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La prensa portuguesa hace una tremenda comparación: "El diésel en España se considera equivalente a un paquete de tabaco"

La prensa portuguesa hace una tremenda comparación: "El diésel en España se considera equivalente a un paquete de tabaco"

El debate se enciende al otro lado de la frontera por una propuesta del Ministerio de Derechos Sociales que busca vetar la publicidad de combustibles fósiles.

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Equiparar un coche diésel a un pitillo. Eso es, ni más ni menos, lo que ha escandalizado a los periodistas de la web portuguesa especialista en el motor, Razão Automóvel, que han cargado con dureza contra el Gobierno español tras conocerse el contenido de la futura  Ley de Consumo Sostenible. El borrador del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, plantea, entre otras muchas medidas, prohibir la publicidad relacionada con los combustibles fósiles, en línea con las restricciones ya aplicadas al tabaco. Desde Portugal lo han interpretado así: “Poseer un automóvil diésel o de gasolina empieza a tratarse en España como si fuera lo mismo que fumar”.

La comparación no ha sentado nada bien. “Nunca he fumado, fue una elección. Tener un coche diésel o de gasolina, en cambio, fue, y sigue siendo, para muchos una elección forzada por la ausencia de opciones viables”, escribe el autor del artículo, que denuncia el “mayor error” de presentar una necesidad como si fuese un capricho. Frente al carácter voluntario del tabaquismo, recuerda que el uso del coche responde, muchas veces, a exigencias laborales, familiares o geográficas: “Ir a trabajar, llevar a los hijos al colegio, acceder a servicios que están a 40 km de distancia”. Y sentencia: “No se trata de un vicio, se trata del derecho a la movilidad individual”.

La medida no solo ha molestado por lo simbólico, sino por lo que podría implicar. El blog portugués cuestiona que limitar la publicidad vaya a reducir el consumo de carburantes (como se pretendía con el tabaco) y añade que podría producir el efecto contrario: un freno en la inversión para desarrollar fórmulas menos contaminantes. “Sin posibilidad de comunicar esas diferencias al público, las gasolineras podrían simplemente dejar de buscar combustibles más eficientes y con menor impacto ambiental”.

En el fondo, lo que se critica es una falta de alternativas reales para quienes dependen del coche: “Si de verdad queremos una transición energética justa, hace falta algo más que medidas simbólicas y de resultado dudoso”. El texto reclama una red de transporte público “robusta”, más incentivos para renovar la flota y puntos de recarga fuera de las ciudades. Mientras eso no exista, sostienen, la equiparación con el tabaco resulta “ofensiva”: “Porque la movilidad individual no es una elección, es un derecho”.