencia emocional es centrar una conversación en criticar duramente a alguien que el resto de interlocutores también conocen. Las personas que sí cuentan con inteligencia emocional evitan menospreciar a los demás simplemente para ganar popularidad.
Igualmente, hacer de las conversaciones una lista interminable de quejas personales es también un sinónimo de poseer una baja inteligencia emocional. Al respecto, Brown ha recordado la experiencia que tuvo con una de esas personas: "Hace años, trabajaba con alguien que en cada conversación volvía a lo infeliz que era: su jefe no lo respetaba, sus clientes eran idiotas, le dolía la espalda, su café estaba frío. Y nunca preguntaba cómo estaban los demás. Lo que le faltaba no era solo empatía, sino conciencia de sí mismo".
La inteligencia emocional también significa saber cuándo sacar un tema de conversación y de qué forma hacerlo. Por ello, quienes en las cenas familiares aprovechan para hablar de temas controvertidos como la política o la religión también demuestran contar con una baja inteligencia emocional.