"Hasta que no reduzcamos a la mitad la producción de ropa no tendremos una economía circular"
Los residuos textiles siguen siendo la asignatura pendiente de la industria de la moda.
Desde hace años las grandes marcas de moda han centrado gran parte de su acción en implementar estrategias de responsabilidad. Así lo exige la legislación y la Unión Europea, que monitoriza el impacto ambiental de la industria textil en el planeta.
Además de emisiones de CO2, concretamente 159 millones de toneladas según el último informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente, o uso de agua que supone hasta 5.300 millones de metros cúbicos, la industria textil tiene pendiente la gestión de residuos.
Según el citado informe, publicado en marzo de este año, los europeos consumieron una media de 19 kilos de ropa al año. Además, se generaron 6,94 millones de toneladas de residuos derivados del textil en toda Europa, lo que supone alrededor de 16 kilos por persona. Cifras por las que urge tomar medidas.
Celia Ojeda, portavoz de Greenpeace, explica que gran parte de estos residuos textiles terminan en vertederos en países de lo que se denomina el Sur Global, donde algunos de estos productos son incinerados, lo que contamina todavía más la atmósfera. "Estos vertederos suelen estar en países en desarrollo y muchísimas veces están cerca de núcleos rurales urbanos, por lo que esto afecta a la población si tienen compuestos tóxicos como sucede en muchas de las prendas de estas marcas fast fashion. Afecta a las poblaciones y a la biodiversidad", explica. Uno de estos ejemplos, expone Ojeda, está en el Desierto de Atacama, en Chile.
"Son los residuos de lo que consideramos países desarrollados, el Norte Global, y que se tiran en estos otros países por varias razones: algunos entran para la reutilización pero luego no se terminan usando, y luego también se hacen en esos países porque tienen una menor legislación ambiental o más laxa y entonces poner un vertedero es más fácil", expone la portavoz de Greenpeace.
Además, Ojeda recuerda que "el traslado también genera un montón de emisiones". "Primero está la extracción de la materia prima, luego el traslado a la fábrica, luego de la fábrica a los países de consumo, y de los países de consumo a los países de deshecho", destaca.
Las estrategias de sostenibilidad no siempre son suficientes
En los últimos años, las marcas se han visto obligadas por las nuevas legislaciones a introducir estrategias de sostenibilidad como colocar contenedores de reciclaje en las tiendas o reducir el impacto ambiental durante el proceso fabricación. Sin embargo, esto no siempre es suficiente si se siguen produciendo ingentes cantidades de ropa.
"Tú puedes querer fabricar más sosteniblemente y usar algodón orgánico o hacerme una chaqueta a partir de botellas rescatadas del mar, pero en ningún momento ninguna empresa de fast fashion ha puesto sobre la mesa cuántos textiles produce, cuántos vende o cuántos tira", lamenta Ojeda. "Hasta que no reduzcamos hasta, como poco, la mitad de la ropa que se produce no tendremos una economía circular", asegura la experta.
La portavoz de Greenpeace destaca que "en 20 años hemos pasado de tener colección de primavera verano y de otoño invierno a tener 52 microcolecciones, una por semana", algo que inevitablemente empuja al cliente a comprar. "El consumidor tiene algo de responsabilidad porque el dinero es política, pero la culpa no es suya. Si a mí me metes en la cabeza que cómo no voy a estrenar en Nochevieja o que cómo tengo este traje desde hace cinco años, más todo el tema de redes sociales también, pues compramos... Pero nos han llevado a esto las marcas, antes vivíamos con menos ropa y la combinábamos, la arreglábamos...", apunta.
"Las marcas crearon este monstruo y no pueden poner toda la responsabilidad en el consumidor. Producen tanta ropa que no saben qué hacer con ella y de ahí viene lo de tirarla. Los vertederos son una consecuencia de este modelo", defiende Ojeda sobre la industria actual.
El panorama en España
Dentro del sector textil español, Paloma Díaz, profesora Titular Intangibles y Moda en la Universidad Complutense de Madrid, explica que la situación es diferente a nivel global ya que desde hace décadas se ha intentado no tener que lidiar tanto con los restos de stock de las colecciones. “Algunas marcas son conscientes de la realidad y desde hace años están trabajando en el tema del sobrante. Entre otras cosas, porque hace perder dinero. Si se produce de más porque no saben ajustar bien la oferta y la demanda”, señala la profesora. "Cualquier persona de fuera te diría que sobra ropa", apunta.
Además, Díaz recuerda que con la nueva legislación “ahora está prohibido destruir” prendas o accesorios y es necesario darles una segunda vida ya sea dentro o fuera del país. “Aún así, en España no es una estrategia que se haya seguido como en otros países. Cuando hablo de España hablo principalmente de los grandes retailers, que son Mango, Inditex y El Corte Inglés”, detalla.
“Sobra mucho todavía, pero en España sobra mucho menos que en otros países”, asegura Díaz, que achaca en gran parte esta situación al auge del modelo on demand popularizado por Inditex. ¿Qué supone este modelo? “Un ajuste milimétrico entre oferta y demanda”, apunta la profesora.
En este sentido, algunas marcas pequeñas en España están apostando por el sistema de pre order, con el que el cliente compra la prenda y espera dos o tres semanas hasta que termina su producción para recibirla en casa. “Tiene todo el sentido para las firmas pequeñas. El cliente ha aprendido a esperar, está dispuesto a esperar dos semanas o incluso un mes. Tiene sentido para eliminar el sobrante”, concluye Díaz.