Los Ig Nobel vuelven a premiar a la ciencia más loca: lagartos yonquis de pizza, una vaca cebra y bebés enganchados al ajo
Los galardones que premian lo “improbable pero real” celebran 35 años de ciencia delirante con hallazgos como la receta definitiva de la pasta cacio e pepe.

La ciencia, cuando se suelta la melena, da para mucho más que aburridos artículos que no entiende ni su autor y para eso están los Premios Ig Nobel, que cada año le recuerdan al mundo que la investigación también puede ser un festival del humor. Como ha quedado demostrado en la ceremonia que se ha celebrado en la Universidad de Boston, con lluvia de aviones de papel, una ópera sobre la digestión y unos trofeos de cartón con forma de estómago, ha servido en bandeja un menú imposible de locuras científicas: con lagartos enganchados a la pizza de cuatro quesos, bebés mamando con entusiasmo si la leche huele a ajo y vacas que se disfrazan de cebra para librarse de las moscas.
No es casualidad: los Ig Nobel llevan 35 años premiando lo que llaman lo “improbable pero real”. Experimentos que hacen reír primero y pensar después. El resultado es un escaparate de locuras científicas que han convertido su gala en un espectáculo tan esperado como los Nobel de verdad, pero con más risas, más cartón y mucha menos solemnidad. “Cada gran descubrimiento, a primera vista, parecía absurdo”, recordó el organizador Marc Abrahams. Viendo a un investigador disfrazado de bola de mozzarella mientras recibía su premio, cuesta no darle la razón.
De hecho, cada edición reúne a auténticos premios Nobel que aceptan con gusto la autoparodia. Este año participaron figuras como Esther Duflo o Svante Pääbo, dispuestos a entregar diplomas a colegas que se han atrevido a investigar por qué los bebés maman más si huelen a ajo o cómo lograr que un murciélago borracho vuele en línea recta.
Pizza cuatro quesos para lagartos gourmet
Un equipo italo-africano decidió observar a los coloridos Agama agama en un complejo vacacional de Togo. Lo que descubrieron no fue precisamente un avance médico, sino un festival gastronómico: los lagartos devoraban pizza como si no hubiera un mañana, con clara preferencia por la cuatro quesos. Una estrategia de alimentación “oportunista”, como lo llamaron los investigadores, que más bien suena a “tienen el mismo paladar que nosotros un domingo de resaca”.
Bebés con antojo de ajo
Otro de los experimentos premiados confirmó que los lactantes se aferran más tiempo al pecho si la leche materna huele a ajo. En otras palabras: el famoso bulbo no solo anima las comidas, también convierte la lactancia en un all you can eat. Que se prepare la industria de la papilla, porque el alioli podría ser el futuro.
La vaca que se creyó cebra
En Japón decidieron que las moscas no tendrían nada que hacer contra un estampado de rayas. Y funcionó: las vacas pintadas estilo safari sufrieron hasta un 50% menos de picaduras. Tomoki Kojima, uno de los autores, confesó en la gala que “cuando hice este experimento, tenía la esperanza de ganar el Ig Nobel. Es mi sueño”. Según explicó AP News, subió al escenario con un traje de rayas mientras sus compañeros lo acosaban con moscas de cartón. Ciencia y teatro, todo en uno.
Con alcohol, hasta el inglés fluye
Lo que cualquier Erasmus lleva décadas demostrando ahora lo ha certificado un grupo europeo: con un par de copas mejora la pronunciación de un idioma extranjero. “El consumo agudo de alcohol puede tener efectos beneficiosos sobre la pronunciación”, concluyó el estudio. Pero cuidado: el mismo líquido que suelta la lengua hace que los murciélagos frugívoros egipcios vuelen como Ryanair en plena tormenta. En su investigación, citada por AP News, confirmaron que los animales emborrachados con fruta fermentada perdían coordinación y hasta su ecolocalización se resentía.
Uñas eternas, pasta perfecta y dieta de teflón
También hubo premio para un médico que se pasó 35 años midiéndose la uña del pulgar (spoiler: crece poquito), para un equipo que ha dado con la fórmula científica de la cacio e pepe sin grumos y para unos investigadores que recomiendan añadir teflón a la comida como si fuera el nuevo Ozempic. Ni confirmamos ni desmentimos que la próxima moda wellness sea desayunar tostadas con ralladura de sartén.
