La ciencia confirma que estos baños no ayudan a la recuperación muscular después del ejercicio
Se comprobó con un grupo de 30 mujeres jóvenes y activas.
La ciencia confirma que estos baños no ayudan a la recuperación muscular después del ejercicio
Se comprobó con un grupo de 30 mujeres jóvenes y activas.
La ciencia confirma que estos baños no ayudan a la recuperación muscular después del ejercicio
Se comprobó con un grupo de 30 mujeres jóvenes y activas.
La ciencia confirma que estos baños no ayudan a la recuperación muscular después del ejercicio
Se comprobó con un grupo de 30 mujeres jóvenes y activas.
La ciencia confirma que estos baños no ayudan a la recuperación muscular después del ejercicio
Se comprobó con un grupo de 30 mujeres jóvenes y activas.

Los baños de hielo, convertidos en tendencia por atletas e influencers, "no ofrecen beneficios reales para la recuperación muscular". Así lo confirma un nuevo estudio publicado en Plos One, que analizó de forma rigurosa los efectos de la inmersión en agua fría y caliente tras un entrenamiento intenso.
El ensayo clínico, liderado por la investigadora Vanessa Wellauer en Suiza, se centró en un grupo de 30 mujeres jóvenes y activas. Tras realizar un protocolo exigente de cinco series de 20 saltos desde 60 cm de altura, para provocar daño muscular, las participantes fueron divididas en tres grupos. El primero se sumergió en agua fría (10 °C), otro en agua caliente (40 °C), y un tercero simplemente descansó.
Durante los tres días siguientes se midieron indicadores como la fuerza muscular, el dolor percibido, la hinchazón y los niveles de creatina quinasa en sangre. El resultado de los análisis dejaron claro que ni el frío ni el calor marcaron ninguna diferencia significativa respecto al descanso pasivo.
Mismo resultado, sin mejora
Aunque las inmersiones provocaron respuestas inmediatas como la reducción de la temperatura muscular con el frío o el aumento de la temperatura corporal con el calor, estos efectos no se tradujeron en una mejor recuperación muscular.
Tanto el dolor, como la hinchazón y la recuperación de la fuerza siguieron la misma evolución en los tres grupos. En términos prácticos, esto significa que los baños post-entrenamiento no aportaron ningún beneficio real.
Posible efecto placebo
Aunque no se detectaron mejoras fisiológicas, los autores del estudio no descartan el posible efecto psicológico positivo de estas prácticas. Para muchas personas, los baños fríos generan una sensación de bienestar, de alivio o incluso de "cumplimiento" tras el ejercicio.
Esta percepción, aunque subjetiva, podría influir en la motivación o la constancia en los entrenamientos. En contextos de alto rendimiento, donde el estado mental es clave, este aspecto podría tener cierto valor, aunque no sean mejoras físicas medibles.
Los baños de hielo, convertidos en tendencia por atletas e influencers, "no ofrecen beneficios reales para la recuperación muscular". Así lo confirma un nuevo estudio publicado en Plos One, que analizó de forma rigurosa los efectos de la inmersión en agua fría y caliente tras un entrenamiento intenso.
El ensayo clínico, liderado por la investigadora Vanessa Wellauer en Suiza, se centró en un grupo de 30 mujeres jóvenes y activas. Tras realizar un protocolo exigente de cinco series de 20 saltos desde 60 cm de altura, para provocar daño muscular, las participantes fueron divididas en tres grupos. El primero se sumergió en agua fría (10 °C), otro en agua caliente (40 °C), y un tercero simplemente descansó.
Durante los tres días siguientes se midieron indicadores como la fuerza muscular, el dolor percibido, la hinchazón y los niveles de creatina quinasa en sangre. El resultado de los análisis dejaron claro que ni el frío ni el calor marcaron ninguna diferencia significativa respecto al descanso pasivo.
Mismo resultado, sin mejora
Aunque las inmersiones provocaron respuestas inmediatas como la reducción de la temperatura muscular con el frío o el aumento de la temperatura corporal con el calor, estos efectos no se tradujeron en una mejor recuperación muscular.
Tanto el dolor, como la hinchazón y la recuperación de la fuerza siguieron la misma evolución en los tres grupos. En términos prácticos, esto significa que los baños post-entrenamiento no aportaron ningún beneficio real.
Posible efecto placebo
Aunque no se detectaron mejoras fisiológicas, los autores del estudio no descartan el posible efecto psicológico positivo de estas prácticas. Para muchas personas, los baños fríos generan una sensación de bienestar, de alivio o incluso de "cumplimiento" tras el ejercicio.
Esta percepción, aunque subjetiva, podría influir en la motivación o la constancia en los entrenamientos. En contextos de alto rendimiento, donde el estado mental es clave, este aspecto podría tener cierto valor, aunque no sean mejoras físicas medibles.
Los baños de hielo, convertidos en tendencia por atletas e influencers, "no ofrecen beneficios reales para la recuperación muscular". Así lo confirma un nuevo estudio publicado en Plos One, que analizó de forma rigurosa los efectos de la inmersión en agua fría y caliente tras un entrenamiento intenso.
El ensayo clínico, liderado por la investigadora Vanessa Wellauer en Suiza, se centró en un grupo de 30 mujeres jóvenes y activas. Tras realizar un protocolo exigente de cinco series de 20 saltos desde 60 cm de altura, para provocar daño muscular, las participantes fueron divididas en tres grupos. El primero se sumergió en agua fría (10 °C), otro en agua caliente (40 °C), y un tercero simplemente descansó.
Durante los tres días siguientes se midieron indicadores como la fuerza muscular, el dolor percibido, la hinchazón y los niveles de creatina quinasa en sangre. El resultado de los análisis dejaron claro que ni el frío ni el calor marcaron ninguna diferencia significativa respecto al descanso pasivo.
Mismo resultado, sin mejora
Aunque las inmersiones provocaron respuestas inmediatas como la reducción de la temperatura muscular con el frío o el aumento de la temperatura corporal con el calor, estos efectos no se tradujeron en una mejor recuperación muscular.
Tanto el dolor, como la hinchazón y la recuperación de la fuerza siguieron la misma evolución en los tres grupos. En términos prácticos, esto significa que los baños post-entrenamiento no aportaron ningún beneficio real.
Posible efecto placebo
Aunque no se detectaron mejoras fisiológicas, los autores del estudio no descartan el posible efecto psicológico positivo de estas prácticas. Para muchas personas, los baños fríos generan una sensación de bienestar, de alivio o incluso de "cumplimiento" tras el ejercicio.
Esta percepción, aunque subjetiva, podría influir en la motivación o la constancia en los entrenamientos. En contextos de alto rendimiento, donde el estado mental es clave, este aspecto podría tener cierto valor, aunque no sean mejoras físicas medibles.
Los baños de hielo, convertidos en tendencia por atletas e influencers, "no ofrecen beneficios reales para la recuperación muscular". Así lo confirma un nuevo estudio publicado en Plos One, que analizó de forma rigurosa los efectos de la inmersión en agua fría y caliente tras un entrenamiento intenso.
El ensayo clínico, liderado por la investigadora Vanessa Wellauer en Suiza, se centró en un grupo de 30 mujeres jóvenes y activas. Tras realizar un protocolo exigente de cinco series de 20 saltos desde 60 cm de altura, para provocar daño muscular, las participantes fueron divididas en tres grupos. El primero se sumergió en agua fría (10 °C), otro en agua caliente (40 °C), y un tercero simplemente descansó.
Durante los tres días siguientes se midieron indicadores como la fuerza muscular, el dolor percibido, la hinchazón y los niveles de creatina quinasa en sangre. El resultado de los análisis dejaron claro que ni el frío ni el calor marcaron ninguna diferencia significativa respecto al descanso pasivo.
Mismo resultado, sin mejora
Aunque las inmersiones provocaron respuestas inmediatas como la reducción de la temperatura muscular con el frío o el aumento de la temperatura corporal con el calor, estos efectos no se tradujeron en una mejor recuperación muscular.
Tanto el dolor, como la hinchazón y la recuperación de la fuerza siguieron la misma evolución en los tres grupos. En términos prácticos, esto significa que los baños post-entrenamiento no aportaron ningún beneficio real.
Posible efecto placebo
Aunque no se detectaron mejoras fisiológicas, los autores del estudio no descartan el posible efecto psicológico positivo de estas prácticas. Para muchas personas, los baños fríos generan una sensación de bienestar, de alivio o incluso de "cumplimiento" tras el ejercicio.
Esta percepción, aunque subjetiva, podría influir en la motivación o la constancia en los entrenamientos. En contextos de alto rendimiento, donde el estado mental es clave, este aspecto podría tener cierto valor, aunque no sean mejoras físicas medibles.
Los baños de hielo, convertidos en tendencia por atletas e influencers, "no ofrecen beneficios reales para la recuperación muscular". Así lo confirma un nuevo estudio publicado en Plos One, que analizó de forma rigurosa los efectos de la inmersión en agua fría y caliente tras un entrenamiento intenso.
El ensayo clínico, liderado por la investigadora Vanessa Wellauer en Suiza, se centró en un grupo de 30 mujeres jóvenes y activas. Tras realizar un protocolo exigente de cinco series de 20 saltos desde 60 cm de altura, para provocar daño muscular, las participantes fueron divididas en tres grupos. El primero se sumergió en agua fría (10 °C), otro en agua caliente (40 °C), y un tercero simplemente descansó.
Durante los tres días siguientes se midieron indicadores como la fuerza muscular, el dolor percibido, la hinchazón y los niveles de creatina quinasa en sangre. El resultado de los análisis dejaron claro que ni el frío ni el calor marcaron ninguna diferencia significativa respecto al descanso pasivo.
Mismo resultado, sin mejora
Aunque las inmersiones provocaron respuestas inmediatas como la reducción de la temperatura muscular con el frío o el aumento de la temperatura corporal con el calor, estos efectos no se tradujeron en una mejor recuperación muscular.
Tanto el dolor, como la hinchazón y la recuperación de la fuerza siguieron la misma evolución en los tres grupos. En términos prácticos, esto significa que los baños post-entrenamiento no aportaron ningún beneficio real.
Posible efecto placebo
Aunque no se detectaron mejoras fisiológicas, los autores del estudio no descartan el posible efecto psicológico positivo de estas prácticas. Para muchas personas, los baños fríos generan una sensación de bienestar, de alivio o incluso de "cumplimiento" tras el ejercicio.
Esta percepción, aunque subjetiva, podría influir en la motivación o la constancia en los entrenamientos. En contextos de alto rendimiento, donde el estado mental es clave, este aspecto podría tener cierto valor, aunque no sean mejoras físicas medibles.